Hazme
la guerra o el amor
es
lo mismo,
igual
perderé la vida.
La
soledad
es
una guitarra
sin
cuerdas.
Soy
feliz
aunque
la tristeza
también
me acompañe.
El poema
escrito en el viento
respeta la vida del
árbol.
El gusano
que devora
no recuerda que viví.
Amores que nos hacen volar
aunque los amemos
con los pies sobre la tierra.
Regálele la flor en tu
mirada,
déjala con vida
para otros amantes.
Amada, amada mía,
mírame
y hazme paisaje.
Me incendio en tu piel
y los volcanes
se mueren de miedo.
A imagen y semejanza
nuestro Dios
también muere.
Autor: Andrés Castillo