Es la última luz. Aún percibo como un perfume
la existencia.
Antonio Gamoneda
se bebieron el inquieto mar de la infancia
ahora en la distancia de los años
la sed de su luz
me salva del frío que escondo temeroso en mi camisa
el oleaje del tiempo
sigue golpeando su canto de sol contra el olvido.
Poema de Andrés Castillo