Encuentro

PALABRAS,SILENCIOS,AMORES, COMBATES, TRIUNFOS Y DERROTAS, NOSTALGIAS, AUSENCIAS.
DE FLORES Y BALAS COMO LA VIDA.
Poética existencia. Vida poética.

martes, 1 de junio de 2021

HÉCTOR HIDALGO QUERO

“Quisiera decirte”

Andrés Castillo


Héctor Hidalgo Quero en su casa. Fotografía de Andrés Castillo

                                                                                                                        Es un tiempo
que no me deja más que el horizonte
como medida de la soledad.
Un tiempo de tristeza protectora.

Joan Margarit


Nunca podré despedir a Héctor Hidalgo Quero, como nunca he dicho adiós a la vida presente del cantor Alí Primera. Unidos ambos en la amistad, indisolublemente en la sensibilidad, el amor a la tierra falconiana, los ideales a los que fueron fieles hasta el último alientollevados en su conducta con honestidad y coherencia.

Nunca nos despedimos de un maestro, porque aprendemos siempre de su huella, porque cada acto nuestro si es cónsono con sus lecciones va impregnado de esa escuela que nunca nos cierra la puerta y nos ubica frente al pizarrón de la vida por descubrir. De la escuela de Héctor Hidalgo Quero vengo con gran orgullo, me siento humilde discípulo de su camino, de su obra, ejemplo e infinita amistad.

Lo conocí siendo yo un muchacho, desde el mismo momento me invitó sin mezquindades a la mesa de saberes y gratas palabras. Llegué a su encuentro de la mano de otro hermano del camino, José Montecano, en aquellos tiempos cuando iniciaba mis pasos por el teatro en el Ateneo de Punto Fijo, ya sabía de la relación de Héctor con Alí, pero fue en el poético Bar Las Turas, donde conversamos por vez primera, ahí estaba, junto a otros inolvidables amigos, los poetas Víctor Hugo Bolívar y Alexander Sierralta, ellos también nos han dejado, aunque les llevamos a cada rato, junto a otros escritores en colectivo formaban parte del buen proyecto Ediciones del Cerro, con el que dieron a conocer sus creaciones literarias y se editó también el disco de Alexander, titulado: “Voy a pedirle a Dios”, con diseño de portada del propio Héctor.
                Grupo fundador de Ediciones del Cerro (álbum familiar de Héctor Hidalgo Quero)

Héctor Hidalgo siempre me manifestó su amistad y cariño, con el afecto del buen docente me brindó la oportunidad de conocer a mi edad juvenil un mundo algo ajeno, andaba yo tras la huella de Alí Primera, como ando todavía y nadie mejor que Héctor Hidalgo Quero, la voz más clara, respetable y justa para conocer la ruta del cantor en toda su dimensión: política, cultural y humana; fue el periodista que más entrevistó a Alí, quien mejor le sacaba palabras de sus proyectos necesarios, aún vigentes en inconclusos, ambos se respetaban, se querían y hacían llave por la misma idea, por la misma causa noble en la que yo sigo creyendo agradecido.

Mi primer intento de escribir contó con su mirada y correcciones oportunas, él mismo diagramaba las pruebas o bocetos en papel, con la paciencia de un orfebre iba creando una obra de arte que luego solíamos enmarcar por su belleza, él llevó aquella sencilla propuesta al Diario Médano donde publiqué un primer trabajo sobre Alí, indiscutiblemente. Poco sabía yo del trabajo gráfico y periodístico, menos de aquellas viejas imprentas donde el trabajo manual era fundamental, lento y laborioso, tan lejano de la era digital que hoy vivimos. Pero el poeta nunca le cerraba la puerta al muchacho inquieto e insistente de aquellos días ya distantes, había tanto que aprender del compañero, digo con certeza que Héctor fue uno de los profesionales más polifacéticos y valiosos de nuestro estado; periodista, escritor, docente universitario, diseñador gráfico, productor y guionista de radio, historiador musical, pero esencialmente poeta y paraguanero nato.

Sus trabajos están ahí, publicados, bien valdría la pena reeditarlos, lástima que los últimos años su amplia experiencia y su capacidad creadora no fue valorada en su justa medida, tenía mucho que aportar a la vida cultural de nuestra tierra

En todas sus contribuciones era vital que dejara tallado, algo de lo que se carece en este tiempo, tres conceptos que él defendió en cada espacio que llevara su firma: formación, investigación, producción. Fue un enemigo acérrimo de la improvisación en materia comunicacional, cultural y educativa.

Desde ese primer encuentro en los inicios de los años ochenta no dejé de acercarme a su casa, bellamente decorada con sus propias manos, sencilla y ordenada estancia, posada poética de la trova y la literatura, decorada con la misma esencia y aires paraguaneros, al igual que el apartamento de Alí en Caracas, con las sillas características de nuestra tierra; tinajas, bibliotecas de madera de pino o cardón; plantas, cuadros, libros, discos, pinturas, lugar acogedor, inolvidable, que solo al entrar en él, animaba a querer la vida noble, sencilla, bucólica, que a su lado conocimos. Silvio, Pablo, Sabina, Gieco, Heredia, Joan Manuel, Sandro y Tino Rodríguez, siempre eran compañeros en las tertulias creativas que extendíamos por horas, conversas inagotables, intercambio de textos y afianzamiento de la hermandad repartida con otros compañeros, aunque ausentes, estaban ahí, entre libros, cantos y el traguito acostumbrado.

Así comenzaron las visitas, yo quería saber de Alí y él me iba facilitando en cada oportunidad algún viejo casete con sus entrevistas, yo hacía dos copias y le llevaba una por si se le dañaba el original, semana tras semana nos fuimos identificando y conociendo, pasó el tiempo, su generosidad y empatía compartida nos unió mucho más, me decía: <<escucha y guarda Andrés estos testimonios de Alí, hay que conservar al cantor en su propia palabra, sin tergiversarlo, en su propia esencia, que hable Alí, no nosotros>>, más adelante esos testimonios los publicó en su libro: Herido de vida. Entrevistas con Alí Primera y en un programa especial que llamó: "Lengua del pueblo", los mismos sirvieron de apoyo importante para el programa: “Canto y Palabra” que realicé por años en Radio Nacional de Venezuela. Cuidadoso siempre Héctor de la palabra de Alí.

Es necesario decir que todos los trabajos que se han publicado sobre Alí Primera han contado de una u otra manera con la palabra certera de Héctor Hidalgo Quero o bien con los aportes de sus entrevistas e ineludibles referencias.




El tiempo siguió su paso y se sumaron momentos, conocí y valoré el amor por su familia, la dedicación y amistad que mantuvo siempre con sus tres hijos, su apego infinito a Paraguaná, (cómo costaba sacarlo de Punto Fijo) la cual recorrimos en su totalidad, era visita obligada la tradicional fábrica artesanal de sillas de cardón ubicada en Moruy, persistentemente íbamos a buscar algún taburete, una mecedora o la amistad del amigo Rubén.

En muchos de sus recorridos matutinos por Antiguo Aeropuerto y Caja de Agua, solía recoger algún trozo de madera para luego darle forma y pintar sobre ella sus trazos coloridos que luego solía regalarnos a muchos de sus amigos o simplemente decorar un espacio de su casa. En los caminos del arte estuvo siempre atenta y plácida su mirada.

Héctor Hidalgo fue siempre el mismo, sin poses, ni vaivenes, idéntico hasta el final, con su propia “manera de ser" título de uno de sus cuadros que lo define, así como el poema titulado: “Yo”

Yo

(1976)

Yo, pelabola.

Ilota de la holgazanería.

De los ratos de ocio eterno amante.

Yo, dormilón.

Que nadie espante

las siestas que me ocupan todo el día.

Yo, enemigo de la compañía.

Del trabajo: fatal, espelúznate.

Yo, vago.

Que nadie me levante.

Yo, inactivo, piltrafa, porquería.

Yo, haragán, gandùl, inútil y poltrón.

Que no jalo,

que no tengo patrón

que me asigne el papel del cachicamo.

Yo, lector de Marx, de Guevara, de Ho.

Yo, sin nada, hasta sin amo.

Yo, pelabola,

zanguango, sinvergüenza, malasangre…¡pero Yo

Y siempre fue franco, directo, sincero, malasangre era el apodo de quienes le conocimos, quizá se piensa que tomó ese título para la publicación de su primer poemario por el carácter que bien conocieron sus amigos, pero no, “malasangre” lo toma del nombre de una canción de Joan Manuel Serrat, de su disco: Para piel de manzana, 1975, canción que habla de un perro que se escapó de su dueño y se vuelve callejero.

Malasangre consentido

qué alegría la del sol

cuando te vea

festejando con el día

sin bozal y sin correa.




Casi cuarenta años de amistad, de fructífera hermandad, resultaba inolvidable conversar sobre el arte, la política, los amigos comunes, el destino de la humanidad, pero sobre todo de música y poesía, Héctor era un conocedor indiscutible de cualquier género musical, manejaba los datos exactos de los compositores e intérpretes, fechas, motivos de cada álbum y la historia de sus canciones, sin importar ritmo o estilos, era acucioso, excesivamente ordenado, anotaba todo con rigurosidad, con buena y clara letra.

Nunca podré despedirlo, sin recordarlo vital, entero, con voz clara y firme, amante del Super Combo Los Tropicales, Mario y sus Diamantes y Los Blancos de Maracaibo, de toda la vieja y la nueva la trova cubana, boleros y danzones, el extenso cancionero caribeño y por supuesto, de la historia musical del Rock, donde los Beatles y John Lennon colmaban su pasión más insondable, en el garaje de su casa paterna en Caja de Agua, ubicó un taller de pintura y le puso por nombre Ascot, por la relación de esta ciudad inglesa con su ídolo Lennon, fue en esa ciudad donde se realizó la última sesión fotográfica de los Beatles como grupo en 1969 y John Lennon crea en fecha posterior su estudio de grabación que llamó Ascot Sound Studios.

(Fotografía tomada de: http://ascotsound.com/)

Héctor era un gran estudioso, lector voraz, escritor cotidiano, conocía cualquier tema por extraño que pareciera en profundidad, aunque alejado de la internet y la computadora, estaba informado y actualizado de cualquier asunto contemporáneo, solía escribir a mano sus poemas (diariamente), era minucioso con la estadística y la veracidad a la hora de lanzar su palabra, venía de la vieja escuela, de la máquina de escribir y del saber sin alardes. Diseñó portadas de libros, carátulas de discos, folletos, murales, afiches.

Pintura de Héctor Hidalgo Quero

La creación poética la realizaba habitualmente, manteniendo al lado de su silla una agenda o libreta donde iba plasmando la vida de su calle, los recuerdos de su infancia, los amores, la realidad cotidiana de sus semejantes, sus afectos, siempre con sencillez y sin grandes pretensiones. No le preocupaba para nada si le consideraban poeta. Y él lo era intensamente, poeta de la cotidianidad, donde no todos sabemos ver la belleza de sus horas.

Me duele infinitamente su cambio de paisaje como dijera Alí, no podría hablar de mí, sin tener presente sus consejos y aportes para el camino que ahora más solitario prosigo, mucho le debo de su huella iniciada, conté con el honor de que escribiera el prólogo de mi primer libro sobre Alí, siempre dispuesto con su alegría y el acompañamiento en cualquier tarea que emprendíamos.

Feliz de haber recorrido a su lado algunos trechos, fue querido por mi familia, respetado por mí y así se lo manifesté todas las veces que la vida me lo permitió, lamentablemente los últimos años, las distancias insalvables, las dificultades de esta hora no permitieron el abrazo acostumbrado.

Nos unían muchas cosas: Paraguaná, Alí Primera, el arte, la vida sencilla, los ideales, los amigos comunes, además, mi madre se llama Carmen, como la de Alí y como la de Héctor Hidalgo Quero, siempre recuerdo un poema muy hermoso que él escribiera para su mamá, titulado:

Carmen

Mi madre,

como todas las madres,

es la mujer más bonita.

Ella, como todas, se empeñó en enseñarnos.

Me indicó como utilizar los códigos

sin hacerle daño a nadie.

Mi madre,

al igual que todas, me dedicó

más tiempo del que disponía.

Y a la medida en que crecía

sembraba dentro de mí

un amor claro y limpio.

Pero mi madre

debo decirlo con total respeto

se diferencia de otras madres,

porque no todas ellas se llaman Carmen.

Porque para que el nombre de Carmen

se le ponga a una mujer

deben concentrarse con ella, en el momento

el cielo, el mar, la luz y las flores,

porque el nombre de Carmen,

para que lo lleve una mujer,

debe ser al nombre más bonito.


Mundo de Acacia, finales de mayo de 2004.


Nunca podré despedir al maestro porque sembró en mí, camino y mucha vida.

Quedará tanto por decir, tanto por recordar, es bueno traer ahora al papel, y decir que era Héctor Hidalgo Quero quien junto a Carmen Adela Rosell, madre de Alí, iniciaron y dieron vida desde siempre, con otro concepto, a lo que hoy se conoce como la “Casa Museo Alí Primera”, para la madre de Alí tan solo a él le estaba permitido modificar, enmarcar o ubicar algún cuadro o fotografía en la vieja salita de la casa familiar del antiguo “Barrio La vela”, y ella siempre decía con firmeza: <<llamen a Man…hasta que no venga Man, que nadie mueva esos cuadros, él es el que sabe…>>


 
 En la siembra de Alí Primera. Punto Fijo. Fotografía de Andrés Castillo


Héctor Hidalgo Quero forma parte importantísima de la historia y la vida cultural de Punto Fijo, dio todo su aporte a la tierra donde sembró sus huellas. Dejó en ella, una obra y caminos.
Hablar del amigo nos obliga a mencionar espacios y seres humanos que para él fueron razón de su vida en su quehacer cotidiano:

Caja de Agua: donde nació y de la que nunca se separó, en Antiguo Aeropuerto ubicó su hogar, diariamente recorría sus predios.

Maracaibo y Luz: La ciudad que quiso infinitamente, donde estudió periodismo, donde sembró sus más grandes amigos y aprendió a escribir y trajinar la décima con gran maestría. Para Maracaibo, su gente y su cultura popular, escribió el poema: “Maracucha” (interpretado por José Montecano, en la producción musical: “Yo no pago, yo no debo” (1987), musicalizado por Emiro Delfín y el propio Montecano, aparece también en ese disco de su autoría, la canción “Coriana”.

El Tecnológico de Coro “Alonso Gamero” (hoy UPTAG): Instituto educativo al que le entregó décadas de su vital existencia, viajando diariamente de Punto Fijo a Coro en su emblemático y bien cuidado Zephyr, para cumplir sin falta con su labor docente. En esa institución desarrolló además distintos proyectos culturales, literarios y de producción radial, en sus paredes dejó grabado un emblemático mural, diseñado y pintado por sus propias manos.

Diario Médano: En este diario de la Península de Paraguaná, publicaba regularmente sus trabajos poéticos y periodísticos, el conocido suplemento poético Folia, así como trabajos especiales para los diarios El Falconiano y La Mañana, donde salieron publicadas todas las entrevistas que le realizó al cantor Alí Primera, siempre acompañadas por las inolvidables fotografías del periodista grafico Heberto León Escalona.

Mundo de Acacia: Era la frase o lema poético con el que culminaba sus escritos, “mundo de acacia”, el hogar con el árbol frondoso sembrado por sus manos en su calle 13, donde nacieron sus hijos, donde escribió y pintó su amor inmenso por la vida, por su tierra.

Hay dos personajes a los que admiró y dedicó poemas: al cronista Juan de la Cruz Estévez, una hermosa canción titulada “Juan de la C”, musicalizada y grabada por José Montecano (2006) a quien también le unió una familiaridad desde la juventud. De igual forma a su maestro en los tiempos del Liceo Marino de Talavera, al docente de origen canario, Carmelo Duarte, le escribió un bello poema del que tomé uno de sus versos para iniciar estas palabras que ahora derramo para agradecer como él a su maestro infinito:

Duarte

Quisiera decirle

Muchas cosas

Que abarquen los ratos del liceo

De las clases de arte,

del recreo.

Del horario con versos y con prosas.

Del interrogatorio;

Tableteo diario, constante martilleo.

Sobre métrica, ninfas, mariposas.

De aquellas tardes con aire de Francia

deseara conversar con relevancia.

Del mar canario amigo, del pintor.

Pero solo termino

resumiendo

que aún me siento alumno, profesor,

y por eso de usted sigo aprendiendo.

Héctor Hidalgo, amigo para siempre, compañero, hoy quiero decirte con tu propio verso, que leeremos tus poemas, escucharemos a Lennon, a Pablito, que ordenaremos con pasión y ternura otra vez la biblioteca como nos enseñaste, que abrazaremos la guitarra y cantaremos con Alí su Canción para acordarme, porque siempre estuviste, estás, te llevo y te recordaré vivo, querido maestro: <<y como no acordarme compañero, si me da por cantar cada vez me acuerdo>>. Sigues en tu poesía.

Advierto

Advierto que las aguas

pueden llevarse todo.

que llegará un momento en que solo responderé

por la tibia escampada de mi cuerpo frío.



Advierto que de ahora en adelante

caminaré descalzo.

Que con tantas precipitaciones

el huerto valdrá igual que en tiempo de sequía.



Advierto que se tiene que diferenciar

el agua que sabe a florecer

y que no me sentiré culpable

si no encuentro la espiga

que debo de otorgar.



Héctor Hidalgo Quero

(poema inédito, 2009)



Andrés Castillo

01 de junio de 2021


Breve reseña biográfica y literaria:

Héctor Osmán Hidalgo Quero 
14 de agosto 1949 / 21 de mayo de 2021

Caja de Agua. Península de Paraguaná. Estado Falcón.

Periodista, escritor, docente universitario, poeta, diseñador gráfico, pintor y productor radial de amplia trayectoria en la actividad cultural en el estado Falcón.
Centros de estudios: Liceo Mariano de Talavera (Bachillerato), Universidad del Zulia. (Maracaibo)
Libros publicados: Herido de vida, entrevistas con el cantor Alí Primera (1998), Malasangre (1981), Barrio/Callejones, (SF), Calle 13 (2004). Caminos de Agua (2009, inédito)
Libros académicos: Redacción. Composición escrita, gramática y estilo, (1992), Redacción Práctica, (1993)
Poemarios en colectivo: La luna tiene 6 noches, (1986), Reunidos (1989), Segunda luna (2000)
El Premio Regional de Periodismo que otorga la Alcaldía de Carirubana de Punto Fijo en la mención: Docencia e investigación, lleva su nombre.









Con sus amigos: Huto Velazco y Heberto León. Las Piedras. Paraguaná. 
Fotografía: Andrés Castillo


Pintura de Héctor Hidalgo Quero

Héctor Hidalgo y Vítor Hugo Bolívar, amigos para siempre.
Fotografía de Andrés Castillo

Con el caricaturista Omar Cruz. Fotografía de Andrés Castillo


                                                 Héctor Hidalgo y Andrés Castillo. Guacuira. Paraguaná.