Encuentro

PALABRAS,SILENCIOS,AMORES, COMBATES, TRIUNFOS Y DERROTAS, NOSTALGIAS, AUSENCIAS.
DE FLORES Y BALAS COMO LA VIDA.
Poética existencia. Vida poética.

martes, 29 de noviembre de 2022

El Magosto

  Una tradición con el aroma de Galicia

                                                             (Fotografía: Andrés Castillo)

El otoño tiene olor a castañas a vino y tradición.

El magosto es una festividad muy arraigada en distintos pueblos de Galicia, manifestación que gira alrededor de la cosecha y el cultivo de la castaña, donde el compartir de la comunidad, la gastronomía, la devoción y la fiesta se juntan en torno al aroma que sale de las brasas.

Magosto se manifiesta como: «hoguera para asar castañas». Magnus Ustus, palabra procedente del latín, gran fuego. 

Como casi todas las tradiciones gira alrededor de la valoración a la naturaleza, la fe y la fiesta colectiva, al igual que la vendimia, el magosto se compone esencialmente de la participación de las comunidades, originalmente la gente de los campos peregrinaba al monte en procesión para recoger el fruto del castaño y en torno a una hoguera solían asarla para dar gracias por la cosecha y así celebrar la llegada del otoño y su rubores, en torno al fuego surgía la  amistad, el traspaso de la cultura oral de los maestros a sus discípulos, de los mayores a los más jóvenes, con ello las historias, el juego, la broma y las ocurrencias que terminaban siempre con algún refrán y su filosofía popular, este caminaría por el tiempo llevando la vida que hace vivo a los pueblos: la tradición.

Solo la tradición sabe bien de donde vienen nuestros pasos, en donde nos hallamos y cuál ha de ser el camino que debemos seguir para no traicionar lo que se ha caminado como generación. La tradición es esencialmente memoria e identidad colectiva, es la tierra que hacemos orgánica, prefigura el futuro y hace que comprendamos con clara certeza el presente.

Esta bonita festividad tiene relación con el Samahin, antigua celebración celta y que en Galicia tiene arraigo ancestral, originalmente conmemoraba el fuego, el fin de las cosechas y la llegada del invierno, el tributo a los ancestros al llegar el último día de octubre, luego la religión católica la emparentaba con la celebración de todos los muertos y de los santos.

Una celebración que convoca a vivos y muertos

El 31 de octubre se celebra el Samahin, el 1 de noviembre el [Día de todos los Santos] y el 11 de noviembre la festividad de [San Martiño], es justo en esta época cuando las castañas empiezan a caer de los árboles y se almacena para llenar posteriormente el ambiente con su inconfundible aroma, el humo y el jolgorio avanzan con buen ritmo a llenar de festividad todas las comarcas gallegas.

Es la tradición del magosto una fiesta de origen pagano, hay quienes hablan que llegó a Galicia con los romanos o este preserva una raíz celta, aunque es bien sabido que el árbol del castaño es originario de Galicia y su cultivo ha estado presente desde siempre en sus comunidades, siendo el alimento más popular antes de la siembra del maíz y la papa procedentes de América. 

El día de San Martiño es la conmemoración religiosa que respalda la festividad. 

Llega el otoño y las primeras castañas que colman los suelos al caer del árbol se le llama «As do engazo» luego será recogida con el implemento de labor el «engazo», una especie de rastrillo utilizado para tal tarea, la castaña se desprende de su erizo y lo que ha madurado es el fruto propiamente pero no su semilla, es esta la castaña, su maduración se produce posteriormente a la del fruto, la recolección se hace durante todo el mes de octubre.

                                                                     (Fotografía: Andrés Castillo)    

La festividad en torno a la castaña se celebra en todos los pueblos de la tierra gallega, aunque es en la comunidad de Lugo y Ourense, donde predominan los soutos [bosques de castaños], en el mítico paseo de Alameda y en la entrada de la zona monumental al cruzar porta faxeiras, en Santiago de Compostela, puedes encontrar la pintoresca locomotora de Manuel Prieto que lleva ya cincuenta y tres años llenando de olor a castañas las rúas más concurridas de la capital gallega.

El aroma que brota de las fugueiras (recipientes, tambores metálicos dispuestos para el asado de la castaña) va impregnando todo el ambiente gallego al llegar el fin de octubre y durante las primeras semanas de noviembre, de ahí que sea común ver en distintos barrios y poblados el humo oloroso a rito y tradición.

El magosto es un emblema de la tradición en Galicia, aunque también podemos hallarla en otras zonas de España como: Cantabria, Zamora, Salamanca, Asturias y Canarias.

Para acompañar esta festividad no falta el vino tinto, la buena conversa, la risa y el correteo de los más pequeños entre los árboles, el sonido de la gaita gallega anuncia la hora de danzar con alegría compartida y es entonces cuando se escucha dentro de las fugueiras el estallido de la castaña. 

«Ay magosto, ay magosto,

donde hay mozas y mozos

hay magosto».

(Del refranero)

La gente espera a que las castañas estoupe [estalle] dentro de los tambores ardiendo por el fuego, para comenzar ahora sí a saborear lo esperado, colocando los castaños asados dentro de cucuruchos elaborados en papel periódico o también sobre cestas de fibra natural, en algunas comunidades aprovechan el fuego para asar sardinas, las castañas se pueden acompañar con habas, chorizo y mojadas en leche o en vino.

Para el magosto y la castaña estos versos que entregamos:

                                       Con castaña y devoción/ Suena la gaita gallega

                                                Para el tiempo del otoño/Se calientan las hogueras

                                                Vamos todos al Magosto/A compartir un buen vino

                                                Que siga la tradición/No olvidemos el camino. 

Si el otoño y su colorido es una de las épocas más lindas del año en Galicia, el magosto y su aroma saben cómo nadie acompañar muy bien la tradición: 

Ya lo dice el refrán gallego: 

"Por San Martiño faise o magosto, con castañas asadas e viño ou mosto"

«El Magosto se hace para San Martiño, con castañas asadas y vino o mosto»


*Andrés Castillo

Doctor en Patrimonio Cultural. Poeta. Escritor. 

Profesor Universitario.

castillete7@gmail.com


sábado, 26 de noviembre de 2022

CANCIÓN SILVESTRE

 para volver a cantar. 

Andrés Castillo

A Marcos Ana, Alí Primera, Héctor Hidalgo Quero, Hugo Fernández Oviol, Paulo Freire, Fruto Vivas, Facundo Cabral, Roberto Fernández Retamar, Alberto Cortez, Pablo Milanés. A todos los maestros de cantos infinitos.
 

 

«Hay lágrimas que tienen estatura de estrellas indomables

y es de acero o de roble su ternura».

Marcos Ana

Pintura de Héctor Hidalgo Quero


La biblioteca habla conmigo y trae las palabras del tiempo arropadas por las huellas del cariño, de lo cierto, del tránsito poéticamente vivido, una estrella reposa en mi tristeza con su luz de lágrima doliente.

No hay ausencia cuando es verdad el canto y su latido.

Ahora las melodías de un sueño, la insistente caricia de la lluvia sobre el reseco tiempo, la huella extendida, mi árbol y yo, el clavel rojo naciendo en la memoria posándose en los cuadros, en las carátulas de los discos, ahora canta un ave en el patio y se iluminan de luciérnagas los nuevos nidos.

Cantos, versos y desvelos.

La verdad es una idea que recorre las guitarras, que anda jubilosa entre los afiches y folletos, coloreando banderas, franelas, lienzos y silencios, la verdad es un libro con todos sus abrazos, la borra del café durmiendo sus aromas en la mecedora tejida con la piel de las mazorcas de mi pueblo.

Yo vengo de ahí, de un aula abierta bajo los bucares, elevando papagayos de esperanza, atento a las lecciones de la generación de los maestros, los que extendían sus manos y liberaban el eco de sus voces para dejarnos el testigo del mundo porvenir, el que no fue cosechado, pero que de tanto labrarlo florecía bello, inmenso, sublime, alimento vital para este tiempo donde la lluvia se aleja tristona, muy lejos de los huertos nobles. El sol germinador se esconde en el bullicio sin verdad, sin entrega, sin inquietud, ni preguntas, ajenos al asombro de un poema en los cuadernos, de una voz en los caminos, de un disparo guerrillero en la quebrada del delirio.

Pero es este nuestro tiempo y hay que olvidar las falsas razones, hacer caso al sueño terco repetido, al cariño, al arrullo que inventa justo todos los cantíos.

Cansado va el camino buscando nobles pasos, sin hallar los valientes peregrinos.


Una generación nos anunciaba la ruta hacia la estrella nueva, hacia la luna enamorada de mares y gaviotas, de pan y justicia, unicornios, caracolas, alboradas, estrellas azules, mieles y escuelas.

Una generación abría los portones de las casas, brotaban los cantos, florecían las guitarras y era de verdad la muerte entregada, la vida salvada, la lucha toda liberada y el cantarino anhelo de tocar con la voz el cielo compañero.

Yo vengo de aquellos ecos, de aquellas voces que alumbraban la soledad oscura de los desiertos.

Maestros. discípulos. La continuidad es la razón del empeño.

Una generación se nos fue, se va, se queda en la esperanza cierta de seguir la huella que sabía inventar en cada intento sus nuevos comienzos.

Y sigue aquí el eco de la canción silvestre que anda todavía poblando nuestros áridos senderos.


Canción silvestre

La lluvia ya se anuncia
en el canturreo festivo
de las chicharras.
La canción
despierta sus latidos
para anunciar su eterno nacimiento.
Una generación avanza
lanzando semillas
al surco invisible del silencio.
Y crecieron aves
pájaros con su canto púrpura
alas de azulito cielo.
Y todo fue vivido.
Los maestros entregando el testigo

¿Estarán atentos los discípulos?
¿Sabrán por qué del cantar y el sendero?

El rumor del tiempo ya se cuela
en la canción silvestre de esta hora
llega para sacudir los árboles
para despertar la brisa
que se queda dormida entre las ramas.
De ahí vienen mis pasos
de un largo camino
semilla que canta su flor y rocío
silvestre canción sin alas de olvido.

Gracias maestros.

Nos separan unas horas, un olvido, un torpe silencio y la orfandad del nuevo camino.

Para luchar contra la injusticia, contra la tristeza y la soledad no hay edad, somos el mismo disparo, el mismo canto, la misma razón naciendo.
Siempre naciendo.  


Andrés Castillo

sábado, 19 de noviembre de 2022

Alrededor de tu huella


Dice la noticia que el mundo
ha llegado a los 8 mil millones de habitantes.
Tantos corazones
ojos y pasiones regadas por un mágico planeta
a punto del suicidio.
Multitud de universos ardientes y fugaces
seres para deleitarse en sus infinitos senderos
espléndidos, risueños, luminosos, agrestes o dantescos.
Es formidable el horizonte de manos, tendones, piel y besos 
que el siglo XXI, tecnológico y veloz
nos deja como reto para ir hasta su encuentro.
            Alrededor de tu huella 
            siembra mi vida la razón del regreso.
Hay que ver que el amor es terco
con tanta gente desparramada por el globo terráqueo
yo sigo acurrucado en ti como el primer neandertal
danzando mi sueño alrededor de tu fuego.
Oculto y feliz
en la tibia caverna de tu cuerpo.


Poema de Andrés Castillo

viernes, 11 de noviembre de 2022

Como a una ciudad

 


Puedo besarte de un lado a otro del boulevard, bajo la sombra de sus arboledas, justo al frente de las puertas de los viejos edificios estilo años cincuenta.

Te recorro con inquieta alevosía por los oscuros callejones donde la puñalada es una canción que sale de los bares hiriéndome de amor y de nostalgia.

Te beso y la memoria es también la de una ciudad que ya se ha muerto, que apenas si la encuentro en los poemas de sus viejos amantes, en la ráfaga de nubes que van buscando sitio alrededor de la montaña.

Te beso otra vez como quien camina sin rumbo de un lado a otro, ensimismado me deleito en cada estancia que me abre sus puertas, como tú, la piel de tu silueta. 

Aquella ciudad donde nos conocimos, se ha ido, pero vive el beso oloroso a “chaguarma” y “cerveza negra” con su erótica fragancia, la de dos muchachos sonrientes que sabían de memoria cada lugar donde el amor dejaba olvidada sus ropas color a madrugada.

Bésame tú, ahora, completo sin tardanza, que nada quede sin besar en las aceras de mi cuadra, te espero feliz, empieza flaca, bésame en todos los murales, en la plaza cubierta y en la tierra de nadie, bésame Caracas adentro, sigue la ruta del sonido con sus guaracheros, que tiemble el bullicio, que la enorme montaña, erizada por tu boca nos lleve entre sus caminos al origen del mar, al otro lado del delirio, que ya Reverón sabe bien como es la hermosa locura de amar, de soñar y de nunca dejar de ser uno mismo.

a Tibi.


De Andrés Castillo

2022