Que bueno que han llegado, que alegría tenerlos entre nosotros, ellos vienen a confirmar lo que ya sabíamos: este mundo tiene esperanza.
En estos tiempos tan violentos, llenos de insensatez, de rabia y de agresiones, sus miradas, sus risas, sus manos, nos hacen menos dura la tarea de luchar contra la amargura.
En estos tiempos de gritos y lamentos, de bombas sobre pueblos indefensos, de tristezas y humillaciones, sus voces nos recuerdan que debemos seguir andando.
Ellos nos traen la buena nueva, y nos anuncian otra vez: este mundo tiene esperanza.
Por eso decimos que todos los niños son especiales, y todos tienen algo que decirnos, aun en el silencio.
Pero cuando se tiene la oportunidad de andar por sus caminos, de navegar por sus mares, de perdernos en sus bosques, decimos otra vez: este mundo tiene esperanza y viene con ellos.
Viene con arcoiris, muñecas y pelotas de goma, con golosinas y mejillas tiernas, viene con pasos de pequeños caminantes, viene con ellos.
Menos mal que han llegado con sus sonrisas de tiempos idos, las que nosotros sin querer hemos perdido, menos mal que se ríen de la vida, menos mal que ellos están aquí para decirnos otra vez: este mundo tiene esperanza.
Por eso, cuidémosle su espacio, no los arrastremos antes de tiempo a este enjambre de lamentos a este bosque de tormentos.
En ellos anda nuestra esperanza.
“Cada niño que nace es una buena noticia”
Alberto Cortez
