A Maria Gabriela Chavez
Dos poemas de Andrés Castillo
Marzo
doliente infinito
Ayer murió
un amigo
digo ayer y
no sé cuánto tiempo
llevo
llorándolo por dentro.
Ayer murió
un amigo
dicen que de
una rara enfermedad
nada extraña
a los odios que la engendraron,
dice que él
se llevó en su cuerpo
todo el mal
que no pudieron
sembrarle a
su pueblo.
No volví a
verlo sonreír
y eso que
siempre lo sentimos cerca
como la más
tierna certeza porvenir,
Cristo
redentor dijeron los pueblos
y era
cierto.
Mi amigo era
fuerte y querendón
terco
muchacho que no dejó de pelear
contra
molinos y vientos grotescos
bailaba y
reía como nosotros,
pocas veces
lo vi llorar
aunque ríos
de lágrimas
lo ahogaban
por dentro.
Eso sí,
cantaba horrendo
las
canciones más hermosas
las más
queridas,
esas canciones
que jamás
escucharemos
cantada con
la voz
del que ama
sin miedo.
¡Cuanto lo
recuerdo!
Sólo el
dolor de los amigos
a nuestra
propia muerte
es
comparable a lo que sentimos
cuando se
nos marchan ellos.
Ayer murió
un amigo
hoy salí a
la calle
a intentar
olvidar su muerte
buscando
encontrar en la brisa
su voz de
tierno gigante,
brisa que
aún no me despierta
de la
pesadilla de su ausencia,
en la calle
encontré
multiplicado el mismo rostro
ese que ayer
dejé pegado al espejo del baño
con mi cara
de tumba,
enterrada en
la fiera impotencia
del tiempo
que nos engulle.
Rostros de
millones,
hombres y
mujeres vueltos uno
que
deambulan ahora por el mundo
intentando
disecar la tristeza de su adiós
intentando
vengar en silencio
la vida de todos
que ha muerto.
Ayer murió
mi amigo
y vaya que
me duele
como duelen
los sueños que dejó
como duele
el futuro sin sus ojos
como duele
otra vez
el mundo a
merced del poderoso
riendo en su
festín
sin la voz
del gigante que lo espante,
sin la voz
que tantas veces los dejó sin ropajes.
Aquí estoy
ahora
sentado en
los escombros del dolor,
hija mía,
perdona mi tristeza
me cuesta
reír y cantarte ahora
y eso que lo
intento,
me siento
sólo otra vez
aunque te
tenga amada,
tú eres todo
para mi
y él era
todo
para el que
nadie amaba,
sin embargo
tu risa
anuncia
también su alborada
todas sus
noches de insomnio
en ti
amanecen felices amada.
Si me vez
triste hija mía
es porque
ayer murió un amigo
como yo
anda mucho
pueblo ahora,
abrázame tú,
dame razones
para seguir
creyendo en lo bueno
en lo
tierno,
en lo
noble que muchos ayer escupieron,
me
atrinchero en tu beso
anclado en
tu mar ingenuo,
mientras mis
ganas incendian la rabia
mientras el
pueblo encuentra sosiego
para volver
al camino de nuevo.
Ayer murió un
amigo,
hay
tristeza, rabia, dolor
furia,
incendio.
Ayer murió
Hugo Chávez
y en su
nombre comienzo.
Comandante
Yo no te
digo adiós
menos que
descanses en paz,
sigue en
guerra,
en combate.
También hay
cielos por liberar.