“No sé bien donde poner
tanta tristeza”
Víctor Heredia
Desde
este rincón cualquiera a la orilla del llanto compartido, apretujado por la tristeza
del pueblo anónimo que te ama, te vi pasar hermano de la vida, alzando la
bandera con tu grito, con tus manos que tanto abrazaron el dolor de la gente,
te vi junto a los héroes eternos con la bandera a medio cielo, te vi caminando con ojos llorosos, con un brazalete
tricolor al lado izquierdo, te vi camarada mientras Alí cantaba otra vez en dolor mayor su canción de limpio verso.
Te
vi por todas partes Comandante, en la gente sin nombre llorando en una esquina,
en la pared que repetía la realidad que tú dejaste para vivir viviendo, que vaina poeta del diario vivir, el llanto me
hizo perderte por un momento pero tu voz gritaba patria y un niño en silla de
ruedas te llevaba entre su pecho y tú empujándolo desde adentro, te vi pasar
entre tus soldados morenos, piel de barrio, de pueblo pobre que hoy bajaron de
nuevo, que vaina Comandante, abre brecha
otra vez que Alí sigue cantando a lo lejos y Omar Cruz te pinta como siempre,
como tantas veces, ahora adolorido con lagrimas de niño ciego.
Y
seguías pasando comandante entre los rostros húmedos y valientes quemando al
sol con la mirada, pasaste tantas veces que los pueblos de América Latina se
volvieron brisa besando la cara de los próceres, que quietos en su panteón le daban
paso al pueblo en su dolor haciendo reverencia al bravo tiempo.
Que
mala vaina para mi pueblo, para la Patria Grande Comandante, tantos sueños
dormidos en la bandera de ocho estrellas que tu nos regalaste, hoy mi hija me pidió
permiso para estar triste ¿que si los niños debían llorarte? y le dije que no,
que los niños y niñas debe reír siempre que tú le inventaste una patria con
derechos y lunas nuevas, que tu vuelves por ellos a jugar pelota y volantín, a
aprender de ellos como se enciende la
Canaimita que guarda el nuevo tiempo que ha llegado, vivo oloroso a muchachada.
Y
seguías pasando comandante en los pies galopantes de tu gente, te vi pasar triunfal
otra vez venciendo a la muerte como nadie, con tu Cristo camarada rebelde,
porque una muerte no basta cuando se nace en millones, vivo en los sueños de
millones, en los ojos que sólo ven tu risa gigante compartida, la muerte se vence
camarada si una vida te nombra vivo, germinado en la esperanza de seguir tu
camino.
Ahora
las banderas dejaron de agitarse y se volvieron calma para que sólo tú pasaras triunfal
a la eternidad de los pueblos, sólo la muerte te faltaba para ser inmortal,
para quedarte siempre en esta vida Comandante.
Te
vi pasar hermano con tu bandera a medio
cielo, te vi pasar en el amor de mi compañera amándote con locura, en el
amor de millones que desde lejos te lloran y te cantan siempre en vida.
Y
ahora yo al borde de la tristeza escribo palabras muertas para lo más vivo de
este pueblo, que bajo el sol sólo dice tu nombre estremeciendo el suelo, y te
fuiste de tarde Comandante cuando el sol de mi tierra estaba más fuerte para
llenar de luz toda tu gente, aunque este es un tiempo plomizo donde la mente se
abarrota de grises nubes que pasan heridas ahuyentadas por tu luz que alumbra y
eterniza.
Te
vi pasar con la estela del siglo por venir, llenando de verdad cada intento grande,
cada sueño que abarca dos siglos y mucho cielo, te vi pasar hecho millones, multiplicado en sus
dolores y tus ojos anunciando otra vez el fin del viejo imperio, que pretendió
tatuar tu muerte en la historia y aquí vas en la idea que nadie mata, que como
dijo el maestro quijote, con su palabra de luz, en la brisa tu idea recorre ahora trincheras, escuelas y veredas,
en América y en toda esta tierra que debemos salvar del odio que sigue
arrinconando pueblos.
Te
vi pasar con el Che eterno liberado, con Alí bolivariano vivo enamorado, con
Sobeyda jugando con Manuela, con Sandino, con Zamora y con Maisanta, te vi
pasar con tus soldados del 4 de febrero y con los mártires de Llaguno y de
Cantaura.
Te
vi pasar buen Comandante.
Que
vaina poeta, coplero de sabana, vi pasar contigo todos los niños que se fueron
décadas antes, hambrientos de vida y chocolate, con ellos vas vivo, triunfal,
encabritado, galopando con tu pueblo hasta lo eterno, te vi pasar y detrás de ti mis sueños de
muchacho que hoy se ponen viejos ante tu vida, ante tanta vida fuerte compartida.
Te
vi pasar con tus soldados como lo soñaste, de la mano de un anciano, de la mano
de una niña que buscaba tocarte con su beso, un sólo pueblo de uniforme y pecho
abierto, te vi en el caballo que corre hacia la izquierda, saliendo más brioso
del escudo, en todas partes te vi hermano, inmenso, pitando de pueblo en sueño
eterno.
Y
te vi pasar Comandante Chávez hacia tu casa
de sueños azules, invicto, glorioso, siempre humilde, haciendo la Patria
que soñaste, lanzando el mejor juego de tu vida, cantándole a tu tierra a tus
amigos, diciendo tu verdad cual por ahora, diciendo unidad patria y victoria, viva
el pueblo, viva el pueblo, patria libre victoriosa para siempre, por ahora es para siempre si te lloran.
Ahí
vas cantor, mi camarada, gracias por los sueños que lograste, por toda la vida
que salvaste, de niños de jóvenes y ancianos, el pueblo es uno hoy en tu legado
aunque lo ignoren aquellos que te odiaron, los mismos por los que también
luchabas, para darles patria, paz y otra alborada, otra tierra más limpia de
temores, de guerras estériles, de tantas matanzas. Quienes nunca han entendido
la grandeza de la vida, jamás entenderán la trascendencia de tu muerte.
Te
vi pasar buen Comandante hecho millones,
triunfal, victorioso liberado, sobre esta patria que ya tiene un nombre,
bolivariana y para siempre soberana.
Pero
hacen falta muchas muertes para llenar de muerte tu camino, porque ahora ese
pueblo es uno sólo, es Hugo Chávez Frías
y sigue vivo.
Andrés Castillo
Paseo los Próceres, a la vera del dolor, un 05 de marzo del 2013.
Fotografía de Ismael Francisco/Cubadebate
Paseo los Próceres, a la vera del dolor, un 05 de marzo del 2013.
Fotografía de Ismael Francisco/Cubadebate