Como están las cosas en este mundo, no nos queda otra trinchera donde resistir la embestida, que aquella donde podamos sin demora, abrazar fuerte los momentos de felicidad, besar con pasión las horas de amoríos, cantar al sol radiante que nos ilumina en calma y escribir mientras se pueda un poema a la frágil y tenaz esperanza.
Encuentro
PALABRAS,SILENCIOS,AMORES, COMBATES, TRIUNFOS Y DERROTAS, NOSTALGIAS, AUSENCIAS.
DE FLORES Y BALAS COMO LA VIDA.
Poética existencia. Vida poética.
domingo, 29 de septiembre de 2019
Trinchera y esperanzas
Como están las cosas en este mundo, no nos queda otra trinchera donde resistir la embestida, que aquella donde podamos sin demora, abrazar fuerte los momentos de felicidad, besar con pasión las horas de amoríos, cantar al sol radiante que nos ilumina en calma y escribir mientras se pueda un poema a la frágil y tenaz esperanza.
miércoles, 18 de septiembre de 2019
Rafael Alberti y las Torres Gemelas
Revisando por aquí y por allá, dimos con un poema ¿premonitorio? del poeta Rafael Alberti sobre las torres gemelas allá en los años 80.
La mirada poética de un hombre extraordinario.
Aquí el poema:
Aquí no baja el viento,
se queda aquí en las torres,
en las largas alturas,
que un día caerán,
batidas, arrasadas de su propia ufanía.
Desplómate, ciudad de hombros terribles,
cae desde ti misma.
Qué balumba
de ventanas cerradas,
de cristales, de plásticos,
de vencidas, dobladas estructuras.
Entonces entrará,
podrá bajar el viento
hasta el nivel del fondo
y desde entonces ya no existirá
más arriba ni abajo.
Rafael Alberti
Alberti escribió este poema-premonición al pie de las Torres Gemelas de Nueva York a principios de los años ochenta. Fue publicado en Versos sueltos cada día en 1982
Aquí no baja el viento,
se queda aquí en las torres,
en las largas alturas,
que un día caerán,
batidas, arrasadas de su propia ufanía.
Desplómate, ciudad de hombros terribles,
cae desde ti misma.
Qué balumba
de ventanas cerradas,
de cristales, de plásticos,
de vencidas, dobladas estructuras.
Entonces entrará,
podrá bajar el viento
hasta el nivel del fondo
y desde entonces ya no existirá
más arriba ni abajo.
Rafael Alberti
Alberti escribió este poema-premonición al pie de las Torres Gemelas de Nueva York a principios de los años ochenta. Fue publicado en Versos sueltos cada día en 1982
martes, 17 de septiembre de 2019
Cuando un pueblo desgrana
En mi país
hay una guerra,
la economía
cerca con dinamita los alimentos,
es gigante y peligrosa la montaña
para acceder a ellos,
la gente se preocupa
padece,
entre nubarrones
la vida
anda herida,
aguarda.
En mi país
se juega al cansancio
a debilitar los corazones
hiriendo de angustia
la sonrisa en los sueños
marchitando las horas
en las tardes calmosas
sin caricias
y mansos besos.
La gente camina
buscando aquí o allá
un jabón, un medicamento,
se agria en cada paso
la buena nueva que tarda
mientras la luna acompaña
las noches sin fluido eléctrico
y el calor hace agua los cuerpos,
rabia, sí
rabia.
En mi país
parece que han ganado los abismos
los malvados, los iracundos,
pero algo grita dentro
¡no!
y anima lento
al comienzo.
Aunque nadie lo comprenda
en mi país
nacen cantos entre las balas
trinitarias floridas
sobre alambradas y truenos,
en mi país
a pesar de las noticias
dos abuelos bailan en una plaza
y los muchachos entre las cayenas
aman sin pensar en el mañana
y juntos encienden
su fogata de amor en la playa.
Aquí se anda sembrando
otra vez el maiz
que nos hizo nacer hace siglos,
aquí
hay espigas
y un pueblo que desgrana
la casa olvidada,
ahora todos saben que el Cocuy
engendró la algarabía,
que se destila lento
cómo las victorias más amadas.
En mi país
la gente sabe
que todo pasa
y que una vez inventamos la libertad
para este continente
y compartimos la espada
la pluma, las victorias
los versos
las definitivas proclamas.
En mi país
la gente canta
al son del tambor
y ya baila en sus adentros
la muerte de la vil emboscada.
En mi país
no hay estaciones
eso sí,
un sol Caribe
que suele incendiar toda tristeza
toda jauría
toda calma y paciencia.
Hay quien se extraña
de mi gente,
mientras en el mar
una luz navega
y trae de vuelta la mañana.
la mañana.
En mi país
un pueblo desgrana
su casa olvidada.
Poema de Andrés Castillo
11 de septiembre 2019
miércoles, 11 de septiembre de 2019
sábado, 7 de septiembre de 2019
viernes, 6 de septiembre de 2019
A ruta ciega
Todo anda como herido
ala partida entre los rieles
el dulce cielo de la espera
se llena de miedo y ruido.
Todo parece carcomido
escombros de esperanzas
tapiados de furia los caminos
y los sueños en las trincheras.
Escribo confiado
que nada cambiará con mi verso
apenas la hoja de mi cuaderno
alma, país, universo mío y entero.
Poema de Andrés Castillo
Siembra de vuelos
Bueno patria
hagamos las paces
ya basta de rabietas
sé que no he sido bueno
sé que me agrietas la ira,
mi canción no cura tus tormentos
mi trabajo no te da de comer
mi beso no riega tus flores
hay silencio en las calles
falta luna en tus plazas
y en tus mares sigue extraviada la esperanza.
Bueno patria
olvida mis ausencias
vístete como para verbena
pinta tus labios de cereza o bandera
arroja el hastío [lejos o al fuego]
descubre mi sol entre maizales,
la tarde de los almendros nos mira
esta vez como nunca antes,
con las manos repletas de caminos
y un pueblo sembrado de vida
salgamos juntos a vestir amaneceres bajo la lluvia
alegres como ingenuos pequeños.
¡Patria, Patria!
Abre tu balcón y anuncia otra vez la alborada
esta vez no he de traicionarte,
haré mi parte,
limpiarė las orillas de tus ríos
la tarde de tristezas y abrojos.
Patria, Patria
ya ves, di el primer paso
aún sin piernas busco tu abrigo
sin manos escribo tu cielo,
el sol del beso entre tus palmeras
la tarde de crepúsculos peina la calma,
ahora escucho tu canto y un rumor
hay labranza, pesca y cantios.
Patria, Patria
ya tu sonrisa hace retoñar
la belleza de tus lirios.
En tu alegría me busco afanoso labriego del tiempo
naciendo en ti en la siembra
de tu vuelos.
Poema de Andrés Castillo
miércoles, 4 de septiembre de 2019
Maromeros de esperanzas
Y la cotidianidad
hace añicos la tenue esperanza
y los bribones
ponen espadas de fuego
sobre nuestras cabezas.
La luna nos mira
y espande su manto de ahelos
buscando que no perdamos
la ruta terca [locura de niños]
y alguna flor de fango
nos pinta la risa de aquellos días:
de nobles payasos y algodones de azúcar.
Nadie nos ha de quitar la alegría,
esta de nacer
maromeros de esperanzas
domadores de tristezas
y como el hombre bala
llegaremos airosos a otras estrellas.
Así que seguiremos
atados a los seres queridos
festejando la vida y el encuentro,
errantes
cómo los circos
de pueblo en pueblo
del miedo al beso
de la tristeza a la terca alegría,
hemos de seguir
equilibristas de los malos tiempos
magos, arqueros
en fin,
fogata de vida
carruaje de sueño.
Poema de Andrés Castillo
Poema de Andrés Castillo
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