"Los seres humanos somos
culpables de muchos
desastres en este mundo.
Pero los seres humanos seguimos
siendo la esperanza"
Hugo Chávez
“No me gusta definirme con las
palabras,
prefiero que lo hago mi
conducta”
Alí Primera
¿Y
si hacemos realidad cada palabra? ¿La de aquellos soñadores que partieron antes?
¿Las de aquel gigante esclarecido? ¿El mismo que hizo camino y verdad viejos
anhelos, llenando de bullicios los silencios? ¿Sembrando el rojo clavel como
justicia? ¿Regando su sudor cual lluvia fresca, para que la tierra de todos
brote limpia?
¿Y
si en su nombre, creamos una comuna en cada sueño y una revolución en cada
gesto, forjando en la conducta nuestro rostro, la primera palabra que nos
nombre?
¿Y
sin en cada paso, dejamos una huella, ya no para el recuerdo, sino para el
viajero, para el camino que otros han de seguir, sin cercas de hastío y
pesimismo?
¿Y
si todos en noble jauría, salimos a sembrar los campos muertos, a limpiar de
abrojos nuestros sueños a dar nuestras manos sin recelo?
¿Y
si quienes hacen la canción se van por los senderos? ¿Por los barrios y
poblados, los más lejanos caseríos, compartiendo alegres sus guitarras con los
sencillos sembradores? ¿Olvidando efímeros aplausos y autorías, regresando al
tiempo de combates, donde hacer la canción era un trabajo, trabajo antiguo y
colectivo?
¿Y
si volvemos a la sencillez de añejos días y festejamos la vida en cada beso,
compartiendo el pan y los poemas, si esperar el cumplido lisonjero?
¿Y
si bebemos la lluvia de caricias y nos reímos del niño y sus locuras, esa que
perdimos torpemente, por querer ser otro, distinto al que nacimos?
¿Y
si quien hace su trabajo, cualquiera que este sea, el más pequeño o el más
erguido, se enamora de sus días y enloquecido, trata de hacer feliz al
peregrino, resolviendo con diligencia las angustias de quien espera su palabra
y un abrigo?
¿Y
si amamos a la gente por su causa, por su amor repartido en colectivo, por su
noble pensar y su ternura, por su solidaria tarea de cada día, de cada
despertar comprometido?
¿Y
si rezamos haciendo el rezo huella y amamos a Dios en cada niño, en cada mujer,
en cada hombre, en cada niña que sufre injustamente la feroz mirada
indiferente, esa que entierra en su dolor la prepotencia cruel de no ser gente?
¿Y
si olvidamos odiar al semejante, pesando que la vida es pasajera, que es el
amor siembra y semilla de la vida que brota en una estrella?
Me
digo ahora mientras hablo, con el ave cantora de los días, que estas palabras
que derramo sean la camisa que me cubre, sean el sombrero y limpio cielo, que
si abandono la ternura, de nada importa tanta tinta, tanto luchar en cofradía,
mejor morir ahogado en los olvidos, en la lápida oscura que no basta, para
enterrar en ella hipocresías.
Vamos
pues yo voy contigo, soy tu celoso guerrillero, guíame tú, no hay jerarquías,
en cualquier puesto de combate, lanzaré mi sangre y mi conciencia por
defenderte a ti con tu alegría, por la defensa de todos los que luchan, porque
la vida sea nuestra libre y buena, sea de verdad la Siempre Vida, esa que tú,
luchas y sueñas.
Me
pregunto y salgo al camino.
Andrés Castillo