"No quiero ver un dia manifestando
por la paz en el mundo a los animales.
Cómo me reiría ese loco día,
ellos manifestándose por la vida.
y nosotros apenas sobreviviendo, sobreviviendo".
por la paz en el mundo a los animales.
Cómo me reiría ese loco día,
ellos manifestándose por la vida.
y nosotros apenas sobreviviendo, sobreviviendo".
Vìctor Heredia
La feroz tortura y la crueldad de
su muerte nos grita desde las entrañas de la tierra, que una vez ahí, en ese mismo ruedo, estábamos
nosotros, aterrados, temblorosos, a punto del martirio.
Ahí,
en medio del frenético bullicio, millones de hombres, mujeres y niños,
sintieron en sus lomos la absurda degradación que aún hoy define a muchos de nuestros
“semejantes”.
Nada
justifica la muerte y la tortura de estos “animales”, de ninguno, por la terca
y rancia “diversión” de unos cuantos.
Nuestra
especie sigue muriendo en otros destinos, también a mano de la locura “humana” que
sí nos embiste con saña, pero ellos, ajenos a las aberraciones que aún permanecen,
siguen ahí, carcomidos por la abérrate bestialidad que todavía nos sobrevive.
En
sus ojos, en sus venas, en su piel, la huella del odio, del dolor, la huella estéril
de una especie que escupe a diario sobre el universo.
Nada o poco podemos esperar de quien asiste a la asquerosa “diversión” de la muerte ajena.
En nosotros está el destino de un
planeta distinto, menos cruel y trastornado.
No
espero nada, nada, de quien celebra la muerte del indefenso, la del otro.
Pero
de quien es capaz de entender la vida y de defenderla por encima de su especie,
lo espero todo, todo, espero el grito y los
pasos que hagan temblar la tierra para germinarla en siembras de bondad, espero
su voz derribando “viejas tradiciones” y curando con su amor al universo de la
enorme herida que nos desgarra.
No
al maltrato de la vida, de nadie.
Andrés Castillo