Encuentro

PALABRAS,SILENCIOS,AMORES, COMBATES, TRIUNFOS Y DERROTAS, NOSTALGIAS, AUSENCIAS.
DE FLORES Y BALAS COMO LA VIDA.
Poética existencia. Vida poética.

sábado, 23 de diciembre de 2017

Venezuela: grandeza, amor y dignidad


Foto de: Enrique Romay

Ya no soporto, ni tolero los mensajes, memes, palabras y alaridos grises sobre nuestra amada patria. Como una lluvia ladina y enferma de odio llegan las voces siempre anónimas que menosprecian al país, en una campaña nefasta mostrando a Venezuela como un nido de delincuencia y miseria, donde los buenos se han ido y aquí sólo queda una legión de delincuentes, corruptos e ignorantes. No lo acepto. Más allá de la compleja situación que existe, que ha existido y en peores circunstancias muchas veces ahora mismo en otros países, pero el desprecio es por Venezuela, no lo acepto.

Nuestra tierra es hermosa y la mayoría de su gente es buena, inteligente, valiente y honrada. No aceptemos esa campaña nefasta, enfermiza sobre nuestra amada tierra. Tierra donde hay poetas ahora mismo pintando de versos sus mares y ríos, cantores, obreros, profesionales creyendo en este país que amamos. Guacamayas surcan felices el cielo de Caracas, en el Zulia reina la décima y la alegría, así en toda Venezuela la gente vive y ama, con sus niños y niñas jugando a la vida noble y buena. No permitamos que gente que quiere sembrar odio, desánimo y desprecio por el país y por quienes aquí seguimos amando la esperanza logre su cometido. 

Venezuela es hermosa y superará este tiempo difícil sí, definitivo no. Este es el país más hermoso y digno del mundo, así lo grito. Amo mi tierra y su gente aún en la adversidad, ahí más lo quiero y lucho por ello. Desde hoy no acepto ni tolero campaña depredadora contra la patria de Bolívar y de todos y todas nosotros. Quién se preocupe por ella que venga o trabaje por ella. Aquí estamos amándola en cada despertar quienes nos quedamos para besarla en la acción cotidiana como abuela y esposa amada. Como dijo el poeta Cruz Salmerón Acosta aún en su lecho de muerte sin renegar de la belleza de su tierra y el amor de su gente:

"El colibrí de tú mirada riela 
Sobre el agua enturbiada de mis ojos
Y de tus célicas mejillas vuela
Un crepúsculo rosa de sonrojos".

                                               Foto de: Andrés Castillo (Cabo de San Román. Paraguaná)

Venezuela siempre libre, amada y viva.

Andrés Castillo

domingo, 17 de diciembre de 2017

Con la poesía inventó su esperanza

A los 90 años del nacimiento del amado poeta falconiano Hugo Fernández Oviol
18 de diciembre de 1927. En Cabure Sierra de Falcón.

(El poeta de niño)


El primer libro de poemas publicado por Hugo Fernández Oviol se tituló: 12 variaciones alrededor de una guitarra, ediciones Cántaro (1973), con el número doce, daba inicio a la hermosa cuenta de palabras entregadas en defensa de la vida, del ser humano, de la naturaleza, de la poesía.

Quizá las remembranzas de sus clases de bachillerato como profesor de matemáticas en 1947, en la Escuela de Comercio “Pedro Curiel Ramírez” o tal vez desde los primeros años de su niñez en su Caburé querido, cuando se quedaba ensimismado escuchando las canciones que brotaban de los cuatros y guitarras de los cantadores de salves, le hacían volver al camino de los números, de las hojas que viajan jugando con el viento, de la hermandad que siempre supo  multiplicar por dos, ahora por las seis cuerdas tensadas para nombrar la vida, así, el poeta maestro, tierno y solidario inventó la esperanza y se fue con su poesía encendiendo farolitos de almendra, de semerucos, pomarrosas o dulces mandarinas.

Desde 1962 venía publicando textos para el quehacer educativo:  planes para maestros, normas para maestros alfabetizadores, manuales agropecuarios para maestros alfabetizadores, en ellos también dejaba abonada su siembra, su amorosa entrega de maestro de pueblo, de amigo y camarada de diversas generaciones de venezolanos, de latinoamericanos. Su labor educativa no estuvo nunca separada de su labranza poética.

Luego siguieron los poemarios: Agua delgada (1974), Cabure también tiene poetas (1976), La casa deshabitada (1982), La canción de Morela (1983), La canción anónima (1991), Para que pongas a navegar la rosa (1991), Caballos (1995) y las antologías del Fondo Editorial del estado Falcón. Ediciones Libros Blancos (2000) y de la Editorial El perro y la rana (2006). En la revista Ventanal como memoria de la tertulia que lleva su nombre nos legó hermosos trabajos, cada cual con la claridad y firmeza que siempre lo identificaron. Casi al final de su largo y florido camino, en una edición artesanal nos entrega el poemario: Jayling (2005) de 20 ejemplares numerados, con un atento y sublime diseño del artista Emiro Lobo, en él se resguarda la escritura del niño amoroso y grande que tanta falta nos hace, en estos tiempos de ausencias de verdades, de coherencias y sabias palabras.

La poesía de Hugo Fernández Oviol, es poesía que canta entre los árboles, sobre el río, entre las naranjas, desde sus comienzos su palabra se comprometió con la naturaleza, con la defensa necesaria del espacio donde el hombre habita, no hizo nunca el poeta un arte para buscar un nombre entre la literatura nacional, su poesía fue vehículo para mirar a la gente, para abrazar a los amigos, para conversar con el obrero, con la muchacha, con el arreador, con el hacedor de guitarras, para arrullar a sus nietos, para ponerles un papagayo entre las manos y volar con ellos.

La naturaleza, la dignidad del ser humano, el amor como herramienta para construir caminos y la canción nacida del suelo que se ama, fueron impulsos ineludibles de su escritura poética.

Melodiosa canción que como rumor de bosque fue brotando del barro de su tierra, no en vano muchos de sus títulos tienen que ver con el canto como sendero: Del pan y la canción, sentencia amorosa y manifiesto certero sobre el rol del artista en su sociedad, sobre el compromiso del creador que milita con su arte en apoyo a la vida del ser humano, con él, Hugo asumió su trabajo poético, entre glosas y décimas se fue a la guerra de la lucha popular que jamás evadió:

hoy no promete un buen día
nació triste la mañana
ni un repique de campana
ni un rasgueo de guitarra
y con fusil y chamarra
salió la tropa coriana.

Y el poeta entrega su canción cual belleza de aurora en las pupilas: Baila Norma, es otro poema que danza con las mariposas para salvar el beso entre las rosas:

Baila, Norma
porque en la ruta área de la abeja,
al norte de la miel, al este del aroma,
hay un pueblo azul hoy sublevado
por el fusilamiento de una mariposa.

 La canción del agua, hermoso poema que deberíamos asumir como himno ambientalista, como arrullo primero por la tierra madre que tanto hacemos sufrir, en sus versos hay un diluvio de ternura que bien podría salvarnos de tanta aridez y mala hora. El cantor falconiano José Montecano grabó recientemente el poema y le impregnó una sencilla melodía en ritmo de sangueo, excelso homenaje para quien supo destilar riachuelos de hermandad y decoro, es una canción para regar la tierra y el alma que vamos incinerando torpemente, poema que hay que divulgar en las escuelas, en los campos, en las calles del pueblo para decir con él:

Y en la noche agruparemos
a todo el pueblo en la plaza
y juntos entonaremos
la dulce canción del agua.

La poesía de Hugo Fernández Oviol, su huella de honestidad y militancia, son el eco de su grito, de su camino tallado sin arrear banderas, sin horadar, ni traicionar sus sueños, sin profanar la sencillez y humildad con la que vistió siempre su conducta, eco que hoy sigue llamándonos desde la seriedad de su trabajo creativo, a poblar la casa que se nos va quedando sola, cuando olvidamos el abrazo sin hipocresía y mezquindad, abrazo de paisanos, de arrieros del mismo camino donde nos topamos inevitablemente.

La poesía de Hugo fue frontal, sin velos estéticos, pero siempre cuidó el poeta que el sol de la contienda no quemara su corazón y manos a la hora de escribir la idea, ya lo decía el filósofo José Ortega y Gasset: “Quien quiera enseñarnos una verdad que no nos la diga”, la verdad de su palabra tenía el latido de su huella,  por eso en sus versos habitaron los gonzalitos, caballos y mariposas, las gaviotas y palmeras, sapos, grillos y riachuelos derramaron en lágrimas muchos de sus libros, hoy con ellos  vamos calmando nuestra sed en la inevitable distancia de su abrigo.

Dos meses antes de su partida escribía en una cuartilla donde con grandeza de escritor y poeta resumía toda su vidaA orillas de mi muerte, no tengo nada de que arrepentirme y en honor a ustedes y a los viejos copleros de la serranía falconiana, me despido con la siguiente copla:

Qué sabroso es constatar
que uno ha llegado a ser viejo
sin haber sido pendejo
y con mucho que contar”.

El recuerdo del poeta, el maestro, el amigo

Siempre quise conocer al poeta detrás de los libros, su poesía andaba con nosotros desde hacía muchos años, nos había formado y alimentado en noches de soledad y conversa. Una tarde coriana el cantor José Montecano permitió que se multiplicaran los abrazos y el cariño extendido al reino familiar de ambos.
Así llegamos a su casona patrimonial, tocamos a la puerta y nadie respondía, el ventanal que dio nombre a la revista nacida en su tertulia nos anunciaba con el golpeteo de la brisa que el poeta esperaba sigiloso, ahí estaba sentado al borde de su cama, con su barba repleta de paraulatas, de pensamientos compartidos, los dedos de viento acariciaban su espalda, como lo escribiera en un poema, pero no estaba solo el poeta, el recuerdo de su adorada esposa lo acompañó siempre, y así, supo de nosotros y nos abrió el cariño, conversamos largamente bajo la frescura frondosa del árbol sin olvido.

El cristofué convocó
a una asamblea
y el patio
se pobló de trinos

Bebimos el trago que siempre recordamos porque tenía el aroma de la tarde buena, de la amistad compañera. Desde ahí lo cargamos siempre, le llevamos siempre, unido a los afectos más queridos, con la serena verdad de saberlo vivo en nuestros caminos.

Hugo Fernández Oviol es un poeta vital, es un poeta cada día más necesario y vigente, porque lo que él cantó sigue pendiente, se siguen talando bosques, se siguen secando ríos, se pierden en soledad los hombres y mujeres, les faltan rosas y panes a muchos abuelos y niños.

Vamos a salir asidos de la mano,
a mojar nuestras voces, a humedecer nuestro pelo,
a lavar las palabras, a sembrar nuestros besos,
a fecundar la tierra.

Hoy la poesía venezolana anda en tierra buena, en toda nuestra patria jóvenes poetas salen al camino a pelear con la aridez del tiempo global, voraz, huidizo, con la palabra poética como adarga en los brazos, hacen guerra de versos para seguir la huella de los viejos peregrinos.
El poeta nos deja en uno de sus últimos versos su joven poesía, esa que se escribe cuando se ha vivido con todos los años de amor compartido.

Tu liviano universo lo descubro en los bosques de la sierra.
A orillas de tu amor soy un árbol florecido que multiplica sus pájaros.

Hugo Fernández Oviol anda con ellos, así lo diría otro gigante poeta español Marcos Ana, al decir de Pablo Picasso: “hace falta tiempo, mucho tiempo para ser joven” y Hugo vivió la vida que amando escribió, su poesía es joven como ellos, porque nombra al amor y el amor es un viejo de ojos aguarapados de nobleza, de barba roja colorada, que sigue naciendo.


Andrés Castillo
Docente universitario.
Escritor

viernes, 8 de diciembre de 2017

Tiempo de volcanes




Este tiempo que hoy nos ronda
parece hechizado de volcanes
de explosiones funestas
y de ardientes lenguas,
su lava nos persigue.

Traidores y corruptos
asesinos de sueños
los peores asesinos,
los que le matan al pueblo
la verdad de sus caminos.

Tiempo de volcanes
de fuego y ceniza
de mentiras sin ropa
de hambre en las esquinas
de miradas rotas
y verdades heridas.

Nos han quitado tanto
que es mejor el olvido
a tener que vivir
con el odio prendido.

Nos quedan las palabras
el canto y sus latidos
la huella de los justos
la sangre del caído
el ejemplo voraz
del juramento cumplido.

Nos queda mucho todavía
nos queda la lluvia
que haremos caer
para salvar la flor

y el beso del futuro.

Y nos queda el amor
el abrazo certero
la caricia y el alma
entregada sin miedo.



Poema de Andrés Castillo

lunes, 4 de diciembre de 2017

NO QUISIERA

Este poema fue publicado en el año 2008 en el poemario: Déjenme decirles algo
Fondo Editorial Ipasme.
                      

                                                             A los soñadores de mi pueblo




Que el tiempo pasara raudamente
y algunos de nosotros
ensimismados
recordando tan sólo
instantes idílicos.

Que sintamos
que perdimos el tiempo
al comprobar
que lo añorado
se desvaneció febrilmente
por que ellos no escucharon
las voces de los anónimos.

No quisiera que me
recordaran
como a uno más
que lo dio todo por nada.

No quisiera ver un día
a mis amigos
recordando este tiempo
como el que debió ser
diciendo que fue perdido
por no entender a tiempo
que debimos cambiar
que sólo nuestros corazones
no bastaron para combatir
a los dos imperios:
al del norte
y al de la certera hipocresía.


No quisiera que mis oídos
atormentados
escuchen tras barrotes o lapidas
a muchos de los nuestros
pidiendo disculpas,
pidiendo perdón
por ser lo que no fueron.



No quisiera que mis hijos
o nadie
lean este indefenso papel
cuando mi cuerpo se hunda en la tierra
víctima del fascismo
que hoy ronda las aceras
las calles
las veredas.

No quisiera lo juro
que los mismos de ayer
nos vendan los sueños
los cantos
las flores
los hijos
los cielos.

Y nosotros las víctimas
de un fascismo viejo
que debió morir
hace mucho tiempo.





Poema de Andrés Castillo