Me niego
Me niego a caminar más rápido si no lo necesito.
Me niego a acelerar el vehículo como si la ciudad fuese un autódromo,
como si el automóvil es una máquina para aplastar transeúntes.
Me niego a mirar a la gente con desconfianza.
Me niego a creer que todos nuestros semejantes son seres agresivos, peligrosos, de
temer.
Me niego a dejar de mirar el cielo y sus misterios, ese que
sigue ahí, encima de los edificios con sus miedos.
Me niego a pensar que la vida fallezca en un ir y venir enloquecido.
Me niego a dejarme
llevar sin pensar por lo menos a donde nos dirigimos.
Me niego al silencio del conformismo.
Me niego a convertirme en mercancía.
Me niego a enclaustrar la ternura en gestos de ira.
Me niego a leer mil palabras por minutos, si lo que quiero
es leer lento, ser leído, en cada trazo, en cada escrito, en cada huella del
camino.
Me niego a matar la alegría que cabalga en un saludo.
Me niego a fulminar la sonrisa que anda herida por las
calles.
Me niego a ser rehén de alguna jauría enloquecida.
Me niego a comprar y comprar y comprar y comprar.
Me niego a mandar
mensajes electrónicos, si es en tus manos donde quiero escribir lo querido.
M niego a creer que la vida es así y hay que admitirlo.
Me niego a dejar el
camino, para volar veloz, pero sin vivir la alegría del recorrido.
Me niego a tantas cosas, me niego.
Me niego a morir sin haber vivido la vida que he querido.
Palabras de Andrés Castillo