Encuentro

PALABRAS,SILENCIOS,AMORES, COMBATES, TRIUNFOS Y DERROTAS, NOSTALGIAS, AUSENCIAS.
DE FLORES Y BALAS COMO LA VIDA.
Poética existencia. Vida poética.

sábado, 26 de noviembre de 2022

CANCIÓN SILVESTRE

 para volver a cantar. 

Andrés Castillo

A Marcos Ana, Alí Primera, Héctor Hidalgo Quero, Hugo Fernández Oviol, Paulo Freire, Fruto Vivas, Facundo Cabral, Roberto Fernández Retamar, Alberto Cortez, Pablo Milanés. A todos los maestros de cantos infinitos.
 

 

«Hay lágrimas que tienen estatura de estrellas indomables

y es de acero o de roble su ternura».

Marcos Ana

Pintura de Héctor Hidalgo Quero


La biblioteca habla conmigo y trae las palabras del tiempo arropadas por las huellas del cariño, de lo cierto, del tránsito poéticamente vivido, una estrella reposa en mi tristeza con su luz de lágrima doliente.

No hay ausencia cuando es verdad el canto y su latido.

Ahora las melodías de un sueño, la insistente caricia de la lluvia sobre el reseco tiempo, la huella extendida, mi árbol y yo, el clavel rojo naciendo en la memoria posándose en los cuadros, en las carátulas de los discos, ahora canta un ave en el patio y se iluminan de luciérnagas los nuevos nidos.

Cantos, versos y desvelos.

La verdad es una idea que recorre las guitarras, que anda jubilosa entre los afiches y folletos, coloreando banderas, franelas, lienzos y silencios, la verdad es un libro con todos sus abrazos, la borra del café durmiendo sus aromas en la mecedora tejida con la piel de las mazorcas de mi pueblo.

Yo vengo de ahí, de un aula abierta bajo los bucares, elevando papagayos de esperanza, atento a las lecciones de la generación de los maestros, los que extendían sus manos y liberaban el eco de sus voces para dejarnos el testigo del mundo porvenir, el que no fue cosechado, pero que de tanto labrarlo florecía bello, inmenso, sublime, alimento vital para este tiempo donde la lluvia se aleja tristona, muy lejos de los huertos nobles. El sol germinador se esconde en el bullicio sin verdad, sin entrega, sin inquietud, ni preguntas, ajenos al asombro de un poema en los cuadernos, de una voz en los caminos, de un disparo guerrillero en la quebrada del delirio.

Pero es este nuestro tiempo y hay que olvidar las falsas razones, hacer caso al sueño terco repetido, al cariño, al arrullo que inventa justo todos los cantíos.

Cansado va el camino buscando nobles pasos, sin hallar los valientes peregrinos.


Una generación nos anunciaba la ruta hacia la estrella nueva, hacia la luna enamorada de mares y gaviotas, de pan y justicia, unicornios, caracolas, alboradas, estrellas azules, mieles y escuelas.

Una generación abría los portones de las casas, brotaban los cantos, florecían las guitarras y era de verdad la muerte entregada, la vida salvada, la lucha toda liberada y el cantarino anhelo de tocar con la voz el cielo compañero.

Yo vengo de aquellos ecos, de aquellas voces que alumbraban la soledad oscura de los desiertos.

Maestros. discípulos. La continuidad es la razón del empeño.

Una generación se nos fue, se va, se queda en la esperanza cierta de seguir la huella que sabía inventar en cada intento sus nuevos comienzos.

Y sigue aquí el eco de la canción silvestre que anda todavía poblando nuestros áridos senderos.


Canción silvestre

La lluvia ya se anuncia
en el canturreo festivo
de las chicharras.
La canción
despierta sus latidos
para anunciar su eterno nacimiento.
Una generación avanza
lanzando semillas
al surco invisible del silencio.
Y crecieron aves
pájaros con su canto púrpura
alas de azulito cielo.
Y todo fue vivido.
Los maestros entregando el testigo

¿Estarán atentos los discípulos?
¿Sabrán por qué del cantar y el sendero?

El rumor del tiempo ya se cuela
en la canción silvestre de esta hora
llega para sacudir los árboles
para despertar la brisa
que se queda dormida entre las ramas.
De ahí vienen mis pasos
de un largo camino
semilla que canta su flor y rocío
silvestre canción sin alas de olvido.

Gracias maestros.

Nos separan unas horas, un olvido, un torpe silencio y la orfandad del nuevo camino.

Para luchar contra la injusticia, contra la tristeza y la soledad no hay edad, somos el mismo disparo, el mismo canto, la misma razón naciendo.
Siempre naciendo.  


Andrés Castillo