Reflexiones
“Defendemos el proceso revolucionario como una acción
cultural dialogada constantemente con el
acceso al poder en el esfuerzo serio y
profundo de concientización”. Paulo Freire
“Lo
que hoy está de moda es lo que bauticé yo en un libro mío hace diez años – La
plusvalía ideológica- es decir, la extracción del trabajo psíquico excedente” Ludovico Silva
Quienes siempre hemos creído en la
transformación del ser humano, de aportar por todos los medios posibles a la construcción de una
nueva sociedad, de un nuevo pensamiento, de una
nueva escala de valores que nos permita solidificar en lo más interno de
nosotros mismos, rasgos distintivos hacia una nueva forma de relacionarnos, de
entender el mundo y así reinventarlo, no podíamos optar
por el silencio ante ciertos aspectos que consideramos muy peligrosos,
reiterativos y en avance acelerado dentro de esto que solemos llamar “proceso
revolucionario”, en función a ello lanzamos al aire nuestras reflexiones,
aporte honesto y sencillo, intentando siempre ser leales con nosotros mismos,
con el sendero recorrido hasta hoy.
El
camino transitado desde 1992 hasta esta fecha, carga sobre su espalda, quiera o
no, el peso digno de un pasado de luchas y de sueños, donde muchos hombres y mujeres
han quedado en el camino por ser cónsonos con sus ideales, por no abandonar el sendero
de dignidad, por ser coherentes con lo soñado en tiempos de derrotas. Esta ruta
que hoy andamos se la debemos a un universo de sueños muertos y germinados ahora
en nuevas alboradas, hay mucho canto acribillado, mucha hambre lacerante, hay
mucha frente mancillada a la que le debemos respeto y continuidad, ejemplo
cotidiano.
La
rebelión comandada por el presidente Hugo Chávez junto a sus compañeros de
armas, vino a sumarse al estallido que unos años atrás se sintiera en las
calles de Venezuela, esa vez si ninguna dirección, como suele suceder cuando las masas en
rebelión se encaminan a lograr sus objetivos, directo, certero, así es siempre su
accionar.
Ya
en 1998 se consolida la victoria tantas veces soñada, por los movimientos alternativos
ligados en su mayoría a la izquierda nacional, la cual nunca fue posible por múltiples
razones ya conocidas, el triunfo de Hugo Chávez abrió una puerta inmensa para
la construcción de una propuesta distinta a la nefasta, corrupta y aberrante
manera de hacer política de partidos como AD y Copei, así mismo permitió
dinamitar las absurdas divisiones y auto agresiones de una izquierda diezmada, vapuleada,
traicionada. Luego la creación de una Asamblea Nacional Constituyente para refundar
la república nos prometía un sol inapagable.
Para 1998 el país había llegado al borde del
abismo, no había otro camino, o seguíamos por la ruta de la aniquilación social,
de la emboscada a la esperanza, mediante una cultura banalizada, dirigida por
los medios trasnacionales y sus franquicias en Venezuela, unido a los partidos
tradicionales, o apostábamos a que quienes se formaron con el canto de Alì, con
las lecturas de Kotepa y Ludovico o quienes forjaron su talante en luchas verdaderas,
no serían capaces de vendernos otra vez los sueños y las esperanzas. Podríamos
ahora sí, construir la patria que tantas veces soñamos.
Venezuela
apostó y fue posible otra vía, vaya siempre el recuerdo activo a quienes desde
años pasados nos limpiaron el camino, sin duda alguna, “no todo comenzó en
Guarenas”, no todo comenzó el 4 de febrero, no todo termina ganando una o
varias elecciones.
Hoy
no es poco el camino recorrido desde 1998 y no quiero entrar en las encrucijadas
y emboscadas que hemos vivido en estos largos años, ya son conocidas por todos nosotros,
prefiero abordar algo que preocupa y que cada día viene tomando cuerpo y fuerza
en nuestra historia actual y que es en sí misma, aún cuando se quiera ver como
menor o inocua, el germen de la decadencia lenta de todo “proceso” que aspira a
transformar un orden establecido.
Por
años una cultura del espectáculo, de la evasión, de la farándula más rancia y embrutecedora
se apoderó de gran parte del sentir de nuestro pueblo, a través de canales como
Venevisiòn y RCTV se sembró en muchos compatriotas el germen de esa cultura
brutal, pasiva, adormecedora, mercantilista, racista, ambigua y peor aún distorsionadora
de la historia y de nuestra cultura más representativa, bailes nacionales que desvirtuaban
las tradiciones ancestrales, música tradicional promovida como “neo folk”, termino
por demás absurdo y contradictorio, sin mencionar el culto a la belleza, a los
valores más arcaicos del capitalismo mundial,
en sí, él no pensar, que otro los hagan por usted, era el
lema del momento.
Quienes
crecimos movidos por la rebeldía del canto de Alì, de las lecturas de Aníbal
Nazoa, de Prieto, de Ludovico, entre muchos más, no podemos dejar de ver con preocupación,
con tristeza y con alarma, como este proceso echa mano en distintos espacios
cotidianos, de los mismos valores que una vez pretendió erradicar, con la
excusa de incluir a un sector de la sociedad que jamás vendría a nuestras filas,
al menos que haya un interés de por medio, es decir: rumba, baile o dinero, y algo que yo he bautizado en estos días como
la “Arjonada” la frivolidad engañosa bajo el manto de la seudo poesía, de la
seudo militancia, de la seudo política, disculpen mi “sectarismo” pero no creo
en la tesis de atraer con basura para luego dar lectura, no es posible ver que
la programación de los canales y otros medios oficiales y alternativos asuman
los mismos planteamientos “estéticos” y discursivos del pasado, promoviendo los mismos valores que en otrora
se exponían en “RCTV”, presentando con admiración a figuras que por años hicieron
de la música y del “arte” un vehículo fácil para llegar a la gente a través de
la conocida y poderosa industria cultural, lo que no es más que la espada
taurina sobre nuestros lomos, que ahora regresa.
Convencido de la importancia de lo cultural,
como el crisol fundamental de las relaciones humanas, es que lanzamos con
preocupación estas palabras, porque hemos entendido siempre, que la cultura es el brazo político más importante de toda
revolución, en cuanto que es forjadora de líneas ideológicas y directrices estratégicas a toda
la sociedad, si el mensaje es ambiguo,
el apoyo será igual, si el mensaje es vacío fácil, frívolo, igual responderá
la militancia que baila y corea fanatizada.
Por eso decimos con alarma, la frivolidad es
irreversible una vez instalada, no sale jamás de las cabezas, como la hiedra
avanza matando flores y frutos.
Este proceso ha sido posible porque contó en
sus raíces con los más hondos y serios ideales, abonados en cientos de luchas,
regado por lloviznas vivas de pensamiento transformador. Detrás del intento de
Patria, había un canto gigante, demasiado inmenso que lo bañaba de ejemplo, de
dignidad, de pensamiento.
El canto de Ali Primera.
Por eso
pensamos que debemos estar alertas siempre, en permanente resistencia a
una cultura depredadora y con años de predomino en la sociedad venezolana,
portadora de esa nefasta cultura del mercado que debemos erradicar, ese sigue
siendo nuestro reto, si queremos que este proyecto perviva más allá del grito y el jingle, del baile de
cadera y la “otra bullaaa” que nos silencia los pensamientos, debemos
pensar si de verdad estamos siendo coherentes, ¿o construimos o perpetuamos?
Debemos detener el carruaje y hablar con el
cochero, este proceso puede durar varias décadas más, no hay duda, y puede ser plataforma para que los vivos de
siempre rieguen sus jardines con el esfuerzo de muchos, pero las flores que
tanto nos animan a luchar irán perdiendo su color y su belleza bajo una hiedra
brutal que se engarza, al final reinará el vacio sobre nuestras cabezas, al final
otra vez, la tracción se vestirá con nuestros ropajes, como tantas veces, la
trinitaria que un día creció, terminará sin darnos cuenta bajo el manto de la
hiedra más frívola y reaccionaria.
Todos nuestros esfuerzos deben concentrarse en
crear dentro de la sociedad venezolana espacios de encuentro, espacios para el
debate y para la discusión, sabiendo que es la única manera de hacer posible
que una cultura alternativa, transformadora, supere la absurda y adormecedora
cultura del espectáculo y de la mera promoción de actividades muchas veces
fatuas, banales, sin trascendencia, debemos superar la absurda gritería
mediática y prepotente, burlona, grosera con el adversario, la misma que quizá,
alegra a un grupo muy reducido de nuestro pueblo, pero que no va más allá del
ego pasajero, del chiste, la broma o la altanería.
Hace varios años dejamos el debate colectivo sobre
temas trascendentes como: el ambiente, la corrupción, los derechos humanos, la
cultura popular, la burocracia, la vivienda ecológica y con ello el
despilfarro, la ineficiencia atroz de alcaldías y gobernaciones, la sencillez,
la vida austera.
Ya no se mencionan aquellos anhelos por
cambiar los valores culturales del pasado, es más, a veces parece entrar por la
puerta lo que un día sacamos por la ventana, si observamos con cuidado, sin
fanatismo y con honestidad crítica, veremos que esos valores del pasado llegan
vestidos con el ropaje de lo social, pero si nada dentro, hueco, sólo viento y
humo que se esfuma con la patria.
De ahí la puesta en práctica de una política
cultural que responda al modelo de patria que vamos forjando, a pesar de los
contrasueños de los que nos hablara el maestro Paulo Freire, convencidos que la
revolución es sencilla y llanamente cultural, que debemos mostrarle a la gente
las cargas nocivas que el sistema capitalista impone a nuestra sociedad y que
existen múltiples opciones, que debemos reinventar en colectivo, pero debemos
ser modelo de verdad, no sólo en la rueda de prensa o en la tarima “bailadora”.
Con la convicción de nuestros ideales,
emprendemos la batalla de ir aportando códigos, signos y símbolos que
despierten por lo menos un debate que nos acompañe a todos, en esa hermosa
tarea de romper con el pasado cultural, donde el amiguismo, la frivolidad, la
apatía, el facilismo, el grupismo, eran fuertes enemigos a vencer.
Todas nuestras actividades deben tener un hilo
conductor, el pensamiento crítico, demostrando que pensar también es divertido,
rompiendo aquella tesis que pretendieron inocularnos a través de la televisión
y de años de dominación, que sólo la banalidad, la superficialidad, lo ligero
es lo que puede ser entretenido, joven, fiestero, actual, llegar a la gente. Grito
y más grito, ruido, más ruido y el campo se queda muerto.
Y ser joven no es el uso de la red a mansalva,
no es el twitter como regadera de palabras para vencer nuestra soledad o para
llegar a protagonizar la “etiqueta” de un día, no se trata del mensaje de texto
cual desahogo, no es la música “juvenil” o el tatuaje, no es la irreverencia
forzada o la algarabía hueca, la burla y el desprecio al “vencido”, no eso no
es.
La vida inmensa, la política, el amor, la
risa, el ocio, la muerte, no sólo están
en la red, debemos cuestionar eso que hoy llaman “redes sociales”, no las creo tan redes, no las creo tan
sociales.
Hoy una nueva generación ha crecido con este
proceso, podemos verlos en diversos espacios, tiene el reto de no ser como la
generación perversa que se fue con el pacto de Punto Fijo, tiene el reto de
demostrar que es sensible, profunda, critica, noble, honesta, respetuosa de los
viejos que en tiempos de derrotas nunca arriaron banderas, conocer y
reivindicar la historia que nos ha traído hasta aquí.
Hay muchas pausas que debemos hacer, hay un
silencio que nos invita a pesar otra vez hacia dónde vamos y si de verdad lo
estamos haciendo bien. Creo que debemos sentarnos
a caminar, como dijera alguien.
Debemos andar como quijotes, motivando a la
gente, invitándola con nuestras acciones cotidianas para que asuman el reto de
hacer una patria distinta. Pero debemos parar la rueda, callar la algarabía y
mirarnos, mirar otra vez el campo todo, y eso no es tarea sólo del pueblo, lo
es más aún de quienes asumen cargos de dirección en el estado, en los medios, de
quienes se dicen “intelectuales” de la revolución, de quienes ayer tomaban el cielo por asalto y hoy los asalta el
silencio más cobarde y alcahueta sobre esta problemática.
No podemos desperdiciar ningún momento, de ahí
que andemos superando permanentemente la valla publicitaria y la oferta
comercial, avasallante y paralizante de acciones emancipadoras.
Sumergidos en el debate de hoy, el cual nos
exige un pensamiento y un compromiso cónsonos con el porvenir de nuestra
América, con las nuevas generaciones y con la propia salvación del planeta, es
que reconocemos la importancia de abordar lo ideológico como el principal motor
que nos anime a buscar caminos de transformación, donde la “acción cultural” en
todos sus espacios tiene un papel primordial y más si es promovida desde el
gobierno, en la misma tarima, con el líder de un proyecto tan vital para toda la humanidad.
Yo
diría con respeto, pero con verticalidad militante de años ¿dime que música
oyes y te diré como piensas? ¿dime con quién andas y te diré si te sigo
acompañando, si queremos construir los
mismos sueños? .
Más
allá de los logros materiales, económicos, es vital lograr una hegemonía
cultural, no existe revolución sin un
planteamiento estético propio, y eso se construye con conciencia
revolucionaria, no con consignas y publicidad.
Así hemos encaminado estas
humildes reflexiones, comprendiendo
que aún queda mucho por hacer y eso nos anima a seguir soñando, a seguir
impulsando esta manera de entender el hecho cultural, por encima de un simple
acto cultural, frívolo y evasivo, aún en campaña electoral, los sueños
no se agotan en un triunfo, ni una derrota.
Si después de catorce años de revolución
necesitamos echar mano de los mismos símbolos de una cultura falaz, evasiva,
para acercar a la juventud, si debemos acallar el canto y las diversas
manifestaciones pueblerinas que nos trajeron hasta aquí y decidimos saltar al
vacío de la embriaguez pasajera, debemos revisarnos entonces porque hemos
perdido la batalla, aunque sigamos ganando elecciones. La hiedra avanza, avanza
y hay quienes la riegan con esmero.
De
la
mano con nuestros ideales y unidos al
fiel compromiso de ser fieles a nuestros maestros, Ludovico Silva, Orlando Araujo,
Alì Primera, Aníbal Nazoa, César Rengifo, y
muchos otros, es que no podemos defraudar.
Con ellos decimos en voz alta y siempre
a cielo abierto que: o asumimos en todos los espacios de la patria una
acción cultural transformadora, crítica, comprometida o simplemente como lo
explica Ludovico Silva, estaremos escuetamente perpetuando nuestra negación de
hombres y
mujeres libres, perpetuando la plusvalía ideológica.
Asumamos el reto de cambiar lo establecido de
verdad o habremos arado en el mar, en el mar bonito de nuestro pueblo.
Aquí hay mucho canto, mucha historia para
enamorar a nuestra gente, no sigamos reproduciendo lo que queremos matar, no
sigamos llenando de soledad el bullicio sencillo de la Patria.
ANDRES CASTILLO
castillete7@gmail.com