La tierra falconiana es poesía que viaja en el viento, la tierra falconiana escribe a cada instante la palabra salobre y arenosa que acampa erguida bajo la sombra de un mangle o del cují milenario que resiste.
La tierra falconiana es también la brisa fresca que baja de la sierra, para entrar a los caserones viejos, donde guardamos la memoria que nos alimenta el alma y el beso.
Tres poetas, tres hombres de palabra valiente y honesto tránsito, humildes, sinceros, coherentes, así es la poesía y así la mirada de tres poetas nacidos en algún punto de la geografía falconiana, del Coro de los siglos con sus años tejiendo caminos o de la península hermosa que no deja de buscarnos, de llamarnos con su lagrimear eterno.
Hugo, Héctor y Víctor, tres extraordinarios poetas, tres voces emblemáticas que no dejan de gritar rebeldía y hermandad, tres nombres que no podemos ni debemos obviar, si decidimos alguna vez ir al encuentro de la falconia.
Héctor y Víctor, aunque alejados del ruido mediático, “publicitario”, y de las esquivas editoriales, viven lloviendo poesía a cantaros, sobre la tierra herida que los amamanta con recelo.
Hugo Fernández Oviol “el vikingo”, padre poeta y maestro del diario combate que se nos fue en un aleteo, pero sus poemas y su voz de trueno siguen llamándonos puntual al combate de la ternura, del amor y de la honradez.
Héctor Hidalgo Quero
Periodista, escritor, docente y pintor de amplia trayectoria en la actividad cultural. Nació en Caja de Agua, Punto Fijo, estado Falcón, el 14 de agosto de 1949. Autor de diferentes trabajos en el campo poético y periodístico. Es autor del libro “Herido de vida, entrevistas con el cantor Alí Primera” y de los poemarios: “Malasangre”, “Barrio”, “Calle trece”, entre otros trabajos.
(Del poemario Caminos de Agua. Inédito)
Culpa
Para encontrarte necesito
buscarte en el ayer
en las noches sin nadie
que quisiera descubrirte.
En los absurdos momentos
en que la mejor compañía
va reclamando soledad.
En la ruta que se inventaba otro camino
Por eso
debo vivir sin derecho
a reclamar de tu futuro.
A la suerte de que un día
me devuelvas el pasado…
Puedo
Puedo estar ensimismado largamente, reconstruyendo por piezas
lo perdido.
Puedo decirte que por siempre he sido
de la gente, y en medio de la gente, estar bien ido.
Poco me importa quedarme dormido
ante un gran hecho tiernamente.
Puedo retirarme sin permiso, olvidando la invitación que
se me hizo. Ebrio y mal vestido puedo andar.
Puedo vivir un mundo a cada instante,
y ser irresponsable, hasta vulgar,
y puedo amarte, que al fin, es lo importante.
En seco
Un día de estos,
me voy a meter un tiro en medio de la frente
y de esa manera acabar con la mala maña
de andar pensando en ti
durante las veinticuatro horas de los siete días.
Estoy dispuesto a todo:
inclusive,
a las armas de fuego.
(Del poemario Segunda Luna)
Yo
(1976)
Yo, pelabola.
Ilota de la holgazanería.
De los ratos de ocio eterno amante.
Yo, dormilón.
Que nadie espante
las siestas que me ocupan todo el día.
Yo, enemigo de la compañía.
Del trabajo: fatal, espelúznate.
Yo, vago.
Que nadie me levante.
Yo, inactivo, piltrafa, porquería.
Yo, haragán, gandùl, inútil y poltrón.
Que no jalo,
que no tengo patrón
que me asigne el papel del cachicamo.
Yo, lector de Marx, de Guevara, de Ho.
Yo, sin nada, hasta sin amo.
Yo, pelabola,
zanguango, sinvergüenza, malasangre…¡pero Yo!.
Hugo Fernández Oviol
(Cabure, Estado Falcón 1927 - Coro 2006) Licenciado en Educación,trabajó en todos los niveles del sistema educativo, desde la Escuela Rural hasta las aulas universitarias. Dictó cursos, seminarios y conferencias en Sur y Centro América. Fue Decano de la Facultad de Humanidades de la Universidad Yacambú (Barquisimeto). Premio Municipal de Poesía. Libros publicado: Agua delgada (1964); 12 Variaciones alrededor de una guitarra (1973); La Casa deshabitada (1982); Caballos (1995); La canción de Morella (1983); Antología poética (2000). Antología poética 2006.
(Del poemario Jayling, edición de colección, 2005
Jayling
Mi sueño
¿es el resultado de quererte?
o
¿quererte es la concreción de mi sueño?
Si duermo sueño contigo,
si despierto te recuerdo.
Tu sonrisa inventa compañías
para mis soledades.
En la noche de tu pelo nace mi canto.
Tus manos son capaces de convertir el mundo en un durazno.
Tui piel crea colores y textura
para iluminarme.
Mi corazón cruza el mundo
en la garza de tu risa.
Tu liviano universo
lo descubro
en los bosques de la sierra.
Persigo el viento para encontrar tu aroma.
Me bebo el río
para degustar tu frescura.
Me arrodillo a tu lado para inventar el mar.
Mi barco naufraga en tu silencio.
En mi oído tu voz cultiva árboles.
A orillas de tu cuerpo mi sueño inventa mares.
La madrugada acampó en tu cuerpo
y te dejó sembrada de sombras y estrellas.
Me sumerjo en tus ojos
y regreso iluminado.
Con tu voz yo me emborracho.
A bordo de tu boca muero y renazco.
Creas, siembras y cultivas
palmeras cuando caminas.
A orillas de tu amor
soy un árbol florecido que multiplica sus pájaros.
Víctor Hugo Bolívar Graterol
Nació en Punto Fijo, Estado Falcón el 11 de mayo de 1949. Es uno de los fundadores del Grupo Kasega y fue el primer Presidente de Ediciones del Cerro. El premio de Literatura del Municipio Carirubana lleva su nombre. Es autor y coautor de varios libros entre los que se cuentan:
Confesiones de Última hora.
Segunda Luna.
MI reino de tierra seca.
Narradores de Paraguanà.
Yodo radiactivo.
(Del poemario Mi reino de Tierra seca)
Península Isla
Este territorio
primero fu isla
antes que istmo,
hay territorios
amorosos
que primeros
son istmos
y después islas.
Buscando un
A Luis Alberto Angulo
Desde temprana edad
ando buscando un rio,
quiero nadar
entre peñascos,
atrapar el frio.
He buscado
por montes silenciosos
y polvorientos,
en las costras de las salinas,
en cada rincón.
Solo escucho
su canto
y un ruido de plumas
Homenaje
Rindo homenaje
a estos cardones,
mucha gente
los mira
con desprecio,
añoran
las orquídeas,
gente ignorante
que no ha mirado a un chivo
y a un campesino
chupando sequía.
Desastre
A Mingo Chávez.
Ya no quedan tortugas
en los mares
apenas unos huevos
escaparon al desastre.
Fieras vivientes con razón o no,
atacaron sus conchas
mojaron las arenas
de sangre.
Ahora nadan en los platos
y en las bocas
de los dadivosos turistas,
lucen sus fotografías
en las cartas
de los restaurantes
o en las enciclopedias.
Punto Fijo
A Alicia Carrasquel
Esta ciudad es mi casa,
en ella tengo mis cuartos
el colchón de mis secretos,
el congelador
con mi carne favorita,
los pájaros que me llevan
música en las mañanas,
mis tuétanos
llenos de sal y yodo,
el ventilador colectivo
que nos despeina a todos,
mi mar particular
en algunos de sus linderos.
Esta ciudad olorosa
a gasolina
me pertenece
porque enterré mi ombligo
en su arenas,
porque encontré el amor
en su veredas,
porque mi hija
se quedó dormida en uno de sus caminos,
porque libo
para reducir el calor,
porque el Guaranao
me regaló unos manglares,
porque las personas
que encontré
se escriben con letras mayúsculas,
porque vivo cargado de poesía
bajo el incansable viento.
(Del poemario Confesiones de Última Hora)
Inventario
Ahora
con más de medio siglo
sobre mi piel,
hago los inventarios
de todos mis actos
u omisiones.
siento una cortada
con cuchillos de plata,
perdí mi rebeldía
y me niego
a recomponer
el mundo.
I
Pertenezco
A la fila de los difuntos.
ya no abrazo una Thoompson,
ni llevo pólvora
en mis alforjas.
No,
ni siquiera grito.
Olvidé al Che Guevara
al antiguo Manifiesto.
Ahora
soy uno más
de este maldito pueblo
inofensivo.