Encuentro

PALABRAS,SILENCIOS,AMORES, COMBATES, TRIUNFOS Y DERROTAS, NOSTALGIAS, AUSENCIAS.
DE FLORES Y BALAS COMO LA VIDA.
Poética existencia. Vida poética.

martes, 29 de diciembre de 2020

Huella, memoria, permanencia

Año largo y temible este que dejamos atrás. 

Se va con saña, contento de su mal. Con él también muchas vidas, millones de vidas “desconocidas”, vidas queridas que se lleva, nos quedan las huellas de los que caminaron esta tierra con vital existencia.

Año terrible de tragedia y desdicha para la humanidad.

El ser humano es esencialmente un ser de recuerdos, somos apenas lo que podemos contar mirando hacia el pasado con furor. Difiero profundamente de aquellos que hablan de que sólo importa el “instante”, de “vivir el ahora” como religión tirana y absoluta, indiferente al porvenir.

El instante es un andar continuo e inaprensible, solo nos queda lo que podemos fijar en la memoria, lo que del pasado nos llega cantando el eco de su vital permanencia, el susurro alerta en los oídos del buen caminante. Olvidar es sinónimo de muerte, recordar es resucitar lo querido, recuerdo viene del latín: "recor-dis" que se traduce en volver a pasar por el corazón. Por ello, tan solo es nuestro lo que podemos evocar. Nos pertenece y es verdaderamente de nosotros lo que del cofre de la memoria hemos de recuperar y volver a hacer visible cual destellos de luz entre las celosías del corazón.

Difícil tiempo este que desandamos, año 2020, que ha colocado a toda la humanidad en la cuerda floja y sobre la temerosa balsa del vivir, tifones, huracanes nos han movido, nos han puesto en la banqueta del miedo, a la espera sigilosa de que algo llegue y salve a nuestra especie de las garras de lo terrible.

Como el bien, el mal también deja sus huellas. Es nuestro deber y necesidad, seguir aquellas que nos alimentan, que han servido de ejemplo y modelo para vivir en poética existencia, en atenta mirada frente a la belleza que la vida nos regala en segundos fugaces, y que se hacen perdurables cuando les atesoramos como una fotografía íntima, profunda y solo nuestra.


Maña

Voy y vuelvo

sobre el mismo camino

lo recorro

lo palpo con la pericia del orfebre

cuando labra la cuna del hijo.


Vuelvo sobre mí

para sanar las huellas

limpiando de hollín el destino

y recoger las alas rotas

que con la ira del tiempo hemos perdido.


Así esperamos que un año más termine y se lleve con sus horas la huella tenebrosa del confinamiento, del miedo a la levedad del cuerpo, frágil, fácilmente vulnerable. Que aparezca otra vez lo que era habitual y tan poco valorado; la mano que aprieta la nuestra, el beso en la mejilla, el sencillo abrazo y su transfusión de latidos, cual oro incalculable, huella del querer compartido.


Huellas

Las de los padres que nos pusieron en la ruta del destino.

La de los seres queridos que partieron antes.

La de las vidas enérgicas y luminosas con sus fuegos incendiarios de ideas y sentimientos, las que todavía nos ayudan a caminar por este tiempo.


Huellas

Las de los hijos que vamos cuidando con esmero.

Las nuestras, las que debemos dejar claras, limpias, alertas.


Huellas

Las más duraderas, las de nuestra cultura: comidas, refranes, vestidos, cantos, gestos, rezos, tradiciones que traspasamos sin percatarnos que con ello damos continuidad a la vida colectiva que pervive desde los primeros pasos cuando la existencia era un hurgar de luminosos asombros, de ritos festivos a la naturaleza y extraños hallazgos. Eso somos, eso seguiremos siendo hasta el último aliento o el fin de la familia humana, ritos.

Cuidemos los rituales que invitan al encuentro, que nos llega desde lejos con el humo de la hoguera, el calor a vida, el fuego compartido.


Huellas

En las manos, en los sueños, en la planta de los pies, en la voz cantarina y única de cada cual, huellas en las caricias que dejamos, en la sonrisa sin precio que a otro rostro regalamos.


Huellas

Hasta en el silencio y el rechazo, en la negativa a seguir la senda que riñe con la nuestra.

Desde el nacimiento hasta el primer camino, el adiós definitivo y el ocaso.


Memoria y Permanencia

Estas palabras sencillas nacen solitarias, andan y van en busca de otros rastros, de otros pasos, quizá nada de ellas quedaran y mientras alguien las lee también irán pasando como todos pasamos, en tránsito inalterable. Sin memoria no podemos continuar el recorrido, no solo es necesaria si decidimos regresar, la memoria fundamentalmente es quien nos orienta la ruta y nos ayuda a evadir aquellos atajos por los que nunca debimos cruzar.

Otro año llegará pronto, si la vida lo permite nuestros ojos mirarán su sol, la sonrisa de algún ser amado, escucharemos otra vez los cantos, las voces del cariño a nuestro lado, el bullicio de la gente defendiendo la originaria razón que nos presenta como seres gregarios, necesitados siempre de los otros, de su compañía, sin esos rostros que aunque desconocidos y lejanos pasan a nuestro lado, el ser humano jamás podría sentirse vivo, ni comprender su existencia dentro del universo colectivo que juntos formamos. 

A pocas horas de cruzar el año, estas palabras te abrazan deseándote salud y buena memoria para que cuentes a los tuyos tus pasos, tu andar, tu camino, las huellas sensibles que alguien habrá de seguir alguna vez, de recordar, de nombrar, como presencia necesaria.

Las huellas que dejas son el germen de las palabras futuras que en otros han de florecer sobre el árbol que, entre todos, desde la primera huella hasta hoy y juntos formamos.

Frente a mi ventana

la brisa no deja de tocar con insistencia

invitándome a pasear por la ciudad,

yo le abro la ventana y le cuento lo que pasa,

entonces solidariamente me regala el fino olor a café tostado,

una serenata de pájaros

y su espera fiel para cuando pase la pandemia.


Feliz año, salud y vida.

Sigamos las huellas, dejemos la nuestra, hagamos memoria, sembremos permanencia.


Andrés Castillo

30 de diciembre de 2020

castillete7@gmail.com

viernes, 18 de diciembre de 2020

Huella

Ni el canto, ni el poema

ni la pluma valiente

escribiendo tu gloria sobre el río.

Ni las memorias trémulas

ni la traicionada historia

que da vueltas sobre el mismo rito.

Para decir algo de ti

hay que volver al patio de la escuela

mirar con pasión la bandera

salir tras la huella de tus sueños

con la sangre nueva

con las manos repletas de tu entrega

y gritarle al viento tu verdadero nombre:

Bolívar Bolívar compañero.

Simón Simón alma del pueblo.

Simón Bolívar Libertador.

Libertador Libertador.

Libertador soy tu comienzo.



Poema de Andrés Castillo