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lunes, 4 de abril de 2022

Rómulo Gallegos

Su escritura como horizonte y camino hacia nosotros

Por Andrés Castillo

Obra pictórica de: Salvador Pruneda. Tinta sobre papel. México 1956. 
Fuente: https://mexicana.cultura.gob.mx/

Hoy, 5 de abril de 2022, se cumplen 53 años de la partida física en 1969, de Rómulo Ángel del Monte Gallegos Freire, un creador inagotable. 

Recorrer la biografía de Rómulo Gallegos a la par de su trabajo creativo, lleva inevitablemente a un viaje insondable por los principales acontecimientos que marcaron la vida política y cultural de la Venezuela de dos siglos.

Nacido en Caracas en la esquina de «Zamuro» a finales del siglo XIX, el 02 de agosto de 1884, Rómulo Gallegos fue testigo y partero de la nueva nación que se iba quedando atrás con sus dificultades, guerras internas, caudillos, pandemias, aplazamientos y olvidos.

Escritor, político, intelectual y principalmente maestro.

Transitó todos los niveles de la educación venezolana, desde maestro de primeras letras siendo aún muy joven, hasta llegar a convertirse en docente, director de centros educativos y ministro de educación en 1936, luego de la muerte de Juan Vicente Gómez.

Su labor formativa se refleja en su extenso legado, humano, político, literario. Cada uno de los principales personajes de sus creaciones realizaban dentro de sí, el viaje novelado hacia su transformación interna, la que el autor orientaba, hasta llevarlos de la mano a la consolidación de una nueva realidad, siempre íntegra, defensora del suelo nativo. 

Rómulo Gallegos fue el maestro de una generación decisiva en la Venezuela del siglo XX, discípulos de diferentes visiones políticas, con sus errores y virtudes, recibieron sus lecciones y le valoraron con afecto. Todos dijeron de él: «fue nuestro maestro».

Sus ojos vieron el tránsito de la Venezuela agraria que debió conservarse y el nacimiento de la explotación e industrialización petrolera, con su nueva cultura y valores.

Su labor política guarda relación indisoluble con la honestidad y el amor por el país, ampliamente reflejado en los títulos de sus construcciones narrativas, en su perseverante mensaje; en su extenso camino, sus exilios, derrotas y siempre en el regreso amoroso al terruño inolvidable donde culminó su marcha.

Primer presidente elegido por voluntad popular, derrocado vilmente a los pocos meses de asumir el mandato, sin poder llegar a poner en práctica su programa, el que animaba en la consigna «Gobernar es educar».

Su nombre y ejemplo continúan caminando en nuestra memoria al lado de figuras que siguen siendo faros encendidos para llegar a la Venezuela que nos merecemos y que las nuevas generaciones deben buscar, para conocerles y dialogar con ellos. La de Andrés Eloy Blanco, Luis Beltrán Piero Figueroa, Orlando Araujo, la de Alberto Arvelo Torrealba, Miguel Acosta Saignes, por mencionar tan solo algunos.

Su obra se proyectó definitiva sobre la tierra venezolana, llevando su nombre y el del país a toda América Latina a otros continentes, llegando a ser traducida en cientos de idiomas, obra ascendente y pionera, conformada por: teatro, ensayo, cuento y novela. 

Gallegos fue precursor además de la novísima producción cinematográfica venezolana, creando la primera en su estilo: Estudios Ávila.

Rómulo Gallegos abrió el camino y mostró al otro lado del océano la nueva literatura latinoamericana, en nuevo lenguaje y con nuevo rumbo, fue el puente entre dos formas de abordar el trabajo narrativo en nuestro continente, el que su pluma iba dejando atrás desde su capacidad innovadora y los que nacían con nuevas miradas y propuestas. 

Sin el aporte de Gallegos, consideramos que la nueva literatura surgida en América Latina hubiese retrasado su llegada.

Su nombre aún en la distancia se mantiene inamovible, incorruptible y vivo, tantas veces lo hemos traído a nuestra voz sin saber que fue Gallegos quien escribió lo que decimos o que en sus páginas está la fuente, su nombre es parte integral de nuestra cultura.

Su labor creadora, de un arte eterno colmado de belleza, nacido bajo la musicalidad que brotaba de las teclas de su vieja máquina, como las melodías del cuento «El piano viejo», es quien le mantiene con vida entre nosotros y le muestra como Patrimonio Literario del que todas y todos debemos sentirnos orgullosos. 

Desde distintos espacios hemos intentado sumar en la divulgación y permanencia de sus obras y legado hacia las nuevas generaciones, sobre todo en las universidades. En el año 2020, nuestra tesis doctoral, enfocada en su trayectoria, tendió puentes entre su huella y los nuevos enfoques sobre el patrimonio literario, la memoria y el territorio.

Volver la mirada a su escritura desde nuestra realidad

Volver a sus creaciones desde la mirada de un tiempo nuevo, hoy que muchos compatriotas están lejos de su suelo, así como otros retornan al lado de los que nunca lo dejaron, para seguir construyendo la patria infinita, perpetua «Sobre la misma tierra» que él también caminó, es una tarea que debe animarnos por igual. 

Gallegos nos dejó una obra tenaz, así como caminos extendidos, paisaje y territorio para caminar entre sus letras, para encontrarnos desde cualquier lugar con la Venezuela que él amó, la que amamos nosotros. En sus libros también está la patria. 

Sus libros son igualmente el territorio que nos sostiene. Él nos deja en buena compañía para caminarlo: un «trovador trashumante» con su nombre «Cantaclaro», un Marcos Vargas peregrinando entre la selva de «Canaima» hacia sí mismo, una Ana Julia Alcorta y una Remota Montiel enfrentando su tiempo histórico con determinación entre desiertos y cafetales, un Manuel Alcor orientando los pasos de «Reinaldo Solar» para llegar a su propia «Alborada», siempre mirando con recelo al peligroso Mr. Danger. Una «Doña Bárbara», indestructible convertida en leyenda, un clásico.

Pero sobre todo legó un espejo, el que nos interpela desde la historia misma que nos ha conformado, en lo contradictorio y en lo virtuoso, creaciones que nos hacen preguntas surgidas desde cada uno de sus cuentos, sus novelas, como desde su propia biografía. 

«Otra vez estamos como entonces. El paisaje vuelve a ser nuestro refugio».

Leamos su camino. Volvamos a leerlo.

Andrés Castillo