A mi Amanda
Y tú tomas mi mano
y siento que me elevo
por encima del odio
como un colibrí enamorado
de flores en celo.
Y tú me hablas al oído
y una marcha triunfal
de grillos y chicharras
erizan mis sentidos.
Hoy cuando me besaste
cuando dijiste mi nombre
cerca del árbol florecido,
me sentí nacer otra vez
perdí el miedo al destino
a la brutal herida del olvido
al hacha puntual del camino
que parte en dos mi ternura
y el pan de amor compartido.
Cuando recuerdo amada esa tarde
los libros rojos de mi biblioteca
me miran distintos y ríen conmigo,
en verdad me siento un hombre nuevo
que aún en la oscuridad de la noche
y en solitario incendio
ama la vida en su comienzo,
y el falso político me devuelve la risa
y el usurpador de sueños
mi alforja de nubes y guitarras ariscas.
Cuando tú me besas renazco
¡hombre nuevo!
que ama la vida y comparte
para seguir creyendo en los ojos que veo,
y el agua de tinaja destila besos
el columpio del parque es violín sin lamento
y me nacen flores en las manos
y una canción de abrigo canta mi pecho.
Y la abuela de la calle me grita:
¡Hombre nuevo!
que ríe con el niño que pasa
y ayuda al barredor a surcar senderos
y esconde del trueno los nidos del alma
y encuentra la patria salvada en tu beso.
Hoy soy un hombre nuevo
que ama, canta y sigue tu vuelo.
Poema de Andrés Castillo