Encuentro

PALABRAS,SILENCIOS,AMORES, COMBATES, TRIUNFOS Y DERROTAS, NOSTALGIAS, AUSENCIAS.
DE FLORES Y BALAS COMO LA VIDA.
Poética existencia. Vida poética.

domingo, 28 de abril de 2019

El árbol de mis alas


El pasado 26 de abril se realizó la presentación del poemario "El árbol de mis alas" de Andrés Castillo
en la sede de la Unexca. Caracas









El árbol de mis alas de Andrés Castillo
Palabras de la Escritora y poeta Ximena Benitez

Estamos en presencia del séptimo libro publicado por Andrés Castillo, escritor nacido en la Península de Paraguaná del Estado Falcón, estudioso de la obra del también falconiano cantautor Alí Primera. Castillo es académico y profesor, minucioso investigador, tiene libros de literatura infantil y es poeta.
El árbol de mis alas es un poemario que nos brinda un universo de una ciudad interiorizada, en la que lo cotidiano y las vicisitudes de la vida se exponen, el autor nos habla del amor, de la sensualidad del cuerpo de la mujer amada con la que realiza símiles con el paisaje de su región. El poeta es padre, esposo, hermano, hijo. Devela su mundo afectivo a través de una familia de palabras en las que se asoma el árbol de diferentes maneras, como algo que va creciendo de un tronco común, (dedicado a sus hermanos), como algo que remite a la dignidad y como algo que libera. Pensamos entonces en el arraigo, en las raíces, el cielo que nos hace ver este poeta, en la alternancia de las estaciones seca y húmeda. Acá hay erotismo, nostalgia, conciencia del paso del tiempo y una constante atención hacia Amanda. Amanda va creciendo, el peligro no es sólo del acechante mundo externo. Hay un diagnóstico médico, toca aprender a vivir, fallos médicos contrastando con la ternura, la inocencia, el dolor, el desparpajo, la incertidumbre por el futuro y la atesorada esperanza.
Este es un libro que abre un ámbito expresivo de posibilidades que se verán en los próximos trabajos del poeta, grato que esté hoy entre nosotros editado por la Editorial Giraluna.

 Rey D Linares Coordinador de la editorial Giraluna y presidente de la Asociación de poetas Andrés Eloy Blanco junto a Andrés Castillo.

jueves, 4 de abril de 2019

Rómulo Gallegos: La escritura como oficio y su pasión nacional

(1884-1969)

A 50 años de su partida física 
(5 de abril de 1969)

A Sonia Gallegos,
 por la vigilia y el amor imperecedero
hacia la obra y la memoria de su padre.
Mi abrazo.

*Andrés Castillo

Rómulo Gallegos y su hija Sonia


En estos sitios callados y desiertos están suspendidas en el aire, o mejor dicho en el silencio, a orillas del camino, todas las palabras frustradas, por no haber sido recogidas por el interlocutor necesario en toda conversación, que se pronunciaron al atravesarlos pensado en alta voz. Están mudas, pero sentimos que nos hablan, porque son palabras y necesitan ser recogidas por oídos inteligentes. (Gallegos, 1985, p.21)

         El nombre de Rómulo Gallegos puede remitirnos a múltiples caminos, el pulso de su vida le permitió desandar distintos espacios, así como diversas disciplinas y oficios en el ámbito nacional e internacional, en todos ellos, su rúbrica se dejó leer con claridad, honestidad e hidalguía, unida a un profundo respeto por la labor a la cual tuviese que dedicar sus desvelos: el teatro, la literatura, la docencia, la política, el cine, entre otras.
       Rómulo Ángel del Monte Carmelo Gallegos Freyre, nace en la esquina de Zamuro en Caracas muy cerca de la conocida plaza de toros del Nuevo Circo, el 2 de agosto de 1884, dieciséis años ha de vivir en el siglo XIX, pero su impulso creador, de amor y militancia por la escritura, el arte y su pasión por el suelo nativo han de espigarlo más allá del siglo XX, hoy, Gallegos sigue aportando, debatiendo, iluminando caminos, porque concibió una obra de arte que continua viva, erguida, sembrada al suelo donde trajinó su palabra. Su obra sabe esperar a sus lectores como los buenos libros.
     Su permanencia hoy, podemos reflexionarla desde distintas miradas, pero considero sin duda, que gracias a la constancia que imprimió a su trabajo creador, a la fragua de obras de arte, de belleza literaria es que continua vigente su palabra y sus propuestas discursivas, estéticas, esclarecidas.
        De todos los senderos antes mencionados, queremos transitar brevemente por el que nos lleva al oficio del escritor, quizá el mismo o paralelo al del venezolano, que jamás separó sus ojos de la tierra donde puso a caminar sus sueños y su creatividad.
            Así lo decía el propio Gallegos en 1949:

Yo conservo el derecho de sentarme entre las esclarecidas letras de nuestra América que aquí se han reunido, porque no le he hecho traición a las mías, construidas conforme a las reglas de la concordancia entre escritor y pueblo. (Subero, 1984, p .109)
           Gallegos inicia su amor por la literatura, por el arte, desde muy temprana edad cuando debía relatarle de memoria las aventuras de Tío tigre y Tío conejo a sus hermanos y primos menores, allí estaba naciendo también la simiente del joven maestro, labor con la que tuvo que ganarse la vida posteriormente, unida en sus inicios a la de tenedor de libros de haciendas y como jefe de la estación del Ferrocarril Central de Caracas, por allá en 1906.
            Del relato oral pasa a la escritura de una memoria imborrable, escritura que aún hoy nos cuenta algo de nosotros mismos, aún en este tiempo, de esta tierra nuestra que, aunque ha cambiado bastante, conserva elementos que el escritor supo dibujar como arquetipos, símbolos que nos son intrínsecos.
        Gallegos nos invita siempre a recordar, a pesarnos otra vez. Mucho más en estos días de torpe desmemoria.
          Sus primeros ensayos salen a la luz en1903, Rómulo Gallegos trabaja en la redacción del semanario El Arco Iris y en el N°8, va a publicar un primer ensayo titulado parecía que comenzaba a sembrar espigas, pilotes de lo que fue más adelante su proyecto creativo, inspirado en la pregunta por lo identitario, por el ser nacional.
           El trabajo literario de Rómulo Gallegos fue paciente, consciente, dedicado, entregado por entero a su oficio, al conocimiento y valoración por la palabra, por la lengua a la que entregó toda su pasión y obediencia, labor incansable, sin apartarse de la ruta trazada, con la idea fija en la tarea que tenía por delante, así, el oficio de escritor supo encaminarlo a otras funciones, pero la escritura ocupó sus pasiones más sentidas, estudio, respeto, valoración por la disciplina, de ahí la siembra que  nos legara como ejemplo de quien asume su tarea con dignidad, responsabilidad.

Yo también creo, y por aquí tengo escrito ya hace tiempo, que solo cuando todos los ciudadanos nos impongamos la disciplina de hacer lo propio, lo que nos corresponde, aquello para lo cual tengamos aptitudes, honrada y patrióticamente, será cuando empezará el país a surgir.  (Ibidem)
         Rómulo Gallegos edifica, crea, cincela un proyecto creativo invalorable, proyecto literario que se inicia entre la dramaturgia y el ensayo, en el teatro con obras como El Motor (1910) y los Ídolos del mismo año, la tragedia: Los Predestinados (publicada en 1964 y reeditada en una edición especial manuscrita, en un libro hermoso, de gran formato de fecha 1984 por la Editorial PAPI-IPAC. S.A, dedicado al I Centenario del nacimiento de Gallegos, donde aparece al inicio la novela Doña Bárbara, ilustrada por Gabriel Bracho, Luis Guevara Moreno, Regulo Pérez, César Rengifo, entre otros), le siguen la obra La Doncella, se cree fue escrita en 1945 y editada en México en 1957 y La esperada (escrita en 1915). Su labor como ensayista se afianza en la Revista La Alborada (1909), propuesta literaria surgida luego de la salida del país de Cipriano Castro, el nuevo régimen sólo les dejaría publicar algunas entregas.


El escritor en su biblioteca

        En 1910 publica su primer cuento en el Suplemento El Cojo Ilustrado, Las Rosas, que más tarde titularía Sol de Antaño; desde ahí extiende su labor como narrador con algo más de 33 cuentos que forma parte de nuestro imaginario colectivo, en los que ya esbozaba lo que serían luego temas de sus novelas, 10 exactamente, 8 novelas dedicadas a Venezuela, y dos a otras tierras hermanas donde pasó su vida de exiliado: La brizna de paja en el viento (1952) a Cuba y Tierra bajo los pies publicada luego de su fallecimiento por la editorial Salvat en 1971, donde aborda la realidad del problema de la tierra en México, luego de la reforma agraria.
          Para Venezuela la relación de su producción narrativa (novelas) se expresa en:

El último Solar (1920), reeditada luego como: Reynaldo Solar (1930)
La Trepadora (1925)
Doña Barbara (1929)
Cantaclaro (1934)
Canaima (1935)
Pobre Negro (1937)
El Forastero (1942)
Sobre la misma tierra (1943)
        Este compendio de creaciones no podemos verlas separadas, aunque por supuesto tienen temáticas propias, es decir, consideramos que forman parte de un mismo proyecto, de una misma idea de lo nacional (es una idea discursiva que venimos labrando y que defendemos permanentemente), el escritor develó una idea de lo latinoamericano, de la búsqueda de un sujeto social atado a su paisaje, que forja y vive una cultura propia, la del pueblo venezolano, de un sujeto social que pugna por la legalidad, por la justicia, por la civilidad en una época de caudillos y montoneras, enfermedades, soledades y olvidos.
     Cada una de estas creaciones conservan elementos que le son comunes: la tierra, el paisaje, la separación y el regreso de sus personajes al suelo nativo, la delimitación del territorio nacional cercado por tradiciones, costumbres, cultura, por la vida de hombres y mujeres venezolanos, dueños de su suelo y su porvenir. La defensa de la soberanía venezolana, de la cultura latinoamericana, todo ello está expresado de manera trasversal en cada una de sus creaciones.

Básico para ese estudio es comprender la visión del mundo de Gallegos expresada en sus novelas, ensayos y discursos políticos. No obstante, si esas obras se estudiaran aisladamente no se podría captar la coherencia entre el hombre y su realidad.  (Harrison, 1976, p. 16)
      Luego de ser reconocido en España en 1929 con la publicación por la editorial Araluce en Barcelona de Doña Bárbara, Rómulo Gallegos abre la puerta a la literatura latinoamericana algo desconocida o menospreciada en Europa. Es genuino y pertinente sentirnos orgullosos, sus obras contribuyeron de manera determinante al boom de lo que vendría posteriormente, sin la puerta que abre Gallegos se habría tardado el reconocimiento con el que hoy gozan decenas de autores de nuestro continente en el exterior, esto ha sido refrendado por escritores como Carlos Fuentes, Elena Poniatowska, Pablo Neruda, entre otros.

 Andrés Eloy Blanco, Rómulo Gallegos, Nicolás Guillen

      Gallegos no se vendió al éxito europeo, su amor por la patria no sucumbió al nuevo modo de vida extranjero y sus ofertas, Europa era el deseo soñado de casi todos los artistas de su época, dicha temática fue expresada claramente en su primera novela El último Solar (1920).
         Rómulo Gallegos regresa a su suelo nativo y continúa su gesta de creación de una obra nacional, con títulos y temáticas que denotan su amor por la patria a la que más adelante diera sus luchas políticas, sus proyectos sociales. Patria donde quiso cerrar sus ojos para siempre, así lo hizo. No en vano su ultima novela para el país, se tituló: Sobre la misma tierra. En ella sembró su arte.
          En noviembre del año pasado se cumplieron 70 años del golpe de estado que lo sacó del poder luego de sentar las bases de una política con reivindicaciones sociales y defensa a la soberanía y los recursos nacionales, hace apenas dos meses se conmemoraron 90 años de la publicación de Doña Barbara, hoy se cumplen cincuenta años de su partida física cuando dejara su tierra para volverse permanencia en la obra que lo conserva vivo, ejemplo de amor por lo nacional sin sensiblera torpeza, su amor se proyectó en una obra palpable perdurable, llena de creatividad y belleza, que cada día podemos caminar en la lectura que de ellas emprendamos, por eso sigue con nosotros.
      Es importante resaltar, la coherencia entre el escritor y su oficio, pero no solo de quien cumplía con rigurosidad su trabajo, Gallegos fue esencialmente un poeta de la escritura, artesano, alfarero, maestro poeta, aun cuando su obra transitaba los caminos de la memoria histórica, el escritor no hizo un tratado de sociología, creo personajes, les dio palabra y acción, sentimientos, lucidez, bondad y vuelo. Gallegos era un artista, un defensor de la belleza estética, de la escritura y la narración como una de las herramientas más hermosas con las que contamos los seres humanos, para vivir, para existir y permanecer. Rómulo Gallegos vive hoy, como parte de nuestra memoria política y cultural, sería muy difícil contar la historia del siglo XX venezolano sin que su nombre oriente el camino, pero la permanencia que lo hace visible estará siempre en la belleza de sus palabras, en la obra de arte que nos ha legado y de la que debemos sentirnos orgullosos.
          El sábado 5 de abril de 1969 a las 2, 20 de la madrugada fallece en su residencia de la Quinta Sonia, ubicada en la urbanización Altamira de Caracas el escritor Rómulo Gallegos, al lado de sus hijos Sonia y Alexis.
      Rómulo Gallegos dedicó su vida a una idea, a un proyecto creativo afincado en lo nacional. La constancia dio sus frutos.
        Nuevos estudios hemos emprendido para vindicar su labor como escritor y poeta. Desde hace algunos años hemos asumido el compromiso fuera y dentro del país, de trajinar su obra creativa desde otras miradas, artículos, análisis, exposiciones, conversatorios con los que buscamos contribuir a un acercamiento sincero, consciente, crítico, amoroso a su legado.  En eso hemos de continuar, porque su proyecto creador es tierra extendida aún por recorrer.
       En estos tiempos de desarraigo, crisis, confusión y desasosiego, el ejemplo de Rómulo Gallegos de paciencia por lo que se ama hasta verlo florecer, debe animarnos a una reelectura de su legado. En referencia a lo planteado el maestro Juan Liscano expresaba:

Rómulo Gallegos, con el mensaje de sus obras y el ejemplo de su vida, por poco que ahondemos en unas y en otro, nos incita a defender nuestra dignidad, a pelear por nuestros ideales, a meditar sobre nuestra patria y sobre la naturaleza, a respetar el ser humano, a escuchar la voz de nuestra conciencia. Es, fundamentalmente, un constructor y encendedor de conciencia civil, amorosa y pacífica. Es, pues, un Maestro, uno de los pocos con que cuenta hoy el continente americano. (Liscano, 1980, p.308)

Referencias:
Gallegos, R. (1985) Cantaclaro. Editorial Oveja Negra.
Harrison, S. Howard. (1976) Rómulo Gallegos y la Revolución Burguesa en                                                Venezuela. Monte Ávila Editores.
Liscano, J. (1980). Rómulo Gallegos y su tiempo. Caracas Monte Ávila Editores.
Subero, E. (1984). Aproximación sociología a Rómulo Gallegos. Caracas: Cuadernos          Lagoven. 


*Andrés Castillo
Licenciado en Artes. UCV
Lic. En Educación. UCV.
Investigador cultural.
Docente Universidad Nacional Experimental de las Artes. Unearte.
Cursante del Doctorado en Patrimonio Cultural.Universidad Latinoamericana y del Caribe (ULAC).

castillete7@gmail.com



Fotografías: Archivo del autor.