Encuentro

PALABRAS,SILENCIOS,AMORES, COMBATES, TRIUNFOS Y DERROTAS, NOSTALGIAS, AUSENCIAS.
DE FLORES Y BALAS COMO LA VIDA.
Poética existencia. Vida poética.

sábado, 18 de noviembre de 2017

Hugo Fernández Oviol

Uno de los últimos textos del querido y necesario poeta falconiano


Sucede que yo nací en Cabure, un pueblo campesino, trabajador y solidario, en medio de una familia sin bienes de fortuna, pero adinerada en buenos principios como la honestidad personal, como el culto a la palabra empeñada y a la convivencia sin mezquindades, además rodeado de un cúmulo de muchachos, amigos de mi misma clase y con la misma escala de valores, sembrada y repartida por su respectiva familia; todo esto me hizo descubrir tempranamente el valor inestimable del compañerismo y la virtud bien entendida de la amistad sin dobleces.

Más tarde, ese mismo grupo, con la ayuda invalorable del marxismo-leninismo, me enseñó la fidelidad con los principios filosóficos y la filiación alegre y consecuente con los marginados de la tierra.

Mi amor por las parrandas de la serranía que, durante los días de fiesta nacionales, iban de casa en casa entonando sus trovas, desgranando décimas, salves y coplas y multiplicando así la alegría colectiva del pueblo, sembró en mí para siempre, el amor por la poesía. Yo, desde entonces, sentí una debilidad tremenda por los copleros, los admiraba con devoción religiosa, y me quedaba mirándolos como a santos milagrosos.

Por otra parte, el pueblo tenía un poeta mayor: ROMÚLO GARCÍA, escritor, pintor y poeta a quien, pese a sus debilidades alcohólicas, el pueblo todo le rendía tributo a su talento y su desenfadada actitud para enfrentar la vida.

Más tarde, mi familia se empeñó en que me viniera a Coro para hacerme maestro de escuela. Desde entonces y para el resto de mi vida, fui maestro, revolucionario y poeta. Confieso ante ustedes que estas tres dimensiones de mi vida las he ejercido con seriedad, pasión, responsabilidad y dignidad.

A orillas de mi muerte, no tengo nada de que arrepentirme y en honor a ustedes y a los viejos copleros de la serranía falconiana, me despido con la siguiente copla:

Qué sabroso es constatar
que uno ha llegado a ser viejo
sin haber sido pendejo
y con mucho que contar.

HUGO FERNÁNDEZ OVIOL
Coro, octubre de 2006