Encuentro

PALABRAS,SILENCIOS,AMORES, COMBATES, TRIUNFOS Y DERROTAS, NOSTALGIAS, AUSENCIAS.
DE FLORES Y BALAS COMO LA VIDA.
Poética existencia. Vida poética.

miércoles, 25 de julio de 2007

TRES POEMAS DE ANDRES CASTILLO

EN DIAS DE SOLEDAD



Sabes que te amo


Sabes que te amo
No con el significado frío y tenue
De una palabra que no entiende nuestros besos.

Sabes que te amo
Sí, lo sabes bien
Cuando andas a mi lado
Y mi mano se pierde en la tuya
Que aunque más pequeña
Guarda un mar y una galaxia
Guarda un cielo y el misterio
Que derrite mis huesos.

Tú sabes que te amo
En la mirada que nos damos
En la risa que es de ambos
En el silencio que nos une
En cada mañana cuando nos vamos
Por un camino que sólo tú y yo sabemos andar
Y del que nunca nos gusta regresar.

Sí, te amo
Y tú lo sabes bien
Te amo en las canciones de la Sole
En las de Víctor Heredia
En las de Gieco
y en todas las que nos llevan
A descubrir los charcos
Donde el sapo de la noche
El sapo cancionero
Nos besa las mejillas
Y nos crea un mundo nuevo.

Sabes que te amo
Con la fuerza y la ternura
Que me mata y revive
Que me hace sentir
Que sin ti no hay razones
Para enfrentar al mundo
Con todos sus temores.

Sabes que te amo
Con todo lo que soy
Con todo lo que he sido
Con todo lo que siento
Con todo lo vivido.

Amanda
Bien sabes que te amo.

Un 24 de julio de 2007
muriendo por estar contigo.



Amor, Tecnología y Soledad
A Aly, buen compañero.


Internet, impresoras.
Dvd, Conexiones en red.
Google, Gmail, You Tube.
@,@,@...........................
…………………………
………………………….

Definitivamente ya estoy viejo
Y me haces falta hijo.
Regresa que no sé como resolver
Tanta soledad cibernética.

Te guardo mil Megas de besos
Almacenados en el disco de mi corazón.



Estado de coma
A Tibisay, vida que es la mía.



Hace unos días
Te fuiste
Y pensé que no me harías falta
Que podría estar sin ti
Que tendría tiempo
Para perder el tiempo.

Quiero que sepas
que desde la media hora de tu partida
mi piel sentía necesidad de la tuya
como si fueras mi epidermis.

Hoy tengo una semana sin verte
Y mis ojos no miran
Mis besos no besan
Mis pies no me sostienen igual.

Hoy tengo unos días
Sin sentirte vital a mi lado
Sin que tus piernas le den fuerzas a las mías
Sin que tus manos me aparten los fantasmas
Que pueblan mi memoria
Que ahorcan la nostalgia.

Una semana sin signos vitales
Sin pasado ni presente
Sin reloj y sin pulso
Sin vida y viviendo.

Hace unos días te fuiste
Y yo aquí en estado de coma.

martes, 17 de julio de 2007

HUGO FERNANDEZ OVIOL


PARA TI POETA.
 BARBA ROJA COLORADA.
Andrés Castillo



Viejo camarada, poeta que nos haces falta, niño de barba y de canto, de casa grande y alborada.
Poeta, ternura y militancia, batalla a caballo y muchachada.
Barba roja llena de pájaros, de luces y de campanas.
Voz alegre y con certeza, verdad limpia y sin ofensa, viejo, niño con guitarra, botella que tomas en la noche, calor de ausencia y madrugada.

Poeta, dime porqué no tengo tu palabra, si la busco en cada monte, en cada árbol que se tala.

Poeta ¿dónde andas mi paisano, dónde olvidaste la metralla?, ahora cuando a nuestro pueblo lo siguen vendiendo los canallas, lo siguen llenando de burdeles, de ocio, de vidrios y murallas.

Poeta ¿dime pues, si conseguiste a Vikingo, si tan sólo te jugaba una mala vaina?

Poeta cocíname una sopa, adóbala con recuerdos y nostalgias.
Poeta en dónde escondiste tus nuevas palabras, si no encuentro quién me diga, quién me tienda la mano en mis noches de insomnio, en mis tardes de rabia.

Poeta dime poeta, cómo vivir en este mundo, como aguantar tanta insolencia, tanta absurda mala hora, tanta gente que no ama.



Hugo Fernández Oviol. (Cabure, Estado Falcón 1927 - Coro 2006)
Licenciado en Educación,trabajó en todos los niveles del sistema educativo, desde la Escuela Rural hasta las aulas universitarias. Dictó cursos, seminarios y conferencias en Sur y Centro América.
Fue Decano de la Facultad de Humanidades de la Universidad Yacambú (Barquisimeto).
Premio Municipal de Poesía. Director y miembro del Consejo de Redacción de la Revista Job (Barquisimeto). Presidente de la Tertulia Literaria Hugo Fernández Oviol con sede en Coro y Director de la Revista “Ventanal”. Libros publicado: Agua delgada (1964); 12 Variaciones alrededor de una guitarra (1973); La Casa deshabitada (1982); Caballos (1995); La canción de Morella (1983); Antología poética (2000). Antología poética 2006.

3 POEMAS DE HUGO FERNANDEZ OVIOL

Nada extraordinario

Yo no pido nada extraordinario:
a nadie he dicho, por ejemplo,
córtate la mano derecha
y entrégamela entre rebanadas
de pan blanco.

¿Acaso he dicho a alguien:
ólvidate del nombre de tu madre
y cava una inmensa sepultura
en el vientre de tu hermano?

No. Yo no pido nada extraordinario
ni uno sólo puede desmentirme
cuando digo:
yo no he pedido a nadie
que se saque los ojos
para que el sol le lama
la cicatriz del llanto.

Es más,
a nadie he pedido todavía:
amamanta la mitad de tu sed
para que me regales
la mitad de tu agua.

Yo sencillamente he dicho:
No quiero que mi hermano
sufra hambre,
no quiero que le
roben su trabajo,
no quiero que sea muerto
en tierra extraña…

Y sin embargo,
hay gente enfurecida
dispuesta a romperme
la guitarra,
empeñada en disecar
mi voz,
sobre el madero oscuro
de una encrucijada,
resuelta a convertir
mis huesos
en harina amarga
y carcelaria…

Yo no los comprendo, amigo,
yo no pido nada extraordinario.



El papagayo

Hace mucho tiempo, cuando aún cabalgaba el potro pío de la infancia, solía ir a una huerta detrás de mi casa y pasarme horas enteras elevando un papagayo.

-Perdedera de tiempo, ganas de hacer nada; decía mi familia, y me colmaban de reproches y se empeñaban en demostrarme la inutilidad de mi esfuerzo y la necesidad de aprender cosas útiles y ¡nunca les hice caso!

La vida, a golpes, me ha enseñado que no se hace compañía juntando soledades, ni se construyen puentes con serpentinas, ni se evitan bombardeos creando pájaros; pero, yo soy tonto definitivamente y sigo elevando el papagayo.




El viejo
Andaba tan lleno de soledad que cualquier pañuelo le desataba el llanto, y lo peor era que lloraba hacia adentro y el río de las lágrimas le enturbiaba las garzas, le corroía las gaviotas y le sembraba el mar de peces solitarios.

Él sabía que por ese camino era inevitable que se encontrara con el caballo ciego y trataba de cavar salidas en el túnel; pero, inventaba picas falsas y a cada instante estaba más profundo en el corazón de la montaña.

Era casi inevitable el encuentro con los gavilanes y sus palomas lo presentían e iban apagando sus arrullos y la angustia, como un oscuro almidón espeso, les iba entumeciendo las alas y les pintaba la cola con pinceladas amargas.

Él sabía que había llegado el momento en el cual resultaría inútil que malgastara la mañana tirando monedas en el río, porque a las seis de la tarde, a la hora exacta del crepúsculo, sentiría tintinear en sus bolsillos las monedas del miedo… y se desesperaba.

Entonces empezó a inventar huidas, a escalar montañas falsas, a querer esconderse en los recuerdos, a racionalizar el tobogán y la escapada. Pero su tristeza andaba con él y cuando se creía más seguro, cuando menos lo esperaba, le enseñaba la lengua y empezaba nuevamente a corroerle el alma.

Así llegó hasta el lago y ellas estaban allí, sembrando poemas en la arena, con la esperanza de que nacieran fusiles en la sierra… él aprovechó la ocasión para robarle su quena más pequeña y se puso a elevar su viejo papagayo.

Luego frente a su sed de siglos, la muchacha le tendió la vasija luminosa de sus manos y el agua clara y fresca de su voz se precipitó hacia él en forma de raudales y fue el deslumbramiento: el relámpago azul del sueño multiplicado en las estrellas, la noche iluminada, el pulir amorosamente los luceros, la reinvención del azúcar y un florecer infinito del naranjo.
Él dijo entonces de su absurdo deambular y sus fantasmas y ella le recordó la silla de ruedas de Mariátegui. Él le dijo de los compañeros muertos y de los fusiles enterrados y ella le recordó el tiple de Atahualpa en el Tolima y le habló de Víctor Jara y le dijo de Jorge, un mimo del Perú que monta su espectáculo en las plazas e inventa sopas ratoniles y, lo más importante, que se ha negado siempre a pedir permiso para su espectáculo.

Después, él se quedó mirándola a los ojos largamente, tomó un pedacito de luz de su sonrisa, hizo con ella una bandera y se la puso en la solapa. Limpió su viejo rifle y se sumergió en la calle.

Esto sucedió hace mil años y todavía cuando se le pregunta al viento por el viejo, contesta sonriendo:

-Por allí anda, con la barba millonaria de pájaros, con los bolsillos repletos de papeles, disparando su vieja escopeta y su esperanza.

martes, 10 de julio de 2007


POEMAS

DE ANDRES CASTILLO
“Si no tardas mucho te esperaré toda la vida”.
Oscar Wilde

Cuando sé que te pierdo


“Cuando a veces te pierdo siento sólo del lado del dolor”





“Cuando empiezo a pensar que todo ha terminado entre tu yo
dejo de pensar
y empiezo a sufrir
-sufro luego existo-”










“Si piensas dejarme y algún día tienes otro amor, lo lamento por ti, pero espero que él sea un millón de veces más celoso que yo, para que cuando me vea por la calle de un sólo disparo acabe con el dolor que me dejará tu ausencia”.



“Cuando sé que tu no me quieres, se hace insoportable mi ateismo”





















“Cuando apareces es como si me inyectaran una sobredosis de alegría
nacida en el caudal del Orinoco”.




“Cuando estoy peleado contigo
pido a gritos
que alguien suene la campana
o que mi esquina lance la toalla”.





“Dicen que me crucificaron en el centro de tu pecho. Por los siglos de los siglos y amé”.


domingo, 8 de julio de 2007

POEMAS DE ANDRES CASTILLO



Soledades

Ayer me negaste otra vez el mismo beso
hoy sigo aquí,
embriagado,
oyendo a Sabina
buscando tus labios
en el borde de mi vaso.




Todas las mañanas sé que te despiertas en otros brazos.
Cada fin de semana es otro quien se adueña de tu olor
Por eso yo,
cada día
cada fin de semana
voy al encuentro de algún rosal cercano,
para abrazar sus pétalos,
para embriagarme de su olor,
y así,
tener la ilusión
que tu me perteneces.




Ayer te dejé en la esquina
mirando como te alejabas
sabía que era el principio de mi tristeza habitual
de otro fin de semana si tu cuerpo delante de mi.
Entonces me fui al Ávila a divisar como esta ciudad
pierde su sentido,
como esta ciudad dejó de ser la sucursal del cielo.







No sé porque es en la madrugada
cuando más ganas tengo de tu cuerpo.
Será por aquello
de que está más cerca el amanecer.



Poema sin ti

Pasé horas enteras frente a mi computador
tomé el lápiz y el papel continuaba en blanco,
como hace ya un mes.

Ninguna palabra surgía para escribir
el más hermoso poema
que pueda expresar la inmensa belleza
y el amor mas intenso
el que siento por una mujer
innombrable.

Hoy lo intenté de nuevo
y mi imaginación aún estaba de viaje.

De repente cerré mis ojos
intentando traerla hasta mi
y sin pensarlo encontré las dos palabras
que andaba buscando para decirlo todo.

Así tu nombre se desvestía en mi papel
para sentir que el poema había llegado
Isla y deseo

Quiero navegar hasta tus arenas
desandar lentamente el misterio de tu suelo.

Quiero detener mi balsa en tus orillas
mirar calladamente y sin temores
todos los espacios que guardas en silencio.

Quiero caminar serenamente por todos
tus misterios
deambular inquieto
hasta encontrar un lugar secreto
un lugar donde acampar para siempre
donde poblar mis sueños,
donde sembrar deseos.

No hay territorio
más hermoso que tu cuerpo
no hay misterio más divino
que tus besos.

Quiero perderme en tus caminos
y llegar hasta lo más profundo de tu selva
hasta lo más lejano de tu cielo.

Quiero quedarme para siempre
vigilando tus sueños
regando de besos tus bordes
tus dos pequeños riachuelos.

Quiero que despiertes
en un deseo inmenso
y me pidas ser el naufrago
que conquistó tu suelo.
Ausente de mi

Ando a la deriva
sin visualizar un horizonte,


ando como aturdido
invadido por vientos y amnesias.

Tengo ya mucho tiempo como ausente de mi mismo
sin encontrar el sueño y el cariño
a la deriva y sin timón
a la deriva y sin que nadie sepa el porqué de mi naufragio.

Pero en este torbellino envilecido,
tu figura surge a lo lejos,
tu sonrisa se ve entre lo nublado,
como si en el seguro abismo de mi muerte
la luz de tu alma me tienda la mano
y me rescate al paraíso
que nunca espero.