Encuentro

PALABRAS,SILENCIOS,AMORES, COMBATES, TRIUNFOS Y DERROTAS, NOSTALGIAS, AUSENCIAS.
DE FLORES Y BALAS COMO LA VIDA.
Poética existencia. Vida poética.

viernes, 21 de diciembre de 2012

Mi navidad cotidiana



Eres la navidad
pesebre de esperanza
eres la noche buena
la estrella de mi alma

La siento si despiertas
me llega si me miras
es nuestra si tu ríes
si besas mis mejillas

Eres la navidad
el regalo certero
la estrella de Belén
la luz nuestro cielo

Navidad cotidiana
diluvio de alegría
mi tierno niño lindo
virginal peonía

Eres la navidad
navidad cotidiana
el beso de la vida
nuestra canciòn sagrada

Tu vida es navidad
que nos regala el cielo
por eso celebramos
tu risa con esmero

La siento cuando cantas
la Sole de tu vida
nos llega cotidiana
guirnalda peregrina

Navidad cotidiana
villancico bendito
Amanda eres mi dicha
el mundo que ha nacido

Llegò la navidad
llegò el niño Jesus
llegò la noche buena
Amanda con tu luz.



miércoles, 12 de diciembre de 2012

Mírate comandante


Vivirás y seguirás venciendo hermano.



De un largo camino
sembrado de abrojos
y cayenas
venían  tus pasos
polvorientos,
con la mirada pintada de cielos
Y de sueños.

Recorriste
la noche de los lobos
y la soledad de los desiertos,
en tu mano la rosa de la vida
en tus sienes
el llanto de los pueblos.

Venias
tan sólo con un lápiz
y el brazalete tricolor
en la mochila,
pero la historia
se te hizo huella herida
sangrante, llamarada
piel curtida.

Y junto a la canción primera
que llamaba desde siempre
a mil combates
te pusiste las botas  de campaña
y a la izquierda
el galopar de rocinante.

Y se toparon
tu mano abierta
comandante
con la bandera olvidada del destino,
tu mano
sanó la herida
que le cruzaba el hueso,
la bandera aún con vida
se alegraba del paso de la brisa
acariciando sus estrellas
y sus vuelos.

Y llegaste
comandante
muchacho,
hombre nuevo
llegaste,
recogiste la bandera
y te fuiste a tu paso,
corriendo a la batalla
de los siglos
traicionada.

Y sin darte cuenta
al hundir tu mano
en las arenas
para salvar la Patria del martirio,
halabas también
la muchedumbre
que en cavernas de tiempos
aguardaba
por la llama puntual
de los designios.

Sacaste la bandera comandante
del barro reseco
pisoteado,
y con ella
las guitarras, los huesos, las metrallas
las voces, los silencios
el tiempo
las cigarras,
y uniendo airoso
el arcoris
que un charco
a penas reflejaba.

Te fuiste con la bandera en alto
Y con el pueblo
que en viejas trincheras
esperaba,
al acecho del odio traidor
del miedo tirano.

Y  ahora mírate comandante
como vamos juntos en la lucha
en la risa
de niños
con su pan
con sus parques
sus perros
sus abrigos.

Y mírate ahora comandante
entre jóvenes
besando la alborada
entre madres que paren el futuro
y amamantan la tierra
liberada.

Mírate ahora comandante
en la vieja que va tejiendo risas
en el viejo que siembra sus luceros
alumbrando de vida tanta lucha
tanta noche de un pueblo
que hoy es cielo.

Mírate ahora comandante
alzando de nuevo
la bandera
Justo al pie del genio nuestro
generoso,
del hijo grande
del  Padre:
del Simón
del Bolívar compañero.

Mírate ahora comandante
alanzado libre
la bandera
de ocho estrellas
junto al pueblo grande
que hoy te canta
los versos
de victorias
germinadas,
la canción del cantor padre
que herido de vida te acompaña.

Mírate alegre comándate
tu idea ya recorre los caminos
y el imperio mayor
muere de mengua
de hastío
de odio
de vergüenza,
tu palabra se escucha en las victorias
de los pueblos
venciendo al miedo  mismo.

Por ahora
hay un siglo que te nombra
por ahora
hay un pueblo que está vivo
que cantando
y combatiendo va en la ruta
de tu pasos
de tus sueños peregrinos.

Mírate alegre comandante
que tu pueblo
y tu bandera son tu escudo,
son  muralla, tu  rosario
son tu himno,
peonías
agua bendita
y credo mismo.

Mírate alegre comandante
que Bolívar
regresó
y anda contigo.


Poema de Andrés Castillo

Ilustración de Omar Cruz

jueves, 15 de noviembre de 2012

"HALT!"






Violencia
Que la poesía lacerante de este poeta de la vida nos llegue a la conciencia para que  alcemos la voz por Gaza, por Palestina y por los pueblos que hoy sufren el horror del holocausto, del odio y del poder.
                                                      Foto tomada de la pàgina: http://www.patriagrande.com.ve



Luis Rogelio Nogueras (Poeta cubano)

 

Recorro el camino que recorrieron cuatro millones
de espectros.
Bajo mis botas, en la mustia, helada tarde de
otoño
cruje dolorosamente la grava.
Es Auschwitz, la fábrica de horror
que la locura humana erigió
a la gloria de la muerte.
Es Auschwitz, estigma en el rostro sufrido de
nuestra época.
Y ante los edificios desiertos,
ante las cercas electrificadas,
ante los galpones que guardan toneladas de
cabellera humana
ante la herrumbrosa puerta del horno donde
fueron incinerados
padres de otros hijos,
amigos de amigos desconocidos,
esposas, hermanos,
niños que, en el último instante,
envejecieron millones de años,
pienso en ustedes, judíos de Jerusalem y Jericó,
pienso en ustedes, hombres de la tierra de Sión,
que estupefactos, desnudos, ateridos
cantaron la hatikvah en las cámaras de gas;
pienso en ustedes y en vuestro largo y doloroso
camino
desde las colinas de Judea
hasta los campos de concentración del III Reich.
Pienso en ustedes
y no acierto a comprender
cómo
olvidaron tan pronto
el vaho del infierno

Auschwitz-Cracovia, 21-10-79

martes, 13 de noviembre de 2012

La canción herida de los pueblos


Andrés Castillo
                                     A Julián Corado, al bullicio de los pájaros.


                                                                  
Los pájaros volaron azorados, venían de todas partes, gaviotas, tinamú, guacamayas, bisbitas, palomas, chenchenas, turupiales, cucos, garzas, colibríes, cardenales, quetzales, loros, azulejos, guacharacas y horneros, cada uno con sus alas, cada uno con su propio vuelo.

Dicen que delante venía un cristofué, era el líder de la bandada, con una cruz de madera que tomó al pasar sobre la iglesia de un pueblo, de aquellos sin nombre y sin bandera, con él y como quien lo resguarda con celo, un centenar de aves que nadie nunca vio, aves sin nombre, aves del color de la tierra, aves distintas a la de los cuentos.

En la ciudad todos estaban aterrados, no sabían que ocurría, eran millones de pájaros quienes tomaban el lugar con sus cantos y con sus vuelos, los vehículos por vez primera se quedaron quietos, las motos perdieron sus ruidos y su violento andar, la ciudad se detuvo.

De las casas y edificios los rostros miraban aterrados y maravillados la manifestación, era la más extraña que habían conocido jamás. 

Eran millones de aves las que tomaban la ciudad, cada una de las aves fue buscando su sitio, en los postes, en los semáforos, en las terrazas, en las aceras, en las calles, en los pocos àrboles que aùn quedaban. 

El cristofué se posó al frente del lugar donde lo tenía encerrado, sí, dicen que los pájaros venían a exigir la libertad de un cantor encarcelado que por mucho tiempo había estado prisionero, èl era uno de ellos.

Justo ahí, al frente de su celda, dejaron caer la cruz de madera, la misma que una vez estuvo en alguna iglesia adolorida, dicen que al caer, una guitarra se escuchó a lo lejos como cantando la canción herida de los pueblos, de la corona de espinas brotó una flor roja entre el cemento.

De pronto y sin que nadie lo esperara comenzaron a cantar los pájaros en jauría, todos a la vez, cada uno con su canto particular, la ciudad se convirtió en un jardín inimaginado, dicen que los barrotes de la celda se abrieron de repente, se volvieron musgos, se volvieron cayenas, los funcionarios que custodiaban al cantor estaban sorprendidos, admirados, nadie había visto algo parecido alguna vez, sus gestos no servían de nada ante aquella barricada de alas que tapaban la tierra y el cielo.

Los pájaros cantaban cada vez más fuerte, el aleteo que iniciaron eran como tambores que acompañaban los cantos más sinceros.

De pronto el cantor salió con su guitarra, volvió a ver el sol y las miradas, las millones de aves seguían cantando y moviendo sus alas, toda la ciudad fue un sólo canto, fue un sólo viento, la gente perdió el miedo y entendió la razón por la cual en los bosques, en los campos, en los mares, había tanto silencio desde hace tanto tiempo.

El cantor salió a la luz y los pájaros cantores custodiaron su andar, dicen que se lo llevaron, nadie sabe a qué lugar, pasaron frente al Panteón Nacional allí quedaron en silencio, el cantor cantó sus versos a los próceres, los que siempre anduvieron en sus labios. 

Los pájaros siguieron su vuelo, el cantor aleteando versos se fue con ellos.

La ciudad cambió para siempre, desde ese día cuando pasa algún pájaro, la gente canta lo que una vez oyeron.




Caracas 13 de noviembre de 2012
Andrés Castillo

martes, 30 de octubre de 2012

Breves palabras para un hombre inmensidad


Por Andrés Castillo

 Foto: Andrès Castillo
Las Piedras, Paraguanà. 2010


Alí Primera nació un 31 de octubre en alguna parte, sobre alguna tierra, hoy sigue naciendo en la casa de los humildes, en cualquier parte, en otras tierras.

Alí Primera fue niño, fue joven y siendo hombre solía reír como los niños y llegó a amar con la sabiduría de los abuelos,  él era un hombre de todas las edades, como su canto.

Le gustaban los mangos, los semerucos y las lefarias, por eso su canto fue dulce, rojo y silvestre, pero también amargo como las Urupaguas.

Dicen que Alí Primera sudaba flores, era que su madre lo alimentaba con las dos rosas sagradas de su pecho.

Venía de una familia campesina la que nunca se cansó de sembrar en tierra seca, esperando la lluvia. Igual que su canto.

Solía cantar con su guitarra mientras soltaba al cielo los pájaros silvestres del camino, dicen que su canto abre jaulas y barrotes, que suele liberar conciencia y rudos corazones.  

Alí Primera llenó su canción de nombres y de pueblos, sabía como nadie que solo jamás habría de llegar,  que solo no era lo mismo cantar.

Tonto el que piense que Alí Primera escribió una, dos, tres, cien o trescientas canciones. Todas formaban parte de una sola canción, de un mismo canto.

Su canción nació sin dueño como los pueblos que combaten.

Nos pidió repartir la luna en miles de pedacitos, pero nos sigue quemando el sol terrible del individualismo.

Hay quienes se dicen “dueños” de su canción y es verdad a todos nos pertenece.

Lo llamaron el cantor del pueblo, aunque él llegó a decir: “el pueblo es el gran poeta”.

Nos llamaba “camaradas” pero como nos cuesta llegar a su palabra.

Alì Primera supo de la sed ancestral de su península árida, quizá por eso su canción fue cual agua clara para los pueblos sedientos.

Le cantó a todos los hombres, a todos los pueblos a todas las causas nobles. Era un hombre geografía.

Ni los libros, ni las canciones, ni los discursos, ni las estatuas, ni los afiches, ni los galardones, ni estas tenues palabras lograrán dar con él. Con los humildes, entre sus llagas y esperanzas sigue latiendo su nombre.

Ante los abismos, las tristezas, las injusticias, la soledad, siempre hay una canción de Alí que nos salva, nos levanta, nos libera y nos lleva por la vida.

“El que llena la barriga se olvida del que no come” y se nos olvida el canto con la mesa de los pobres.

Su canción es crónica viva de la “democracia representativa” con todas sus vilezas, fue  también la esperanza y la dignidad de los que en tiempo de derrotas jamás arrearon sus banderas.

Entendió como pocos aquello de la “cultura del petróleo”, por eso con su canto defendiò la ecología y la ternura del ser humano.

En alguna parte sin que nadie lo sepa, alguien sin nombre y sin bandera escuchará su canto e irá de nuevo al combate, suele pasar cuando las guitarras se vuelven llama y se ponen a quemar el aire.

Alì Primera nunca se olvidó de su pueblo, por eso el pueblo nunca se olvida de él, ni de su canto.

Si no intentamos parecernos al llamado de su canción es una traición tararear sus versos.

Alí Primera creía en el socialismo por eso su conducta era el espejo de su idea.

Alí Primera cantaba casi siempre con los ojos cerrados, pero su canción abrió todos los ojos.

Muchos no lo conocimos, quizá por eso lo seguimos buscando.

Dicen que murió un 16 de febrero, tonto, tontos lo que dicen eso “no sólo de vida vive el hombre” nos lo dijo a cielo abierto. 

Dicen que murió en 1985, pregúntele a mi hija que tiene apenas 13 años y les dirá, que él sigue vivo en la ternura ingenua de sus sueños.
 
Dicen que lo sembraron quizá por eso su canto nos sigue alimentando.




Caracas 30 de octubre de 2012

Andrés Castillo