Encuentro

PALABRAS,SILENCIOS,AMORES, COMBATES, TRIUNFOS Y DERROTAS, NOSTALGIAS, AUSENCIAS.
DE FLORES Y BALAS COMO LA VIDA.
Poética existencia. Vida poética.

viernes, 28 de octubre de 2011

Abuelo cantor, con sus sueños de muchacho A 70 años del nacimiento de Ali Primera



A: Lolita, Susana, Ángela, Valeria, Sebastián, Rodrigo y Diego.
Los nietos del cantor.
A todos los niños y niñas de mi patria, arrullados por una mansa y tierna canción.




Las manos callosas de algún viejo sembrador de tapiramas, la frente arrugada del hombre de canoa y atarraya, la risa fiestera de buenos cantadores de décima, salve y galerón, la risa y el llanto de los viejos que lo dieron todo “aquellos que sin petróleo por nuestra tierra bregaron”, siempre me hacen acordarme de ti camarada cantor, necesario cantor.

Es un ejercicio torpe e innecesario intentar imaginarte, evocarte e inventarte, con tus años viejos, andado por estos caminos de siglo nuevo y añejas luchas, peleando todavía contra el mismo enemigo, contra esa bota norteña “mal parida y mal nacida en septentrión”, o contra las bajas pasiones, que alejan el camino de ternura y sinceridad a los seres humanos. Y claro que resulta un torpe ejercicio, más aún, cuando tenemos tu mirada clavada en la esperanza, tu melena recia y tu sonrisa de muchacho de pueblo, andando con los sueños intactos, navegando en el recuerdo, como “un velero terco en el mar inmenso”.

Pero resulta que en estos días, en muchos rincones de la patria, en vital bullicio y en tierna soledad, anda tu pueblo alborotado celebrando tus setenta años, desde que una madrugada, un 31 de octubre, justo a las doce en punto de la noche decía Carmen Adela, llegaste con tu canto y con tus versos, para dejarlos para siempre en los pechos de la madre tierna, mujer y patria.



Te escribo en presente hermano, siempre lo hago, porque aquí andas cada día, porque pocas veces un hombre logra trascender más allá de la emoción y la admiración, tú eres una recia y rara energía que recorre a los hombres, mujeres y niños de esta patria, cada cual con una forma particular de tenerte para si, de llamarte en diario abrazo y en vital encuentro. “No canto para alagarte, sino llamarte en esta canción”.
Bien lo decías: “Soy feliz al saberme de todos y también mi propio dueño”…“no me interesa los que aplauden simplemente, sino los que siguen el camino planteado por la canción”.




Y eso sin duda debe ser el mejor regalo que podemos darte, intentar de verdad acercarnos un poquito a la coherencia militante que tu supiste mostrarnos, con mano abierta, pulso y canción, ahora más que nunca, cuando un intento de patria socialista avanza en tu tierra bolivariana, con grandes contradicciones, pero avanza, por eso ahora no podemos fallarte panita y no por ti, lo sabemos, es por tu lucha, la de muchos, por la de tantos que han caído, que han partido esperando ver la redención bonita de este pueblo. En el día de tu cumpleaños, Alí, te seguimos debiendo una Patria Buena. No las seguimos debiendo los soñadores.



El tiempo de hoy es distinto, lo sabemos, tú diste toda una vida, tu corta vida en mostrarnos un camino, para decirnos que sí era posible sentirse revolucionario, vivir como revolucionario y hacer cada día la revolución, sencilla y honradamente, eso en tí no era una palabra muerta, ni hueca, todos lo sabemos. La revolución era la tortuga de tus sueños, esa que va lenta, pero llega, esa palabra no estaba sólo en tu canto, sino también en tu conducta. Diremos entonces, parafraseando a Fidel, seamos como Alí. Es decir: coherentes, sensibles, tenaces, verdaderos.

Alí, apenas 43 años tenías cuando partiste físicamente, tu inicio como cantor de militancia fue entre 1967 y 1968, cuando detenido en los calabozos de Las Brisas te decidiste abrazar la humanidad entera, de ahí a 1985, el año de tu siembra, tan sólo pasaron 18 años, toda tu producción musical y poética, toda tu propuesta antiimperialista, ecológica, bolivariana, en defensa de la cultura popular y de la esperanza, la hiciste en 18 años, un tiempo de verdad muy corto, dijiste cosas que sólo un hombre de sesenta o de setenta años hubiese tenido la madurez por lo vivido para decirlo, tú eras un ser humano y nada más, producto de una época, de un tiempo histórico, con defectos y virtudes pero con una capacidad extraordinaria para entender el tiempo y la vida “las plantas de los pies del que anduvo descalzo de tanto andar el mundo se convirtieron en canción”. Y tu tiempo, tu corto tiempo lo asumiste con valentía y dignidad. Cuanta falta nos haces hermano, en este tan absurdo, tan torpemente aniquilador de la sensibilidad bonita del hombre, a la que tú tanto le cantaste, para que siguiera siendo humana la humanidad.



Desde 1985 con mayor presencia, hemos buscado acercarnos a tu legado desde muchas perspectivas, sin otra intención que aportar con humildad a la continuidad de tu labor, que sin duda era la de un amplio colectivo que en toda la patria asumió la vanguardia de cantar por los derechos del hombre tierra, del hombre sangre y corazón. Por eso digo siempre, que este tiempo de victoria que hoy vivimos, es hijo del combate duro que diera la canción y los trabajadores militantes de la cultura popular.

Esta vez no me extenderé mucho en las necesarias reflexiones de tu trabajo político y poético, aunque tengo que decir, que andan por ahí sembrando setenta mil árboles en tu tierra paraguanera y entre todos tus aportes, el de la ecología fue si duda germen vital de tu canto, “hombre y paisaje” llamaste a la Falconía “el hombre no puede asistir a la vida en ausencia de su paisaje”, repetías con entusiasmo, todo tu canto es una respuesta a esa nefasta cultura del petróleo que tanto daño nos ha hecho, cultura opresora, de desprecio al campesino, al aborigen, a lo sencillo, tus canciones, son la crónica viva de la contemporaneidad venezolana, expresan esa perpetua lucha por la defensa del hombre y de su entorno natural, si queremos saber que pasó en Venezuela entre los años 1958 y 1985, tus canciones son un libro abierto en permanente combate por la memoria. Abrámoslo siempre y sabremos porque “aunque el río sea muy manso, poquito a poco se enfrenta al mar”. Tu fuiste sin duda un educador popular que discutía a diario contra la educación formal, opresora, negadora de otras realidades, esa que tú nos enseñate en tu canción.



Soy terco de verdad, perdóname por eso, es quizá un defecto o una virtud de los paraguaneros, pero déjame imaginarte hoy con tus años cabalgados en potro cerrero, desbocado, nunca frágil y vencido por un sistema que nos devora, llegando alegre a tu Paraguaná un día como hoy y bajar ahora a tus siete nietos, descargando con ellos tus sacos de regalos para los carajitos del barrio y de San José, porque aún no se han roto todas las cadenas y entonces verte partir con ellos a la playa ancha, sabrosa, y allá, cual marinero, volver a besar a la sirena que se te metió en los ojos, “y el marinero al ver la sirena prendado de ella, por siempre quedó”. Para venir ya en la tarde, en la noche, a la partida del dominó y que tu risa se adueñe del lugar, donde Carmen Adela vive contenta entre sus flores.

Ya en la madrugada con otros soñadores, quienes también viven, hablar de tus planes para encauzar la lucha, la lucha que debemos seguir haciendo, porque tu alborada camarada sigue muy lejos todavía, seguro estoy que tu apoyo crítico, tu noble regaño, sería la campanada que nos hace falta, la luz clarita para guiar el barco que hoy enfrenta fuertes tempestades, seguro estoy, perdóname otra vez por el atrevimiento, que tú, con setenta años seguirías diciéndonos “usted me perdona don y su alta sociedad, yo me voy con los muchachos carajo a hacer la revolución”. Y Recordarías al tocayo, al de Aquella Paraguaná, y revivirías la canción solidaria por la tierra que ojalá, sea decretada ecológica, turistica, cultural y no la absurda barbarie comercial que cada día le roba su traje de abuela y de muchacha sencilla, cariñosa, porque “no me vengan a decir, que tiendas con nombre chic, son el progreso de un pueblo”. Que bueno fuera si lo entendiéramos todos y en toda la patria, todavia hay tiempo de enderezar el rumbo.

Pero tu nacimiento Alí, es una fecha permanente, como tu canto es permanente, tu fecha de nacimiento no es sólo hoy, ni el año que viene, tu lucha no puede ser guardada en un almanaque como anécdota certera, tu fecha de nacimiento está en cada día cuando nos decidamos a nacer al combate por la vida, con sincera entrega por los ideales que tú nos legaste, donde tu cielo despejado debería ser el primer canto que nos acompañe antes de ir al encuentro con lo demás seres humanos en la amorosa cotidianidad. Si no es así, no tendrá sentido el onomástico como excusa, ni la buena algarabía para abrazarnos “como hermosa periquera, en la mata de un mamón”...”Si no hay verdad en los cantores, entonces no habrá verdad, ni en el canto, ni en mi esperanza”.



Si tu canción no sirve para transformarnos en lo indiviual, en el pequeño espacio que ocupamos en la cotidianidad, sería muy difícil trascender al campo de lo colectivo, “si no sirve mi canción pa que se encienda tu alma, quema entonces mi guitarra, pero que crezca la llama”.

Por eso vamos a cantar hoy contigo, para que siga la lucha por los humildes del mundo, por los que esperan, por los que sufren, por el pueblo palestino, por Libia, Irak, Haití y por todos los pobres de la tierra, y por todos los pueblos que enfrentan el horror de la guerra, el odio, la miseria y el olvido.
Hoy es tu cumpleaños y fíjate que a tu edad de abuelo querendón y rebelde, sigues siendo un hombre de todas las edades, como le gustan a los niños tus canciones, a los jóvenes, a los viejos, tu identificación con ellos no es generacional, es de pensamiento, alma y corazón. “vamos a beberle los miaos al carajito que su nacimiento es fiesta popular, traigan malojillo, traigan guarapita, y un cuatro afinao que vamos a cantar…Pueden venir todos aunque no me atrevo a decir que todos bievenidos son”.



Alí Primera, cantor de la vida, de la rabia y de la ternura que cargamos por los caminos, muchacho valiente, terco, juguetón, soñador y malicioso, abuelo sabio, necesario y querendón, como aquellos queridos viejos, los que hacen falta: “Así como flor de tierra, van corriendo los riachuelos a alimentar nuestras venas, sangre de nuestros abuelos. Aquellos los que negamos cuando a la patria negamos, aquellos los que sembraron la semilla que después nos ha estado alimentando, si olvidamos la raíz es quedarnos algún día, sin una flor en la mano”.

Brindaremos con el pueblo la continuidad del combate y de tu canto, nuestro canto cigarrón, con violín y clarinete, como en los bailes sabrosos de tu tierra. Y al despertar del nuevo día, nos vamos de una vez otra vez a seguir dando la pelea, porque así lo dijiste: “Tal vez mis ojos abuelos vean la realidad de mi pueblo liberado”.

Andrés Castillo

domingo, 23 de octubre de 2011

CUBA DESDE LA PIQUERA DE TUS SUEÑOS



(TODAS LAS FOTOGRAFÍAS SON DE LA AUTORÍA DE ANDRÉS CASTILLO)




Caminata


A Carlos Varela



Te busqué
por toda la Habana,
por las calzadas
por las páginas de los libros viejos
en la plaza triste te busqué.

Carlos,
te busqué para hablarte.
Ahí en las trenzas de la negra
en los uniformes de los pioneros
te busqué.

Caminé desesperado
así llegué a la plaza de la revolución
y el Che inmenso
miraba otra vez al futuro.

Cansado de vagar
llegué al malecón
y recostado al muro
“donde acaban todos,
donde empieza el mar”
te encontré Varela
entre los ojos de un hombre
mirando a Martí
con su dedo acusador
al bandido imperialista.

Tu guitarra
no era una balsa vacía
era un ciclón de sueños compartidos.

En todas partes estabas
aunque no te vi,
tu ausencia era una canción por escribir.


Pedal



Giran las ruedas
sobre el asfalto caliente
tu lomo moreno
me habló de tu lucha
de tu vida
de tus sueños nuevos.

El pedal no desliza
el golpe es certero
como el del 59,
sólo falta engrasar la cadena
y que el giro de tu rueda
te traiga una nueva mañana.

Sigue tu ruta, sin pausa
que el imperio quedó sin piernas.


Pioneros



Ahí están
con la sonrisa abierta
con sus manos extendidas
con un poema por decir.

Con las puertas de la escuela abierta
como la mañana,
como la esperanza.

Ahí están
Cuba eres tú.


Che



Por todas partes andaba tu rostro
me seguía tu mirada y tu llamado.

Aunque de verdad así no quería verte
lo juro.

Por eso me fui al muro
y con un viejo de la Habana
hablé de ti.

Él lanzaba piedras al mar
tranquilo,
contento de su vida
recordándote.

Yo, a las vidrieras del hastío.


Estantes



Los estantes están vacíos
sólo cigarros y especies.

La mirada de la vieja
se clavó en mi pecho,
yo hablaba de mi revolución,
y ella me gritaba con su manos y gestos.

Cuídala y ármala
contra el hastío,
las traiciones
y los olvidos,
cuentas conmigo.



Murales




Por todas partes
tu mirada me perseguía
entre estrellas y arcabuces,
tu rostros disparando de nuevo.

Sin embrago donde mejor
te dibujaron
fue en las miradas de los hombres
que bajo el sol de la Habana
le daban al pedal
gritando tu nombre
hasta la victoria siempre.


Tu Gente




Por todas partes
con la espalda sudada
con dos libros en las manos
con la sonrisa multiplicada
y los pasos lentos,
como los sueños
los vi.

Tu gente es de otra especie,
quizá por eso
nunca se reflejaron en las vidrieras del hotel
ni en las botellas de cerveza Bucanero.

Los ojos de tu gente
estaban mirando al mañana
Martí,
como los tuyos.



Muchacha de Varadero

A la Cuba revolucionaria,
mujer que amamos



Fui en busca de Fidel
del Che y de Camilo,
de los que cabalgan en mi pecho
desde niño
y que me siguen llevando
desbocado
a derribar todas las murallas
donde han pretendido encerrarme.

Cabalgo, cabalgo,
cabalgo con ellos
desbocado.

Fui en busca de Fidel
del Che y de Camilo,
de los cantos troveros
que sentenciaron mi suerte,
cuando fui el tiempo elegido
de dos brazos que amaban.

Pero así es la vida
cuando me besaste muchacha de Varadero,
se me olvidó la historia
el Granma y el Moncada,
mi torpe carrera me hizo ir de bruces,
haciendo añicos mi guitarra.

Hoy lejos de ti
siento otra vez
el abrazo que avanza
y sólo una canción me traen tus ojos
de Isla azul,
esa que hoy recuerdo en la distancia
y que me habla del breve espacio en que no estás.


Estacionando mi nostalgia en la Piquera de tus sueños
Entrando en los 40




Tengo hermanos
recuerdos
de tiempos idos
que nunca volvieron
tengo hermanos que quedan
a pesar del volcán
que explotó sin remedio.

Tengo hijos,
que viven,
¿para qué las palabras?
si son el todo,
que llena lo que falta
aunque a veces los vacíos
sean estanques secos
sean laureles muertos,
sea abismos viejos.

Tengo una mujer que amo,
y que me ama,
camarada y compañera
que no deja está guerrilla
por promesas de bondades,
que anda atesorando pasos
para el tiempo de silencios
para el tiempo de partir,
sin alardes.

Pero sobretodo
tengo amigos que son la fuerza
para no andar solo por estos caminos
para saber
que ha valido la pena tanta lucha
tanta quijotada,
la tristeza y el llanto
de ternuras Guevarianas.

Tantos cantores y poetas
hoy me acompañan
que si no fuera por ellos
explotaría mi tristeza
como una granada en una almohada
en una cueva de estambre
como la amargura en una pena.

Pero así es
estoy aquí,
hoy
en la Habana,
nunca lo pensé,
siempre lo soñé.

Pero aquí estoy en esta fecha
cosas de la vida y del amar
cosas del camino o del andar.



¿La pasaré con el Che y con Fidel,
con Camilo y los pioneros?
Con un amor y mil nostalgias
la pasaré conmigo y con todos
con los que no viniendo andan
como andan los te quiero
en las canoas del alma.

Aquí andamos juntos como siempre
combatiendo a las fieras
a los tristes moribundos
que no creen en la fogatas
en el canto de un pichón
en la sierra
en las playas
en las cosas sencillas
de aceras y posadas.



Aquí estoy
en la Habana,
no escuchó a Silvio,
ni a Pablo
Carlos Varela no va a Jalisco Park
ni se oyen las gaviotas,
ni las olas en el mar,
Lennon espera a Yoko
sentado en la soledad.

Aquí estoy
con toda mi nostalgia estacionada
en la piquera de los sueños.

Aquí estoy
lanzando al malecón
mi balsa peregrina
en busca de todos,
los que estando faltan.

sábado, 8 de octubre de 2011

Ramón Miranda: Crónica de un encuentro

A Jesús Oduber
Y al recuerdo hermoso, presente e imborrable de Hugo Fernández Oviol.




“El mar enviaba peces
El viento era un pañuelo colgado en las ventanas”
HFO



Su nombre ya lo conocía desde hace tiempo, en los espacios ligados al trabajo cultural, en los que aún muy joven me inicié abrazado al teatro en el Ateneo de Punto Fijo o quizá en la palabra siempre respetuosa, amiga, clara y coherente de Víctor Hugo Bolívar, o en alguna crónica aparecida en uno de nuestros diarios regionales. Así, el nombre de Ramón Miranda ya me era familiar, atado a lo cultural, a la poesía, al periodismo, a la amistad.

Pero fue hace algunos años que pude compartir con él y confirmar cercanamente lo que siempre me repitieran amigos como Héctor Hidalgo Quero, Jesús Oduber o la querida Carmen Fernández (la Chicha), ahí, en la nostálgica casona del querido Vikingo, sentado en el inmenso mesón de la Tertulia, hermosa y necesaria de la casa del poeta llorón Hugo Fernández Oviol, allí lo conocí, era la primera vez que asistía a esa especie de cofradía poética poco común en estos tiempos, yo ese día era un visitante desconocido que hacía presencia tímida en aquella casa que todavía cargamos poblada en la distancia, llena del recuerdo de ese poeta maravilloso que no dejaremos de nombrar.



Llegué buscando un lugar que me permitiera perder el temor inicial de todo encuentro colectivo, fue entonces que me encontré con la cálida y amena conversación con el poeta Ramón Miranda, conversé con él, como si lo conociera desde siempre, más tarde entrada la noche, lo escuché leer una de sus extraordinarias crónicas, género que domina con facilidad y que a mi juicio no tiene desperdicio en su palabra.

Pero hablar de Ramón Miranda es conversar de muchas cosas, es ir más allá de la anécdota particular, es como caminar entre las leyendas de algún viejo del Pedregal, el de su infancia, o mejor aún perdernos en las entrañas de alguna antigua sala de cine y asistir al encuentro del desaparecido Capulina o mirar alguna de las películas de Pedro Infante o de Jorge Negrete.

Ramón Miranda es amante de la buena conversación, de la música, del canto, del amor, de la amistad, de su tierra falconiana, de su gente.
Sus primero trabajos conocidos surgen a fínales de los años sesenta, poemas, cuentos, relatos.

Más adelante brotan las crónicas, donde desborda su extraordinaria capacidad de dibujarnos algún acontecimiento por muy insignificante, de la manera mas grandiosa y querida. En sus crónicas florecen contentas las vivencias y las creencias más sentidas, como lo cuenta Jesús Oduber uno de sus tantos amigos, de aquella que narra Los espatos en la calle Zamora… Por Dios. Pero no sólo la crónica lo acompaña, él es un poeta bregado, sus trabajo han aparecido en diversas antologías, no en vano Ramón Palomares reconoce su amistad y su talento. Marvella Correa la novia de todos es un texto reseñando por quienes deciden alguna vez mencionar su obra.
Sus pasos por la universidad y el periodismo son trazos de un mismo lienzo que el ha sabido regalarnos.

Cuando el poeta Hugo partió siguiendo el vuelo de algún Gonzalito, el poeta Miranda leyó una crónica del perro Vikingo que muchos conocimos, ese día confirmé, su extraordinaria calidad humana y poética, cualidades indisolubles en alguien que aspire la estatura de poeta.


Poeta Hugo Fernandez Oviol


Repito para él, lo que un día él mismo le dedicara al Pintor Domingo Medina, hablado de su pintura y de la vida:

“Por eso, alzando la copa de la admiración y la amistad, brindemos en honor de su legado y su talante artístico y digamos su grito de guerra en las noches de parranda: ¡Viva el arte y viva la mujer, fuentes de la vida y de la poesía!”


Ramón Miranda 1947: Poeta, Periodista, Promotor Cultural.
Autor de Plantado como un Ángel
Entre otras publicaciones

Crónicas:
El perro de Miguel
Domingo Medina el pintor que parió en Paris.


Por
Andrés Castillo

sábado, 1 de octubre de 2011

Promesa



Voy a escribir un poema que trascienda
que guarde todas las formas establecidas
que logre juntar dos palabras irreconciliables
que tenga ritmo y melodía
que no falte al estricto cuidado de las normas
o que las rompa bruscamente
si es la orden del momento,
cumpliré

Voy a escribir un poema
que cumpla con la convocatoria
que cuide las formas, los mandatos
que diga lo no dicho, lo certero
el tema será libre como el miedo

Un día de estos escribiré un poema
que sirva para la competencia definitiva
que logre entrar altivo al claustro de los consagrados
que venza el estricto dictamen de los extraños
que gane la contienda de las palabras
que salga ileso de las callosas vorágines,
cumpliré



Voy a escribir un poema
que convenza a los jurados con sus fauces
a los que saben de eso, a los perfectos
a los del grupo y la escuela otra
a los que se decían distintos
y han terminado pareciéndose
a los vencidos y encumbrados

Voy a escribir un poema como credencial
que me sirva para entrar al grupo de los elegidos
al de los compinches, al de los perfectos
¡que sea premiado con diploma y metal
y me acerque al vino con la copa del poeta!
Cumpliré

Voy a escribir un poema que sirva
para ser leído como tantos otros
con ese nuevo modo de decir
que ahora han inventado
de voz gutural, casi fantasmal
un poema que sea dicho en voz baja
lento, pausado, inaudible
dicho para sí o en misterioso acuerdo
que finalice con una declaración que asombre
que arranque aplausos estridentes
o deje un leve tatuaje en el silencio.

No sé si lo logre alguna vez
de verdad no lo creo.



Voy a escribir un poema vital,
prometo el intento
de vencer mi frugal escritura
mi terca esquivez y hurañas palabras.

Pero mientras tanto Amanda,
hija mía
seguiré con mi torpe letra
fuera del cercado
con tan poco que decir
intentado atrapar el milagro que se tarda.
Te cumpliré.