Encuentro

PALABRAS,SILENCIOS,AMORES, COMBATES, TRIUNFOS Y DERROTAS, NOSTALGIAS, AUSENCIAS.
DE FLORES Y BALAS COMO LA VIDA.
Poética existencia. Vida poética.

martes, 29 de diciembre de 2020

Huella, memoria, permanencia

Año largo y temible este que dejamos atrás. 

Se va con saña, contento de su mal. Con él también muchas vidas, millones de vidas “desconocidas”, vidas queridas que se lleva, nos quedan las huellas de los que caminaron esta tierra con vital existencia.

Año terrible de tragedia y desdicha para la humanidad.

El ser humano es esencialmente un ser de recuerdos, somos apenas lo que podemos contar mirando hacia el pasado con furor. Difiero profundamente de aquellos que hablan de que sólo importa el “instante”, de “vivir el ahora” como religión tirana y absoluta, indiferente al porvenir.

El instante es un andar continuo e inaprensible, solo nos queda lo que podemos fijar en la memoria, lo que del pasado nos llega cantando el eco de su vital permanencia, el susurro alerta en los oídos del buen caminante. Olvidar es sinónimo de muerte, recordar es resucitar lo querido, recuerdo viene del latín: "recor-dis" que se traduce en volver a pasar por el corazón. Por ello, tan solo es nuestro lo que podemos evocar. Nos pertenece y es verdaderamente de nosotros lo que del cofre de la memoria hemos de recuperar y volver a hacer visible cual destellos de luz entre las celosías del corazón.

Difícil tiempo este que desandamos, año 2020, que ha colocado a toda la humanidad en la cuerda floja y sobre la temerosa balsa del vivir, tifones, huracanes nos han movido, nos han puesto en la banqueta del miedo, a la espera sigilosa de que algo llegue y salve a nuestra especie de las garras de lo terrible.

Como el bien, el mal también deja sus huellas. Es nuestro deber y necesidad, seguir aquellas que nos alimentan, que han servido de ejemplo y modelo para vivir en poética existencia, en atenta mirada frente a la belleza que la vida nos regala en segundos fugaces, y que se hacen perdurables cuando les atesoramos como una fotografía íntima, profunda y solo nuestra.


Maña

Voy y vuelvo

sobre el mismo camino

lo recorro

lo palpo con la pericia del orfebre

cuando labra la cuna del hijo.


Vuelvo sobre mí

para sanar las huellas

limpiando de hollín el destino

y recoger las alas rotas

que con la ira del tiempo hemos perdido.


Así esperamos que un año más termine y se lleve con sus horas la huella tenebrosa del confinamiento, del miedo a la levedad del cuerpo, frágil, fácilmente vulnerable. Que aparezca otra vez lo que era habitual y tan poco valorado; la mano que aprieta la nuestra, el beso en la mejilla, el sencillo abrazo y su transfusión de latidos, cual oro incalculable, huella del querer compartido.


Huellas

Las de los padres que nos pusieron en la ruta del destino.

La de los seres queridos que partieron antes.

La de las vidas enérgicas y luminosas con sus fuegos incendiarios de ideas y sentimientos, las que todavía nos ayudan a caminar por este tiempo.


Huellas

Las de los hijos que vamos cuidando con esmero.

Las nuestras, las que debemos dejar claras, limpias, alertas.


Huellas

Las más duraderas, las de nuestra cultura: comidas, refranes, vestidos, cantos, gestos, rezos, tradiciones que traspasamos sin percatarnos que con ello damos continuidad a la vida colectiva que pervive desde los primeros pasos cuando la existencia era un hurgar de luminosos asombros, de ritos festivos a la naturaleza y extraños hallazgos. Eso somos, eso seguiremos siendo hasta el último aliento o el fin de la familia humana, ritos.

Cuidemos los rituales que invitan al encuentro, que nos llega desde lejos con el humo de la hoguera, el calor a vida, el fuego compartido.


Huellas

En las manos, en los sueños, en la planta de los pies, en la voz cantarina y única de cada cual, huellas en las caricias que dejamos, en la sonrisa sin precio que a otro rostro regalamos.


Huellas

Hasta en el silencio y el rechazo, en la negativa a seguir la senda que riñe con la nuestra.

Desde el nacimiento hasta el primer camino, el adiós definitivo y el ocaso.


Memoria y Permanencia

Estas palabras sencillas nacen solitarias, andan y van en busca de otros rastros, de otros pasos, quizá nada de ellas quedaran y mientras alguien las lee también irán pasando como todos pasamos, en tránsito inalterable. Sin memoria no podemos continuar el recorrido, no solo es necesaria si decidimos regresar, la memoria fundamentalmente es quien nos orienta la ruta y nos ayuda a evadir aquellos atajos por los que nunca debimos cruzar.

Otro año llegará pronto, si la vida lo permite nuestros ojos mirarán su sol, la sonrisa de algún ser amado, escucharemos otra vez los cantos, las voces del cariño a nuestro lado, el bullicio de la gente defendiendo la originaria razón que nos presenta como seres gregarios, necesitados siempre de los otros, de su compañía, sin esos rostros que aunque desconocidos y lejanos pasan a nuestro lado, el ser humano jamás podría sentirse vivo, ni comprender su existencia dentro del universo colectivo que juntos formamos. 

A pocas horas de cruzar el año, estas palabras te abrazan deseándote salud y buena memoria para que cuentes a los tuyos tus pasos, tu andar, tu camino, las huellas sensibles que alguien habrá de seguir alguna vez, de recordar, de nombrar, como presencia necesaria.

Las huellas que dejas son el germen de las palabras futuras que en otros han de florecer sobre el árbol que, entre todos, desde la primera huella hasta hoy y juntos formamos.

Frente a mi ventana

la brisa no deja de tocar con insistencia

invitándome a pasear por la ciudad,

yo le abro la ventana y le cuento lo que pasa,

entonces solidariamente me regala el fino olor a café tostado,

una serenata de pájaros

y su espera fiel para cuando pase la pandemia.


Feliz año, salud y vida.

Sigamos las huellas, dejemos la nuestra, hagamos memoria, sembremos permanencia.


Andrés Castillo

30 de diciembre de 2020

castillete7@gmail.com

viernes, 18 de diciembre de 2020

Huella

Ni el canto, ni el poema

ni la pluma valiente

escribiendo tu gloria sobre el río.

Ni las memorias trémulas

ni la traicionada historia

que da vueltas sobre el mismo rito.

Para decir algo de ti

hay que volver al patio de la escuela

mirar con pasión la bandera

salir tras la huella de tus sueños

con la sangre nueva

con las manos repletas de tu entrega

y gritarle al viento tu verdadero nombre:

Bolívar Bolívar compañero.

Simón Simón alma del pueblo.

Simón Bolívar Libertador.

Libertador Libertador.

Libertador soy tu comienzo.



Poema de Andrés Castillo

martes, 10 de noviembre de 2020

Color pastel


Fotografía de Marta Callenius (Paisaje de la Patagonia Argentina)


Yo soy tercamente optimista

y canto a la vida la belleza de su hora

invento el paisaje

con el color café de la confianza,

el pesimismo lo dejo

para cuando viva

en la estancia sin ventanas

de ese tiempo insalvable mi muerte.



Poema de Andrés Castillo


sábado, 31 de octubre de 2020

NACER CON ALÍ

A sus 79 años



* Andrés Castillo

Portada del libro: El sonido de una huella. 
Diseño de: Omar Cruz

Yo digo:
para qué sirve el cantor 
si no tiene los ojos puestos en el futuro.

Alí Primera


    Larga vida la de aquel cantor que se queda naciendo en las pupilas y en los pasos esperanzadores de su pueblo. En cada época, en cada tiempo histórico, en sublime permanencia.

    Cómo cuesta pronunciar las tres letras de ese nombre sonoro que a diario nos interpela, si en verdad, en silencio y compromiso militante le llevamos como camino y semilla en la ruta del diario vivir que labramos, cada quien en solitaria experiencia asimilada. 

    Cómo nombrar a Alí sin pensar en las vicisitudes de su gente en este momento que desafiamos, ahora mismo cuando escribo estas palabras que lo buscan en el sendero extendido del tiempo que nos aleja y en la verdad de cada huella que nos encuentra otra vez, regando su canto tercamente optimista. 

    Precisamente ahora, cuántos extienden su mirada más allá del horizonte, buscando algún paisaje seguro y esperanzador; los anónimos, los de caminos polvorientos, los de sol en la frente, los de las preocupaciones cotidianas por el diario vivir tan carente de Patria Buena que se tarda, se desdibuja y se nos hace quimérica en las horas inquietantes de los días que crujen. 
  
    Cada tiempo tiene su lectura, en cada época los seres humanos buscan la manera de desentrañar la realidad que debe confrontarse y qué acciones tomar para intentar cambiar el rumbo en beneficio colectivo, siempre y cuando exista una visión solidaria para con nuestros semejantes. Sucede que “escasamente” se cuenta con un “canto”, un “poema”, una sencilla “palabra”, la que se brinda como mano amiga ante las carencias que agobian a los que ya no esperan, los que van dejando de “confiar” en las ideas, en las propuestas, en el mensaje liberador que deberíamos afincar con nuestras acciones, porque cuando el techo de la calma se nos viene abajo hay que salir a la intemperie a salvar la vida con lo que se tiene entre las manos y en el alma, casi siempre en solitaria contienda. 
  
    Alí Primera (nombre inmenso que nos sigue convocando, juntando, alertando, guiando) supo bien cuál era su compromiso y con qué herramientas podría aportar en las transformaciones que su tiempo vital le exigieron. El canto por supuesto. Y con él, iba también la coherencia de sus huellas, de su accionar cotidiano, de su cara al viento, porque así lo decía: <<Es hermoso encontrarse con un pueblo que nos pide cuentas>>.
El tiempo es un leñador que nos persigue, es un rio enloquecido que nos lleva, es espejo permanente que nos hace preguntas, las que resultan imposibles de evadir cuando nos hemos formado dentro de las corrientes caudalosas del pensamiento crítico. 

    Han pasado ya 35 años de su partida, muchos cambios en todos los órdenes ha vivido la humanidad y por ende nuestra propia realidad como pueblo, la despedida física de Alí se produjo 15 años antes del fin de siglo XX, para dar paso a un nuevo milenio, este nuevo espacio sin lugar a dudas cuenta con nuevas formas de relacionarnos, donde las “sensibilidades” individuales y colectivas se expresan de forma muy diferente a la de tiempos anteriores, las tecnologías cotidianas hacen que aquellas divisiones entre: campo, ciudad, grupos etarios, en esta era se manifiesten totalmente distintas, complejizadas y en mucho casos desvestidas de nobles, legítimas e ingenuas aspiraciones. 

    El canto de Alí en su amplia visión no sólo expresó sus propias preocupaciones y convicciones políticas e ideológicas, también buscó constantemente la comunicación entre una y otra con aquellos espacios que nos atañen por igual a todos los seres humanos en cualquier época, en cualquier coyuntura, sin desmerecer las implicaciones que muchas veces estas irradian como consecuencia lógica del momento histórico en las que se hacen visibles, el cantor no dejó de develar esos lugares donde la rabia, la ternura, el amor, los hijos, la flor y la vida, encontraran un puente común por encima de la idea. Ese conflicto está intacto y me atrevo a afirmar que mediatizado y atravesado por lanzas más afiladas.

    Entonces, ¿cómo nombrar a Alí Primera hoy sin interpelarnos? ¿Cómo asumir cualquiera de sus canciones sin mirar alrededor, sin preguntarnos por todas las penurias que pasa la gente que en su canto nombra?, y donde también nosotros por supuesto estamos incluidos. Las interrogantes a veces nos paralizan, nos detienen el paso, nos hacen ser cuidadosos con las palabras para que no se sigan vaciando de contenido en las contiendas políticas focalizadas, algunas estériles y bufonas, otras sucumben al eslogan publicitario o se van cambiando el traje de acuerdo a los intereses momentáneos, al lugar que se ocupa y a las aspiraciones personales, así: “pueblo”, “revolución”, “militancia”, “canto”, “solidaridad”, “esperanza”, “socialismo” van variando sus tonalidades, escenarios, pasos y corazones.

    Pero pensamos en Alí y en la sinceridad de aquella promesa: <<flores rojas puño en alto, seguir luchando por alborada…que también es camarada>> y volvemos a escribir sin otra intención que no sea, compartir con alguien nuestras propias interrogantes.


UN CANTO RECIEN NACIDO

    Hoy es 31 de octubre, se cumplen 79 años de su nacimiento, de su mirada a la luz de su tierra caquetía, la del sol cegante y rebelde, el mismo de la canción mansa y la falconía, el sol esplendente que le hacía cerrar sus ojos y abrirlos tercamente una y otra vez, con la bonita manía del que sabe que hay que hay que mirar el camino que se recorre, pero también hay que buscar dentro de uno mismo la ruta profunda que nos mantenga firme en los sueños, en la verdadera marcha de lo querido. 

    Las preguntas que al inicio nos hicimos, Alí sigue contestándolas una a una en cada verso escrito desde la verdad de su arte y su compromiso sencillo con lo que siempre pregonó y defendió en cada latido, porque el compromiso no era tan solo con el arte, ni con el canto, el compromiso era y debe seguir siendo invariablemente con el ser humano, con la consecuencia de las ideas, los sentimientos, la responsabilidad para con el presente y más aún con el futuro. 
  
    El tiempo que hoy nos toca a los que por aquí andamos, se torna ennegrecido y movedizo, muchas veces esquivo y lejano de aquella hermosa propuesta esparcida en todo su canto, siempre inquieto y portador de ideas luminosas para la realidad concreta de su tiempo: <<Y es de todos la tarea de hacer una Patria Buena, Buena pa’ que vivan todos, con bienestar y si quejas, Buena pa’ que la miseria se aleje de Venezuela, Buena para que los ríos no los seque la candela…>>
<<En la vida hay siempre por quién, hay niños descalzos que muertos de hambre están>>

    Y dejó tantos versos persistentes llamando desesperado a la acción y a la camaradería sin tanta teoría fraseológica, porque: <<El canto a nivel intelectual se queda en las discusiones>> hará siempre falta entonces, mano amiga y auténtica palabra. Pero nos resultará difícil saber si esa palabra que muestra su flor tiene relación con la raíz de su acento, porque cada cual va valorando a su manera el lugar de enunciación de su legítima “verdad”. 

    No somos quienes, para jugar a nadie, ni siquiera para juzgarnos a nosotros mismos, lejos estamos de hacerlo, el tiempo, siempre será quien mejor cuente lo indecible. El canto de Alí es una herencia colectiva que la cultura y la historia de nuestra tierra nos ha legado, una de las más hermosas y verdaderas banderas, moradas, antorchas imperecederas para caminar entre la oscurana que cada tiempo impone, será siempre la otra escuela que nos enseña a pensar y a escribir las respuestas que nos faltan, para derribar los falsos valores de una cultura opresora que se sigue filtrando por todas partes, y que resulta tan distante de nuestra realidad histórica y de lo que debe ser nuestra sencilla existencia.

    Queda a cada quien, a cada cual, salir al camino a defenderlo en su genuina esencia, a hacerlo praxis sin alardes, pero, sobre todo, a aprenderlo con el respeto que él supo imprimir a su trabajo como creador, militante y ser humano, a hacerlo visible, a tatuarlo en la justa verdad de cada huella.

    El mundo en el que hoy convivimos, estamos y confrontamos, está plagado de abismos, de temores, de peligros, de falsos rostros y de caminantes indecisos. Cuesta mirar al sol y tener la terquedad de Alí cuando no dejaba de enfrentar con sus parpadeos a la incandescente desesperanza de su era, nunca se dejó encandilar, por ello quizá el gesto repetido que le hacía afinar la mirada con los latidos del corazón: campesino y poeta, pensador y rebelde amoroso: <<En un alto porcentaje yo canto con los ojos cerrados, porque quiero trasladar, todo ese gentío al sueño mío>>.

   Alí cantó siempre a la <<esperanza>> con alegra melodía y certera palabra, aun en todas las derrotas, Alí cantó siempre con optimismo militante a la <<conciencia>>, ambas palabras se repetían en un porcentaje importante dentro de sus composiciones, eran el hacha que con sus versos derribaba y combatía a los molinos de mala hora, no en vano en una hermosa carta- canción, dedicada a la partida de su hermano Héctor Primera “Bagueuto” le decía: <<Pero andas con nosotros querido camarada. En mis canciones… En el combate que nunca dejaremos hasta librar al pueblo de tiempos tan malucos, estarás en el perfume del trompito y en las noches hermosas y en el alba, y cada vez que llueva tu vendrás con el agua a traernos maíz y tapiramas querido sembrador de semerucos>>.

    Para cada generación su tiempo es el tiempo y sus conflictos son los únicos que pueden ser mirados, vividos en profundidad, resultaría absurdo e innecesario intentar encontrar similitudes o algunas distancias entre las fatalidades de un tiempo y otro, el venezolano de hoy requiere respuestas al camino que ahora mismo se recorre. Aun así, podemos echar mano de las palabras de Alí, que desde su lejano tiempo tuvo que actuar y combatir siempre en los espacios de las derrotas políticas, no pudo el cantor saborear la vivencia del triunfo de su idea, a pesar de ello no dejó de cantar, abrazar y pregonar con la esperanza su corto, pero profundamente hondo camino recorrido:

<<No hemos perdido la esperanza lo recalco con profunda convicción>>
<<Mi pensamiento no sucumbir>>
<<Nunca la tristeza me ha detenido el canto>>
<<Muchas veces la tristeza ha acudido a mi camino y la he reventado a fuerza de canto>>


    Hoy que celebramos su nacimiento, vemos a nuestro alrededor y sabemos que no son buenos tiempos, no pinta bonito el horizonte, la alborada se tarda, por todos lados hay nubarrones y desasosiego. El futuro anhelado de tantos soñadores, es ahora, este presente complejizado y testarudo que golpea la alegría y la vida digna del pueblo que tanto amaron, y ahí está: el mismo enemigo norteño con nuevas ambiciones y métodos, ahora sin careta ni vergüenzas; la vieja corruptela estrenando siempre nuevos maletines, la falsa palabra, la tambaleante “conciencia” de quien tararea algunos de sus versos mientras va traicionando en su carrera la fuente sensible de su empeño. 

    Pero nos queda su canto para cuando nos juntemos en el hachazo colectivo, porque <<a pesar de este cuadro no me gana el pesimismo, el pueblo marchará unido a luchar por sus derechos>>. Revindico que no todo ha sido en vano, hay mucho empeño germinado, intentos y batallas que se han sembrado en los surcos de este tiempo, ingenuo sería llegar a pensar que la sola idea de cambio y transformación de viejos modelos no despertarían la reacción y el asedio constante de los enemigos históricos, talando y comprando espigas, labriegos y frutos, quemando huertos, libros, pasos, manos y sueños.

    Todo rosal muestra sus flores y la aguda razón de sus espinas. Elevamos la idea de quienes siguen con el andar intacto, de los que su vida dieron en el trajinar sin descanso, y los que aún se la siguen jugado entre tesón y temores, confiando. 

    Hoy, a todos nos toca desandar la confusa realidad que dispara por todas partes y en metralla el desconsuelo, a pesar de los errores, las traiciones, las trampas, los olvidos, las incongruencias, la torpe banalidad que carcome la ruta, reivindicaré siempre la utopía cantora, la aventura poética de imaginar e inventar otras praderas, persistentemente, en Bolivariana, Guevariana y Aliprimeriana existencia. Sigamos labrando.

    Hoy Alí está de cumpleaños y perennemente vamos a celebrar su nacimiento, regando con convicción la semilla tenaz de sus anhelos.

    Me permito compartir dos poemas para llamarlo sin demora al camino de este tiempo:


Huellas

                                A Alí

Cuando estás despierto

nada es más importante

para seguir andando

que un sueño.



La porfía de la huella


Antes de ser derribado

- el árbol -

suele ser su aroma

quien primero presiente

la soledad del bosque,

enmudecen las guitarras

junto al cantío herido

de los nidos sin vuelo.

Talado los sueños

- la vida -

encumbra en la noche su proclama,

su iracunda venganza.

Perdido todo

impugna la huella:

- nos queda el camino -.


        Digo entonces nombrando las tres letras melodiosas y valientes de su nombre: ALÍ, siempre tendremos una esperanza, un camino, una oportunidad, que no es otra que nacer contigo al alba de este día, de los que vendrán, de todos los días, porque tu canto es permanencia como bien decías: “como los ríos de un andar permanente”, convocatoria cotidiana a la rebelde esperanza de la victoria y la huella que nos nace dentro, de todas y todos aquellos que tu nombre plantan con conciencia, sinceridad y amorosa labranza. 

    Sigamos despertando en tu canto recién nacido.




· Andrés Castillo
Profesor universitario. 
Escritor. 
Poeta.



Autor de los libros relacionados con la memoria histórica,

política y cultural de Alí Primera:

El Sonido de una huella, 2000.

Ali Primera a quemarropa, 2004.

Ali Primera. La Canción Necesaria es Crónica de la esperanza, 2007.

Y del programa radial: 

Alí Primera: Canto y Palabra. Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar, 2017. Mención Radio.

castillete7@gmail.com



jueves, 22 de octubre de 2020

Sentencia

 


Mi vida pende de un hilo

atado a tu risa.




Poema de Andrés Castillo del poemario: El árbol de mis alas, 2019.

jueves, 20 de agosto de 2020

Al nacimiento de un poeta

  A Blas Perozo Naveda

Fotografía de Darvín Romero Montiel


Y me fui.

Y comencé a despertar. 

BPN

Un mar de leva me acerca su tormenta

a mi lado llega anidando el desconsuelo

afuera el mundo encadenado al miedo

tan lejos como siempre los unos de los otros

como si no bastará con todos los odios con los que lidiamos

            los amores distantes macerando la impaciencia

            la casa tirada en la banqueta cansada de silencio

la guitarra

            el verso

                        la risa

temerosas de buscarme por miedo al vano arpegio

y qué hace uno si la vida agoniza en las esperas

si el canto de los grillos ya no es tan melodioso

si el frío de la noche no invita a la calma con el amor desnudo

si la tristeza se burla del candil que ensaya su luz de flama doliente.

 

Como otra muerte nos llega la despedida del poeta 

su silencio termina por derrumbar las paredes de nuestra calma

la casa está más abandonada y marchita

cuando se muere un poeta es como si todos los maizales se quemaran

y no hay canción para sanar tantas heridas.

 

La noche es una balsa buscando el regreso a la península

            para beberse el mar de los años

            de un solo trago las ausencias

desde lejos llega una brisa salobre con su lluvia medrosa sin alas de gaviotas

y la voz del poeta pringando en la memoria ahíto de versos

            La península es nuestro cuerpo

            La isla que ruge

            Nuestro cuerpo que pasa

            La península es el adiós

            De las aguas del Caribe

florecen los abrojos y vuela por el aire el eco del tiempo

el mandato de un ángel con todas las palabras en las alas 

y llega otra vez el arbolario con su gritería esplendida

nos acerca sus poemas con la camisa afuera

con toda la vida risueña en su palabra

            y un sol de bríos

para quemar de crepúsculos el lomo de las olas

como si el fin de los tiempos no existiera

y la muerte se aleja con lo más oscuro del olvido

y yo me quedo celebrando el otro nacimiento

el mío en la soledad de la casa que vuelve con su canto

            y el del poeta que ruge

lanzando su anzuelo de cielo ¡azulito y bello!

desde la eternidad verdecita de los mangles

 porque a un poeta se le resucita leyéndolo.

 

 

Andrés Castillo

Caracas, agosto de 2020.

viernes, 15 de mayo de 2020

Llaves cual cencerro



"La llave de la casa ha dicho:
En nombre de cada piedra
de tu humilde casa ¡Resiste!”
Muin Basisu




Cargaron con sus llaves
desde el día terrible de la infamia,
cuando la fecha tiznada consumió su cielo
lanzándolo al mar, al turbio vaivén de las olas
al horror del olvido.

Se colgaron al centro del pecho las llaves
y el valor de no matar el regreso.

Todo ocurrió el mismo día en que los relojes
se detuvieron para mostrar para siempre
la hora exacta del espanto
cuando la orquesta del delito
hizo sonar el grotesco alarido del despojo.

¡Al Nakba!

Cada familia marchó
dejando atrás la vida que sembraron
la risa de las hijas, los hijos, la flor en la tierra,
el pan y el olivo.

Un llave apretada en las manos
como en los dietes el dolor de lo perdido,
en la memoria
el camino de vuelta
aunque nadie haya partido.

El sol de Palestina los ha visto nacer,
amar y pelear su destino,
vagar por los caminos sembrados de miedo,
cargando en sus espaldas el oprobio brutal
la mudez del olvido.

La luna de Palestina sigue llorando sobre el mar
¡pero reirá contigo!

Ahí está una llave
para volver a abrir las puertas
donde el sueño cantará reunido.

Palestina andariega con sus llaves cual cencerro,
para despertar al mundo
para abrir los ojos de los buenos,
de los nobles,
de los que con ella volverá a entrar en las casonas
donde quedó el tiempo partido en destello
la canción sagrada y el beso repartido.

Volverás a abrir la vida de los hijos,
que quedaron dormidos en tu suelo,
todos despertaran, los que a la patria defendieron
no hay cerrojos para quien abre caminos
no hay muerte para quienes vida dieron.

La llave que hoy cargan tus hijos en el pecho
tatuada de desvelos
abrirán para siempre la Palestina que es regreso,
canción, poema, parto, nacimiento.

Una llave gigante como tu pueblo
para abrir el alba y un mar sin linderos.

Una llave cual cencerro gritando al silencio:
¡Hay regreso!

Mientras camines con tu llave, el mundo que amas
jamás estará preso.


Poema de Andrés Castillo

jueves, 14 de mayo de 2020

Plegaria

Plegaría que se repite
en la hora más triste.

Aleyda Quevedo Rojas



Con el cuchillo de la nostalgia
abro lentamente el costado del poema
y ya ves,
tu latido como siempre
hace trampas y se cuela
ágil
vestido de belleza
y me quedo embelesado
amándolo
sin saber luego porqué
teñí de cielo el costado sutil
de estas palabras.




Poema de Andrés Castillo

sábado, 9 de mayo de 2020

Madre

Tres poemas a la madre
Tres Poetas falconianos.



Fotografía: Andrés Castillo


Carmen

Mi madre,
como todas las madres,
es la mujer más bonita.
Ella, como todas,
se empeñó en enseñarnos.
Me indicó cómo utilizar los códigos sin hacerle daño a nadie.
Mi madre,
al igual que todas,
me dedicó más tiempo del que disponía.
Y a la medida en que crecía
sembraba dentro de mí un amor claro y limpio.

Pero mi madre,
debo decirlo con total respeto,
se diferencia de otras madres,
porque no todas ellas se llaman Carmen.
Porque para que el nombre de Carmen
se lo pongan a una mujer
deben concentrarse con ella, en el momento,
el cielo, el mar, la luz y las flores,
porque el nombre de Carmen,
para que lo lleve una mujer,
debe ser el nombre más bonito.

Héctor Hidalgo Quero
Mundos de Acacias, finales de mayo del 2004




Gracias, Madre


Gracias, Madre, por haberme dado
este sonoro corazón de piano
y este mi cuerpo idéntico a otros cuerpos,
y estas manos terrestres y estos ojos fluviales.

Gracias por haberme hecho
sencillamente hombre,
sin la estatura inútil
de los pobres gigantes,
ni la amargura extrema
que le quema los ojos
a todos los enanos.

Si sólo me hubieras hecho
de espumas y de garzas,
sería un desterrado.

Si me hubieras moldeado
con barro únicamente,
sudaría agua sucia
de envidia ante la garza.

Si sólo metal pulido
fuera mi arquitectura,
jamás comprendería
la música del aire.

Si sólo viento fuera
me mordería el desprecio
de todos los metales.

Si me hubieras construido
distinto de los otros,
tu tendrías un hijo
y yo tendría una madre.

Mas, al haberme hecho
sencillamente hombre,
maravillosamente idéntico
a los otros, obraste el milagro:
cada hombre es tu hijo
y cada mujer, mi Madre.

Hugo Fernández Oviol
Buenos Aires, 1955





Nunca una palabra dijo tanto

                        A Carmen

Y nada alcanza
para agradecer la vida,
ni la rosa blanca
en noche de luna coloreada
ni el canto de amor 
entre la celosía de la mañana.

Y nada alcanza
para pagar la deuda
de mirar la vida
tras el crepúsculo viajero de la tarde
la huella del beso que camina
ahora que nos sabemos padres.

Madre
nunca una palabra dijo tanto
pareciera que entre sus letras
canta el parto
de la vida nuestra
la melodiosa razón del primer paso.

Madre
aún escucho
el "La" melódico de tu latido
este, con el que afino
            el amor temprano
y la canción del beso como abrigo
con la que ahora acompaño 
el andar de los hijos por sus caminos.

Madre.



Andrés Castillo
Casa de nostalgias, 2020

miércoles, 8 de abril de 2020

En la casa del miedo


*Andrés Castillo
A Idaira Osuna 
y a todos los niños con AME que nos han dejado, 
dentro los llevamos como un susurro perpetuo. 

A José Antonio Fortuny, 
Por todas las palabras en las que juntos navegamos. 

A mi Amanda, 
vida que tengo para la vida por vivir. 

Fotografía: Andrés Castillo

Y así emprendimos un lento y doloroso peregrinaje por diferentes médicos 
con la pretensión de esclarecer el enigma del que era objeto. 
En cada nueva consulta se iba perfilando con mayor precisión mi diagnóstico, 
pero también nos iba introduciendo cada vez más en los albores 
de una pesadilla en la que no existía mano amiga 
que te sacudiera para despertar. 
José Antonio Fortuny 
(De su libro: Diálogos con Axel cuando seamos inmortales, 2006) 


Todos hemos vivido la terrible impotencia de mirar como la vida de algún ser humano pierde la batalla ante la pandemia que hoy nos azota.

Un enemigo invisible, escondido detrás de la puerta de la casa, vigilante sin rostro ni ruidos que lo anuncien, callado y obstinadamente peligroso nos acecha.

Todos los gobiernos cierran sus fronteras tomando todo tipo de medidas, se preparan para defender la vida de sus comunidades y eso es maravilloso. 

La vida debe ser siempre lo primero.

Hay miedo, la enfermedad es el espejo donde ningún ser humano quiere verse, frágiles, indefensos, así nos descubrimos, no somos inmortales.

Desde todos los rincones del planeta surgen voces, rezos, se anima a los investigadores de los mejores laboratorios para que pronto surja un medicamento que nos salve del miedo, que nos proporcione nuevamente la certeza de saber que nada tocará nuestra salud, porque sin ella nada tendría sentido y el futuro perdería su gracia.

Dentro de las casas estamos casi todos detenidos, esperando que algo pase, que algo ocurra y pronto, recibir la mejor noticia de esta hora, esa que nos diga: ¡se ha conseguido el antídoto, la vacuna, el fármaco añorado! que aísle y erradique definitivamente el Coronavirus.

¡Qué alegría, que triunfo más querido! rezamos que suceda hoy, mañana, cuanto antes.

Está sensación que ahora aterra a la humanidad, es muy parecida a la que a miles de niños, jóvenes, adultos quienes viven y sobreviven con algún tipo de enfermedad degenerativa, incapacitante, mortal, se han enfrentado desde hace varias décadas, muchas veces en solitario, indefensos e ignorados a penas con el apoyo de sus familiares, de la esperanza que siempre aletea en algún camino.

Prisioneros muchas veces dentro de la casa o batallando con la falta de accesibilidad en los espacios públicos o privados, donde se desconoce lo que es depender de una rampa, un ascensor, un espacio accesible, un accesorio o ayuda para la independencia personal, ese puente a la libertad que los redima del encierro al que una enfermedad desconocida casi siempre les confina, donde muchos sueños sobre el futuro también se detienen.

La sociedad ajena a la otredad, muchas veces camina sin inmutarse.

Estas personas junto a sus familias han esperado por años que surja un medicamento, el fármaco anhelado que les salve la vida, exigiendo con gritos mudos que los gobiernos dediquen más presupuestos a nuevas investigaciones y apoyo a quienes a ellas se dedican, con esmero, sin recortes para las ayudas individuales, que les garanticen que sus vidas saldrán vencedoras ante el miedo. 

Hoy, los pacientes y las familias que conviven con una enfermedad desconocida, han recibido tal vez esa buena noticia, la que les informa que ha surgido un medicamento de prueba, un ensayo que en el futuro será igualmente definitivo, pero falta mucho, falta que quienes tienen el poder en la toma de decisiones desde lo público y lo privado comprendan, que nada vale más que la vida, (el acceso a los medicamentos para todos y en todas partes, ya no espera) falta que toda la sociedad mire a su alrededor y no tan sólo la dicha segura del paso propio que celebramos, sin inmutarnos de los despeñaderos a los que otros se dirigen. 

Las “enfermedades raras” se denominan raras, por la poca prevalencia y lo huérfanas que se tornan ante la posibilidad de estudios o nuevas investigaciones que posibiliten una luz de vida al final del túnel para quienes la padecen. Estas patologías no cuentan con la fuerza mediática con la que hoy, una enfermedad como el Covid 19, que ataca a toda la humanidad, recibe como fortaleza y empuje para que se llegue a una cura definitiva. 

Las personas que padecen algún tipo de “enfermedad rara”, además, se vuelven más vulnerables ante una pandemia como la que hoy nos enfrentamos.

“Distrofia Muscular de Duchenne”, “Atrofia Muscular Espinal”, “Fibrosis Pulmonar Idiopática”, “Esclerosis Múltiple”, “Fibromialgia”, “Enfermedad de Huntington” y tantas otras, son algunas de ellas, hoy la OMS menciona la cifra de aproximadamente 7.000, que cada día le ganan la partida a un ser humano que se nos va lamentablemente.

En los últimos años la realidad sobre las investigaciones y avances en la aplicación de algún fármaco sobre algunas de estas enfermedades ha conseguido un mejor escenario, pero falta mucho, falta que dejen de ser verdaderamente invisibles, mudas, que salten la valla de la noticia que se menciona cada cierto tiempo cuando se conmemora su día, hace falta una tarea constante y colectiva que entienda la problemática a la que miles de vidas se vienen enfrentado desde hace muchos años.

Estás palabras son apenas un punto de reflexión ahora que todos nos atrincheramos dentro la casa, aguardamos y esperamos la buena nueva que debe y llegará pronto, así lo deseamos con afán.

Pero vale la nota, para decir, qué, ese miedo, ese deseo, esa espera, ese encierro no elegido, las personas que padecen alguna enfermedad “huérfana”, “rara”, no tan común, lo han sentido en carne propia como nadie y en solitario temor, atados a un respirador, a una camilla de hospital, a una esperanza que se tarda, ellos, hoy también añoran el triunfo de toda la humanidad sobre la pandemia, y que pronto, en solidario y extendido apoyo se mire,  se acompañe, se exija, que para ellos también llegue la buena nueva que cambie su realidad. 

Para que no se nos vayan más vidas. 
Cuidemos la vida de todos.


*Andrés Castillo
Escritor.
Docente universitario.
Castillete7@gmail.com