Encuentro

PALABRAS,SILENCIOS,AMORES, COMBATES, TRIUNFOS Y DERROTAS, NOSTALGIAS, AUSENCIAS.
DE FLORES Y BALAS COMO LA VIDA.
Poética existencia. Vida poética.

jueves, 25 de enero de 2007

POEMA DE ANDRES CASTILLO

FARSANTES

Ellos se ríen de nosotros
cuando apenas les damos la espalda.
A lo lejos escuchamos la irónica algarabía,
el escándalo famélico de sus asquerosas orgías.

Ellos celebran con buen Güisqui o Vino
sus triunfos económicos,
negocios y prebendas
logradas sobre la sangre de algunos de nosotros, de miles de nosotros,
sobre la memoria combativa de Jorge Rodríguez,
de Alberto Lovera, del Chema Saber,
y de tantos otros camaradas sin nombre, ni afiches.
Sobre la memoria eterna de Cantaura,
de Yumare, de Puente Llaguno, del Barrio y la Esquina
sobre la sangre americana tantas veces derramada,
sobre la humildad de nuestros sueños, de nuestras esperanzas,
sobre las barrigas vacías de niños, mujeres y hombres,
cada día, en cada pueblo.

Por eso…

El canto de Alí se arrecha y les grita a la cara veinte años después “Basta de mentes hipócritas, basta de mentes estólidas”,
la foto del Che desde el fondo, mil veces utilizada les grita:
“Ahora me convencí terminantemente de que los términos medios no pueden significar otra cosa que antesala de la traición”.

La voz altiva del comandante Chávez, resuena otra vez para decirles: entiendan no podemos fallar y menos defraudar.

Ellos, repugnantes traidores, permanecen aún de este lado,
perdón,
permanecen agazapados, como viejos camaleones,
vestidos de patriotas,
viviendo de los sueños de un pueblo que sigue esperando la nueva alborada
esa que se detiene en las noches oscurecidas por ellos, por los farsantes.
Que se detiene en cada uno de sus pasos maléficos,
en sus viajes millonarios, mayameros y cotidianos,
en sus comentarios frívolos y vacíos,
en sus perfumes costosos,
en sus ropas de marca,
en sus casas bien equipadas,
en sus carros nuevos,
comprados con la consignas del pueblo
esa que en bocas de ellos suena falsa y vacía
olorosa a traición.


A ellos hace tiempo se les ha empezado
a ver el verdadero color de la piel,
aunque ya muchos de nosotros lo sabíamos.
Ahora les cuesta mucho camuflajearse,
les cuesta mucho seguir fingiendo.

Por eso se fastidian cuando les hablamos de la muerte de niños en el Líbano
en Irak, en Palestina, en Afganistán, en África, en América Latina.
Les molesta y se aburren con las canciones combativas de tatos poetas nuestros denunciando la mansedumbre.

No toleran las cosas sencillas de nuestra tierra,
y se refugian en las noticias de los mismos diarios, vendidos y fascistas,
se deleitan escuchando el canto frívolo y mercadeable de unos cuantos “artistas”,
esos que divierten para que tu no pienses,
para que ellos continúen encerrados en su individualismo.

A ellos sólo les importa sus comisiones, el bienestar de los suyos,
“el aprovechar ahora, que esto se puede caer”

Que vaina y están por todas partes…

Ellos como dice Cabral:
“pobrecito mi patrón, piensa que el pobre soy yo”


Ellos, creen que nos utilizan,
creen que no sabemos de sus pasos,
creen que nos comimos el cuento de su sensibilidad fingida,
ellos no saben que hasta por los poros les brota lo baboso,
lo asquerosamente hipócrita de sus acciones cotidianas.

Ellos creen que nos utilizan.

Ellos, tan lejos y tan cerca de nosotros,
ellos, farsantes, traidores
y nosotros, masticando la rabia.

Coño pero que no se nos olvide más nunca sus rostros,
sus olvidos,
sus burlas
sus muertos.

Farsantes,
siempre lo supimos, farsantes.