(1884-1969)
A
50 años de su partida física
(5 de abril de 1969)
A Sonia Gallegos,
por la vigilia y el amor imperecedero
hacia la obra y la
memoria de su padre.
Mi abrazo.
*Andrés
Castillo
Rómulo Gallegos y su hija Sonia
En estos sitios
callados y desiertos están suspendidas en el aire, o mejor dicho en el
silencio, a orillas del camino, todas las palabras frustradas, por no haber
sido recogidas por el interlocutor necesario en toda conversación, que se
pronunciaron al atravesarlos pensado en alta voz. Están mudas, pero sentimos
que nos hablan, porque son palabras y necesitan ser recogidas por oídos inteligentes.
(Gallegos, 1985, p.21)
El
nombre de Rómulo Gallegos puede remitirnos a múltiples caminos, el pulso de su
vida le permitió desandar distintos espacios, así como diversas disciplinas y oficios
en el ámbito nacional e internacional, en todos ellos, su rúbrica se dejó leer
con claridad, honestidad e hidalguía, unida a un profundo respeto por la labor
a la cual tuviese que dedicar sus desvelos: el teatro, la literatura, la
docencia, la política, el cine, entre otras.
Rómulo
Ángel del Monte Carmelo Gallegos Freyre, nace en la esquina de Zamuro en
Caracas muy cerca de la conocida plaza de toros del Nuevo Circo, el 2 de agosto
de 1884, dieciséis años ha de vivir en el siglo XIX, pero su impulso creador,
de amor y militancia por la escritura, el arte y su pasión por el suelo nativo
han de espigarlo más allá del siglo XX, hoy, Gallegos sigue aportando,
debatiendo, iluminando caminos, porque concibió una obra de arte que continua
viva, erguida, sembrada al suelo donde trajinó su palabra. Su obra sabe esperar
a sus lectores como los buenos libros.
Su
permanencia hoy, podemos reflexionarla desde distintas miradas, pero considero
sin duda, que gracias a la constancia que imprimió a su trabajo creador, a la
fragua de obras de arte, de belleza literaria es que continua vigente su
palabra y sus propuestas discursivas, estéticas, esclarecidas.
De
todos los senderos antes mencionados, queremos transitar brevemente por el que
nos lleva al oficio del escritor, quizá el mismo o paralelo al del venezolano,
que jamás separó sus ojos de la tierra donde puso a caminar sus sueños y su
creatividad.
Así
lo decía el propio Gallegos en 1949:
Yo conservo el
derecho de sentarme entre las esclarecidas letras de nuestra América que aquí
se han reunido, porque no le he hecho traición a las mías, construidas conforme
a las reglas de la concordancia entre escritor y pueblo. (Subero, 1984, p .109)
Gallegos
inicia su amor por la literatura, por el arte, desde muy temprana edad cuando
debía relatarle de memoria las aventuras de Tío tigre y Tío conejo a sus
hermanos y primos menores, allí estaba naciendo también la simiente del joven
maestro, labor con la que tuvo que ganarse la vida posteriormente, unida en sus
inicios a la de tenedor de libros de haciendas y como jefe de la estación del Ferrocarril
Central de Caracas, por allá en 1906.
Del relato oral pasa a la escritura de una
memoria imborrable, escritura que aún hoy nos cuenta algo de nosotros mismos, aún
en este tiempo, de esta tierra nuestra que, aunque ha cambiado bastante, conserva
elementos que el escritor supo dibujar como arquetipos, símbolos que nos son intrínsecos.
Gallegos
nos invita siempre a recordar, a pesarnos otra vez. Mucho más en estos días de
torpe desmemoria.
Sus
primeros ensayos salen a la luz en1903, Rómulo Gallegos trabaja en la redacción
del semanario El Arco Iris y en el N°8,
va a publicar un primer ensayo titulado parecía que comenzaba a sembrar espigas, pilotes de lo que
fue más adelante su proyecto creativo, inspirado en la pregunta por lo
identitario, por el ser nacional.
El
trabajo literario de Rómulo Gallegos fue paciente, consciente, dedicado, entregado
por entero a su oficio, al conocimiento y valoración por la palabra, por la
lengua a la que entregó toda su pasión y obediencia, labor incansable, sin apartarse
de la ruta trazada, con la idea fija en la tarea que tenía por delante, así, el
oficio de escritor supo encaminarlo a otras funciones, pero la escritura ocupó
sus pasiones más sentidas, estudio, respeto, valoración por la disciplina, de
ahí la siembra que nos legara como
ejemplo de quien asume su tarea con dignidad, responsabilidad.
Yo también creo, y por aquí tengo
escrito ya hace tiempo, que solo cuando todos los ciudadanos nos impongamos la
disciplina de hacer lo propio, lo que nos corresponde, aquello para lo cual
tengamos aptitudes, honrada y patrióticamente, será cuando empezará el país a
surgir. (Ibidem)
Rómulo
Gallegos edifica, crea, cincela un proyecto creativo invalorable, proyecto literario
que se inicia entre la dramaturgia y el ensayo, en el teatro con obras como El Motor (1910) y los Ídolos del mismo
año, la tragedia: Los Predestinados (publicada en 1964 y reeditada en una edición
especial manuscrita, en un libro hermoso, de gran formato de fecha 1984 por la Editorial
PAPI-IPAC. S.A, dedicado al I Centenario del nacimiento de Gallegos, donde aparece
al inicio la novela Doña Bárbara, ilustrada
por Gabriel Bracho, Luis Guevara Moreno, Regulo Pérez, César Rengifo, entre
otros), le siguen la obra La Doncella, se
cree fue escrita en 1945 y editada en México en 1957 y La esperada (escrita en
1915). Su labor como ensayista se afianza en la Revista La Alborada (1909), propuesta literaria surgida luego de
la salida del país de Cipriano Castro, el nuevo régimen sólo les dejaría publicar
algunas entregas.
El escritor en su biblioteca
En 1910 publica su primer cuento en el Suplemento El Cojo Ilustrado, Las Rosas, que más tarde titularía Sol de Antaño; desde ahí extiende su labor como narrador con algo más
de 33 cuentos que forma parte de nuestro imaginario colectivo, en los que ya
esbozaba lo que serían luego temas de sus novelas, 10 exactamente, 8 novelas
dedicadas a Venezuela, y dos a otras tierras hermanas donde pasó su vida de
exiliado: La brizna de paja en el viento
(1952) a Cuba y Tierra bajo los pies
publicada luego de su fallecimiento por la editorial Salvat en 1971, donde
aborda la realidad del problema de la tierra en México, luego de la reforma agraria.
Para
Venezuela la relación de su producción narrativa (novelas) se expresa en:
El último Solar
(1920), reeditada luego como: Reynaldo Solar (1930)
La Trepadora
(1925)
Doña Barbara
(1929)
Cantaclaro (1934)
Canaima (1935)
Pobre Negro (1937)
El Forastero
(1942)
Sobre la misma
tierra (1943)
Este
compendio de creaciones no podemos verlas separadas, aunque por supuesto tienen
temáticas propias, es decir, consideramos que forman parte de un mismo proyecto,
de una misma idea de lo nacional (es una idea discursiva que venimos labrando y
que defendemos permanentemente), el escritor develó una idea de lo latinoamericano,
de la búsqueda de un sujeto social atado a su paisaje, que forja y vive una
cultura propia, la del pueblo venezolano, de un sujeto social que pugna por la
legalidad, por la justicia, por la civilidad en una época de caudillos y
montoneras, enfermedades, soledades y olvidos.
Cada
una de estas creaciones conservan elementos que le son comunes: la tierra, el
paisaje, la separación y el regreso de sus personajes al suelo nativo, la delimitación
del territorio nacional cercado por tradiciones, costumbres, cultura, por la
vida de hombres y mujeres venezolanos, dueños de su suelo y su porvenir. La defensa
de la soberanía venezolana, de la cultura latinoamericana, todo ello está
expresado de manera trasversal en cada una de sus creaciones.
Básico para ese estudio es
comprender la visión del mundo de Gallegos expresada en sus novelas, ensayos y
discursos políticos. No obstante, si esas obras se estudiaran aisladamente no
se podría captar la coherencia entre el hombre y su realidad. (Harrison, 1976, p. 16)
Luego
de ser reconocido en España en 1929 con la publicación por la editorial Araluce
en Barcelona de Doña Bárbara, Rómulo Gallegos
abre la puerta a la literatura latinoamericana algo desconocida o menospreciada
en Europa. Es genuino y pertinente sentirnos orgullosos, sus obras
contribuyeron de manera determinante al boom de lo que vendría posteriormente,
sin la puerta que abre Gallegos se habría tardado el reconocimiento con el que
hoy gozan decenas de autores de nuestro continente en el exterior, esto ha sido
refrendado por escritores como Carlos Fuentes, Elena Poniatowska, Pablo
Neruda, entre otros.
Andrés Eloy Blanco, Rómulo Gallegos, Nicolás Guillen
Gallegos
no se vendió al éxito europeo, su amor por la patria no sucumbió al nuevo modo
de vida extranjero y sus ofertas, Europa era el deseo soñado de casi todos los artistas
de su época, dicha temática fue expresada claramente en su primera novela El último Solar (1920).
Rómulo
Gallegos regresa a su suelo nativo y continúa su gesta de creación de una obra
nacional, con títulos y temáticas que denotan su amor por la patria a la que
más adelante diera sus luchas políticas, sus proyectos sociales. Patria donde
quiso cerrar sus ojos para siempre, así lo hizo. No en vano su ultima novela
para el país, se tituló: Sobre la misma tierra.
En ella sembró su arte.
En
noviembre del año pasado se cumplieron 70 años del golpe de estado que lo sacó
del poder luego de sentar las bases de una política con reivindicaciones
sociales y defensa a la soberanía y los recursos nacionales, hace apenas dos
meses se conmemoraron 90 años de la publicación de Doña Barbara, hoy se cumplen cincuenta años de su partida física
cuando dejara su tierra para volverse permanencia en la obra que lo conserva
vivo, ejemplo de amor por lo nacional sin sensiblera torpeza, su amor se
proyectó en una obra palpable perdurable, llena de creatividad y belleza, que
cada día podemos caminar en la lectura que de ellas emprendamos, por eso sigue
con nosotros.
Es
importante resaltar, la coherencia entre el escritor y su oficio, pero no solo
de quien cumplía con rigurosidad su trabajo, Gallegos fue esencialmente un
poeta de la escritura, artesano, alfarero, maestro poeta, aun cuando su obra
transitaba los caminos de la memoria histórica, el escritor no hizo un tratado
de sociología, creo personajes, les dio palabra y acción, sentimientos,
lucidez, bondad y vuelo. Gallegos era un artista, un defensor de la belleza
estética, de la escritura y la narración como una de las herramientas más
hermosas con las que contamos los seres humanos, para vivir, para existir y permanecer.
Rómulo Gallegos vive hoy, como parte de nuestra memoria política y cultural,
sería muy difícil contar la historia del siglo XX venezolano sin que su nombre
oriente el camino, pero la permanencia que lo hace visible estará siempre en la
belleza de sus palabras, en la obra de arte que nos ha legado y de la que
debemos sentirnos orgullosos.
El
sábado 5 de abril de 1969 a las 2, 20 de la madrugada fallece en su residencia de
la Quinta Sonia, ubicada en la urbanización Altamira de Caracas el escritor Rómulo
Gallegos, al lado de sus hijos Sonia y Alexis.
Rómulo
Gallegos dedicó su vida a una idea, a un proyecto creativo afincado en lo
nacional. La constancia dio sus frutos.
Nuevos
estudios hemos emprendido para vindicar su labor como escritor y poeta. Desde
hace algunos años hemos asumido el compromiso fuera y dentro del país, de
trajinar su obra creativa desde otras miradas, artículos, análisis,
exposiciones, conversatorios con los que buscamos contribuir a un acercamiento
sincero, consciente, crítico, amoroso a su legado. En eso hemos de continuar, porque su proyecto
creador es tierra extendida aún por recorrer.
En
estos tiempos de desarraigo, crisis, confusión y desasosiego, el ejemplo de
Rómulo Gallegos de paciencia por lo que se ama hasta verlo florecer, debe
animarnos a una reelectura de su legado. En referencia a lo planteado el maestro
Juan Liscano expresaba:
Rómulo Gallegos, con el mensaje de
sus obras y el ejemplo de su vida, por poco que ahondemos en unas y en otro,
nos incita a defender nuestra dignidad, a pelear por nuestros ideales, a
meditar sobre nuestra patria y sobre la naturaleza, a respetar el ser humano, a
escuchar la voz de nuestra conciencia. Es, fundamentalmente, un constructor y
encendedor de conciencia civil, amorosa y pacífica. Es, pues, un Maestro, uno
de los pocos con que cuenta hoy el continente americano. (Liscano, 1980, p.308)
Referencias:
Gallegos, R. (1985) Cantaclaro. Editorial Oveja Negra.
Harrison, S. Howard. (1976) Rómulo Gallegos y la Revolución Burguesa en Venezuela. Monte Ávila Editores.
Liscano, J. (1980). Rómulo Gallegos y su tiempo. Caracas Monte Ávila Editores.
Subero, E. (1984). Aproximación sociología a Rómulo Gallegos. Caracas: Cuadernos Lagoven.
*Andrés Castillo
Licenciado en Artes. UCV
Lic. En Educación. UCV.
Investigador cultural.
Docente Universidad Nacional Experimental de las Artes. Unearte.
Cursante del Doctorado en Patrimonio Cultural.Universidad Latinoamericana y del Caribe (ULAC).
castillete7@gmail.com
Fotografías: Archivo del autor.