El nombre de tu hijo navegó tus sienes
tenía años dando vuelta hasta que se volvió barco
bandera y esperanza.
En tus ojos mojados
se desbordó el océano
por donde surcarían tus viejos sueños
tus jóvenes amores.
Toda esta tierra es un sólo pensamiento
creado por tu grandeza
es un sólo insomnio
de noches sin velas.
Navegaste con la bandera en alto
con la mirada punzante
en un tiempo que no era el tiempo.
Llegaste navegando hacia el futuro,
tu barco victorioso
sintió la herida de tus velas
la absurda traición secó los mares
y borró tus huellas.
Pero llegaste Miranda
claro que llegaste,
tu ruta es el camino que hoy pisamos
es la victoria que comienza.
Los barrotes del silencio
se volvieron cenizas
cuando las velas
que tanto alumbraron tus tristezas
incendiaron el odio y el olvido.
Leandro siempre navegó entre tus sienes
movido por la brisa del que ama,
y entre flautas y acordes de victoria
llegaste a tu tiempo Miranda.
Tu barco ahora descansa
anclado en la tierra que añorabas
tu barco está sereno, imponente
sintiendo el abrazo de los hijos
mirando a los nietos
jugar felices con la paz que le dejaste.
Poema de Andrés Castillo
